Capítulo 12: Todo queda en familia

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La residencia de la rama principal del clan Lan solo podía considerarse imponente, sin embargo a los dos jades de la familia les imponía más el sermón que les iba a caer. A primera vista parecía una mansión normal, pero tenía una cierta aura mística envolviéndola que hacía que esa idea se desvaneciese rápido. Eso se lo debían a los talismanes y a los hechizos protectores en torno a ella, porque mucho quejarse del submundo pero luego bien que elogiaban las bondades de la magia. Era una casa grande, aunque no la más amplia de la zona, sobria y que imitaba la arquitectura tradicional china, las costumbres que tanto veneraban y las raíces que adoraban. Lan Zhan y Lan Huan aparcaron a la entrada, justo cuando la puerta de hierro negra que salvaguardaba los jardines se abría de forma automática para darles paso al interior de la propiedad. Caminaron por los sinuosos senderos de piedra y bambú. La mirada del artista vagó por aquellos rincones tan conocidos, desempolvando recuerdos que creía olvidados. Habían pasado más de diez años desde la última vez que pisó el lugar y este no había cambiado nada. En su pecho latía un sentimiento nostálgico, nunca pensó en volver. Todas las plantas seguían en su sitio, todas las flores eran las mismas y todos los guijarros mantenían el blanco inmaculado con el que los recordaba. Su memoria estaba llena de imágenes de aquel jardín. Recordaba haber estado jugando allí de niño con su hermano y con su madre, viendo pasar las nubes. Ellos escuchaban los relatos de la mujer, los cuentos que se inventaba para sus pequeños y para su propia diversión. Se le ocurría uno nuevo con cada nube que pasaba, y Lan Huan siempre los corroboraba con las formas que percibía en las algodonosas formaciones. El pequeño Lan Zhan solía contemplarlos anonadado y encantado, más interesado en escuchar que en hablar. Ella decía que su hijo mayor podía captar la verdadera silueta de las cosas y su hijo menor podía oír el verdadero significado de las palabras y tenía razón. Al pensarlo, al reproducir todas aquellas charlas, se le calentaba el corazón con el susurro del té verde.

-Había olvidado que echaba de menos este lugar. -Murmuró.

Lan WangJi lo miró, escudriñando los sentimientos de su hermano mayor. Vio los mismos recuerdos que él. De pequeños solían pasear juntos por aquel jardín, siempre después del colegio y de las lecciones extracurriculares de su tío. Durante ese extraño reencuentro con la infancia, solo por estar juntos ambos rememoraron como, cuando su madre murió, plantaron su flor favorita bajo su árbol favorito. Por puro instinto, Lan Huan buscó con la mirada ese cerezo que sabía que encontraría en la esquina izquierda del jardín. Sonrió con cierta pena. Allí, justo debajo, entre sus raíces, vislumbró unas genecianas que todavía se mantenían, valientes supervivientes a todo. Lan Zhan las regaba a diario. Era el único que las cuidaba.

Incluso sin mirarse, ambos supieron que estaban pensando lo mismo. Si siguiera viva, su madre les animaría a seguir a su corazón y enfrentarse a la rigidez de su tío. Respiraron hondo casi al unísono y avanzaron. Los dos estaban dispuestos a ello.

Lan QiRen esperaba a sus sobrinos en el vestíbulo. Su expresión severa, su ceño fruncido y sus ojos echando chispas podrían hacer que hasta el más veterano de su clan se echase a temblar. Por suerte o por desgracia, había criado a sus sobrinos en el arte de la represión emocional. Aunque estuvieran muriéndose de los nervios por dentro —que lo estaban—, sabían controlarse con una frialdad admirable. En otro contexto, su tío se habría sentido orgulloso. No en aquel momento. No cuando ambos entraron sabiendo muy bien lo que se jugaban, con la frente en alto y preparados para mantenerse firmes. Daba igual que los ojos fuesen pardos o dorados, los dos pares estaban llenos de inamovible resolución.

-XiChen, WangJi. -Saludó Lan QiRen, seco y serio-. Acompañadme.

Los hermanos de jade apenas tuvieron tiempo ni de inclinarse en una respetuosa reverencia marcada por la etiqueta. Varios pasos por detrás de su tío, se vieron conducidos hasta el despacho de este, una habitación absolutamente tradicional marcada por el buen feng shui y los grabados de nubes en las paredes. En alféizar de la gran ventana frontal descansaba un bonito bonsái y en el centro del cuarto había un escritorio de madera clara. En silencio absoluto, el exorcista más veterano se sentó tras este, señalando con la mirada las dos sillas frente a él.

Hollow [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora