Capítulo XXVII

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Capítulo XXVII

    Las horas se hicieron interminables para Anarella. Aquel médico de la familia Rowling había acudido a la llamada del duque, sin imaginar, que no era a alguien de aquella familia que requería su atención. Sino el esposo de la sobrina de éste. Y sin embargo, no podía dar un diagnostico preciso. No hasta que aquella herida se cicatrizará por completo.



     La herida había sido profunda, aunque por suerte, no había rozado ninguna artería o vena importante. Ni siquiera le había dado en el corazón, como quizás, posiblemente, había sido la intención de Patrick. Sin embargo, Duncan había perdido mucha sangre. Y su vida se debatía a una esperanza que solamente el tiempo podía obsequiarle.



     Lejos de allí, Patrick se ocultaba en aquellos callejones sucios de la Londres que él no conocía. Simplemente le parecía tan asquerosa como sus ocupantes. Pero, debido a su actual situación se había tenido que tragar su orgullo. No le quedaba más que esperar en aquel lugar hasta que un plan llegará a su cabeza.



     Y la venganza se le hacía tan deliciosa, aún más que antes. Sabía que había tenido simplemente un minuto para actuar y no tenía que pensar en nada más. Había deseado que ese disparo a ciega hubiese conseguido su fin, pero no se engañaba. Era consciente que había conseguido simplemente herirlo. Pero no había acabado con su vida.



     Había tenido que negociar con un hombre andrajoso que había pasado cerca de él, ofreciéndole el único negocio que deseaba en ese momento. Cambiar su ropa y verse como un hombre que no era. Aquella ropa, que era más bien harapos viejos, que estaban limpios, fue su disfraz en aquel lugar. Y la nueva manera de salir desapercibido de aquel lugar.



— ¿Cómo sigue?— le preguntó Anarella al médico, después de verlo salir de su habitación.

— El señor O'Rourke se encuentra estable. Ya la herida ha dejado de sangrar, sin embargo, es muy pronto para sacar un diagnostico fiable... Tiene un poco de fiebre. Iba a sugerirle que alguien este en su cuidado.

— Yo lo cuidaré...

—En su estado... Espero que entienda que debe preocuparse por usted y por la criatura que lleva dentro. Le sugiero que ponga a un personal de la servidumbre... Y así, me tenga al tanto de la evolución del señor O'Rourke.



     Anarella sintió que aquello le llenaba más de impotencia. La persona que había deseado jamás conocer, en sus primeros días en Sligos, ahora era una de las personas más importante en su vida. Y él estaba herido, en aquella propiedad Rowling, por querer rescatarla.



—Él se pondrá bien... Sin embargo, debes pensar también ti, Anarella...— le dijo su tío—. Le diré a Margareth que se ocupe de tu esposo. Tranquila... Estoy de su lado.

— Lamento que haya tenido que saber una verdad que esperaba que usted no supiera... Jamás quise lastimarlo. Me siento avergonzada y...

— Has hecho lo correcto... Tu esposo es un hombre digno. Me has explicado todo. Y he estado de acuerdo consigo mismo. No pienso dejarle a Patrick todo esto para que el día de mañana ya no tengan nada... Mi familia jamás arruinó el bienestar de los siguientes Rowling... Aunque nunca hemos sido como los demás nobles que solía vivir sus días lejos de Londres. Quizá por ello, Patrick no se crió amando lo que le pertenece...

— Tío...

— No hay otro noble Rowling que pueda ocupar el lugar que le perteneció a mi padre y ahora me pertenece a mí... Mis hermanos murieron antes de engendrar un hijo varón... Los único Rowling son tú y mi hijo.

— Y yo soy medio irlandesa, tío... E hice una promesa... Regresar a Irlanda. Se lo prometí a mi abuelo antes de morir. Y es una promesa que le juré a mi abuela cumplir. Amo Sligo...

— Lo entiendo...

— Tío...

— Prométeme, que si esa criatura que llevas en el vientre es un varón, le harás amar su parte medio inglesa. Entiendo tu postura. Fuiste siempre consciente de la manera en que mi padre y Patrick rechazaban todo aquello que fuese inferior a ellos... Sin embargo...

— No odio mi parte inglesa. Ni ser una Rowling... Si lo hiciera, me odiaría a mí misma.

— Me alegra saberlo... Pues he decidido desheredar a Patrick. Y tu hijo sería oficialmente el siguiente duque... O se perderá por completo el abolengo de esta familia.

— No me parece justo hablar de este asunto, cuando mi esposo yace en cama, por culpa de mi primo... Le prometo que volveremos a hablar de este asunto, pero será cuando él se ponga bien.

Corazón de Témpano (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora