LAUREN
Luego de la incómoda conversación con April procedí a bajar de la azotea e ir a tomar aire al campus. Saltearme las clases era algo usual, no me importaba si tenía consecuencias hacerlo, me divertía.
Habrían pasado unas dos horas cuando caminé hacia la cafetería. Era hora del almuerzo, encontré a Francesca en la fila del almuerzo, fue divertido verla poner en su bandeja grandes cantidades de comida.
— Francesca.—dije cuando me encontré a su lado. Ella se giró y sonrió mostrando esa blanquecina sonrisa propia de ella.
— Lauren, iba a buscarte pero este Instituto es demasiado grande.—rió mientras tomaba un postre de crema y lo ponía en su bandeja.
— Te acostumbras con el tiempo.—dije sonriendo y tomando una soda. Ella sonrió y asintió mientras llegaba al final de la fila y pagaba lo elegido anteriormente.
— Son 120 dólares.—dijo Amanda la vendedora. Nunca estaba de humor, era tal vez la persona más amargada que he conocido en toda mi vida, quizá era por la edad y es que no era tan vieja, tal vez tendría unos cincuenta y dos años. Sin embargo su humor no era nada bueno y vivía los días como si odiara la vida.
— Tome, quédese con el cambio.—dijo Francesca sonriendo y extendiéndole doscientos dólares. La mujer la vió aterrada y cambió rápidamente su expresión a una molesta.
— ¿Me ves cara de vagabunda? Riquillos estúpidos.—dijo la mujer dejando con violencia el cambio en la bandeja. Por un momento creí ver su hamburguesa aplastarse con la mano de Amanda.
Francesca levantó sus cejas asombrada ante la conducta de la mujer y tomó su dinero como con tristeza, lo que me apenó y por supuesto no iba a quedarme callada.
Tomé del mostrador un sándwich y lo puse en mi bandeja con mala gana.
— Son 30 dólares.—dijo esperando que le pagara. Sonreí falsamente y tomé treinta dólares de mi bolsillo, se los arrojé en la cara y le saqué el dedo medio para luego tomar la mano de Francesca.
— Si vuelves a tratar mal a esta chica, la próxima vez que venga por comida la tiraré al suelo y no te pagaré.—dije sonriendo lo más falsamente posible. Llevé conmigo a Francesca hasta una de las tantas mesas que habían en la cafetería.
Nos sentamos en silencio, hasta que Francesca decidió hablar luego de los tres mordiscos que le dió a su hamburguesa aplastada por la mano de la vendedora enojada.
— ¿Siempre está enojada?.—preguntó luego de beber de su soda. Sonreí y asentí.
— Siempre.—dije abriendo la soda y bebiéndola. Ella asintió y miró a su alrededor como si quisiese respaldarse en el silencio de su propia voz.
— No sé por qué le dicen "cafetería" a esto. Nadie toma café aquí.—dijo mientras comía de sus papas fritas. Sonreí mientras comía mi sándwich.
— De hecho, ni siquiera venden café.—dije al terminar de masticar mi comida, ella rió y le dió un sorbo a su bebida.
— Lauren, eres una gran persona. No te conozco, dime algo de ti.—dijo inclinándose en su asiento para relajarse mejor. Los asientos aquí eran horribles y dejaban doliendo la espalda. Eran completamente planos y según el inspector eran para mantener una postura elegante y propia de una persona normal, como si estar inclinado hacia atrás o adelante fuese un delito.
— ¿Qué quieres que te cuente?.—pregunté bebiendo la soda. Ella pensó por un momento hasta que por fin habló.
— Sobre ti, tu familia, lo que sea.—dijo mientras cruzaba sus brazos sobre la mesa. Asentí y me relajé en el asiento por unos cinco segundos para pensar qué decir, pero las palabras no salían—. Si te parece más cómodo puedo hacerte preguntas.—agregó.
— Pareces psicóloga.—reí. Ella sonrió y entonces asentí dándole completa libertad para hacerme las preguntas que quiera.
— ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?.—preguntó aplanando sus labios.
— Nací aquí, como mis hermanos.—asentí.
— ¿Te llevas bien con tu familia?.—enarcó una ceja mientras hacía la pregunta.
— Podría llevarme mejor.—dije ladeando la cabeza.
— ¿Por qué lo dices?.—preguntó frunciendo el ceño.
— No me llevo muy bien con mis hermanos. Mi padre es tal vez la persona más egocéntrica del mundo y mi madre...
— ¿Qué sucede con tu madre?.—me interrumpió.
— No lo sé. Es complicado.—respondí encogiéndome de hombros.
— ¿Por qué es complicado?.—preguntó.
— No lo sé. ¿Puedes preguntarme otra cosa?.—pregunté sintiéndome incómoda ante las preguntas que hacía. Realmente no tenía ningún tipo de problema o discusión con mi madre, pero de alguna forma me sentía incómoda con ella, no sentía un fuerte desprecio por ella, pero la forma de vida que tenía y sus actitudes generaban algo en mi.
— Seguro.—asintió dándole otro sorbo a su bebida—. ¿Odias a todos aquí?.—preguntó enarcando una ceja.
— La mayoría de estas personas son riquillos sin cerebro, es de esperarse que los odie, pero... A algunas personas las tomo como neutras, no hacen nada que me haga odiarlos ni nada que me haga admirarlos, ¿entiendes?.—dije cruzando mis brazos.
— ¿Y yo?.—preguntó encorvándose hacia adelante.
— Eres diferente. No te odio.—sonreí mostrándole mi pulgar. Ella asintió y siguió comiendo su comida, al parecer las preguntas se le habían acabado y comenzamos a reírnos de lo que hacían los demás.
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Nuevo capítulo y espero que les guste un montón, puede que sea corto y no tenga mucho sentido pero próximamente lo va a tener
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𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐕𝐢𝐫𝐭𝐮𝐚𝐥 - 𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐃𝐨𝐬.©
Storie d'amoreTodo comenzó con ese día que creí que sería el mejor de todos y terminó siendo el peor día de nuestra vida. Debía pensar en mi familia, ahora no estaba sola, y, probablemente lo estaba. Mi padre y mi hermano estaban a una distancia no favorable para...
