Ganas de volar

998 127 16
                                    

Minseok despertó mirando a su alrededor con los ojos desenfocados, su estómago dolía un poco, era más como un reflejo del dolor que tuvo antes pero aún así se sentía molesto, intentó incorporarse con ayuda de sus brazos pero unas manos lo detuvieron empujándolo gentilmente hacia atrás.

-Aún no es tiempo -Jongdae le sonrió sentándose a su lado sin dejar de observar el rostro aún pálido del príncipe.

-Me duele mucho todo el cuerpo, no creo qué pueda seguir acostado por favor.

-Entonces llamaré al doctor y...

-No... Solo ayúdame a sentarme para que pueda descansar mi espalda.

El soldado suspiró poniéndose de pie, no le gustaba la idea de ver al príncipe moverse sin el consentimiento del médico pero sabía que podía llegar a ser muy obstinado si se lo proponía, así que intentando no llevarle la contraria lo tomó por debajo de las axilas sentándolo, para luego permitirle acomodarse a su manera, caminó varios pasos hasta la mesa que portaba una jarra con agua fresca y sirvió un poco en un vaso acercándoselo al monarca antes de volver a su lugar y observarlo en silencio.

-Gracias -agradeció Minseok antes de beber ávidamente, no se había dado cuenta de cuánto necesitaba el líquido refrescante hasta ese momento -¿Puedes contarme qué pasó? No recuerdo mucho, al menos no el cómo enfermé.

-Sólo sé que perdiste fuerzas y tú cuerpo comenzó a reaccionar con espasmos y sudores, después no pude estar a tu lado porque me ordenaron salir de la habitación mientras el médico te atendía.

Jongdae se quedo pensando por unos segundos en lo que había dicho, si lo meditaba con calma todo era muy raro, Minseok siempre había sido un joven delicado de salud, sus pulmones débiles se agitaban con facilidad y solía dormir mucho debido a la fatiga, pero la dolencia que había sufrido esta vez sin dudas fue algo más grave, y él necesitaba saber si el príncipe recordaba algo extraño que pudiera darle pistas o reafirmar su hipótesis, porque definitivamente muchas cosas no cuadraban y aunque nadie había vuelto a hablar del asunto, llevaba mucho tiempo sirviendo en el palacio y sabía que nada ocurría por casualidad.

-¿Sabes que pudo ocasionar tu malestar? ¿Recuerdas si comiste algo en mal estado o quien fue la última persona que te trajo alimentos? 

-El príncipe lo observó intentando adivinar los pensamientos de su guardia -¿En qué estás pensando exactamente? -movió su cabeza negativamente para restarle importancia al asunto mientras le  pasaba el vaso vacío y se acomodaba mejor -Lo último que recuerdo es que una doncella me trajo algunos aperitivos para merendar y luego mi estómago comenzó a doler.

-¿Una doncella? Las doncellas no pueden entrar a los aposentos de sus majestades a no ser que sean concubinas.

-Era una de las chicas de mi madre Jongdae -aclaró el mayor pasando una de sus manos por su frente sintiéndose cansado -Ellas suelen venir a veces, no siempre... solo cuando madre les ordena traer algo para mí.

-Nunca las he visto sin embargo y siempre estoy a tu lado, es extraño que justo cuando no estoy presente entren a tus aposentos a traerte alimentos sabiendo que todo lo que comes debe ser verificado por una de las matronas de la corte.

-¿Qué estás insinuando Dae? Es mi madre por Dios, nunca haría nada para lastimarme... -Minseok se estiró un poco más cerca del guardia posando una de sus manos en su mejilla y le sonrió tratando de relajar el ambiente, confiaba ciegamente en él y sabía que sus intenciones eran buenas, nunca podría enojarse con él, tenían la suficiente confianza para hablar sin rodeos porque habían compartido muchas cosas que hasta hoy se mantenían ocultas y que significaban todo para los dos, pero no quería que sus ideas lo condujeran por caminos equivocados, él era un hombre que a menudo se encontraba expuesto a la enfermedad más absurda, no pensaba culpar a nadie por eso.

El eunucoWhere stories live. Discover now