Pʀóʟᴏɢᴏ

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—¡Es la reina Andromeda!— Todos exclamaba con alivio al ver a su reina extenderles la mano con una sonrisa que sanaba hasta el peor de los males.

—Tranquilos, los sacaremos de aquí. Necesito que sean rápidos y sigilosos— Un grupo de caballeros Sacros estaba tras de ella, protegiendola y ayudándola en el rescate —¿Hay algún herido?

Todos negaron rápidamente, y así fue como por fin, después de días fueron rescatados de aquellos escombros que habían usado como escudo para protegerse de los demonios —Su majestad, dos demonios se acercan— Suspiro y miro al grupo de civiles que había encontrado.

—Rick— Llamó la atención del caballero a su lado —Lleva la delantera contigo, detengalos y terminen con ellos... Si es necesario, ordena una retirada— El caballero asintió con vigor.

—Sí, su alteza... ¡Ya la escucharon, creen una retaguardia y padezcan de...!— Giro sobre sus talones y observó al grupo de civiles, los cuales se amontonaban en una circunferencia para protegerse uno con el otro.

—Aminaki, tu vienes conmigo— El menor de todos los caballeros Sacros, asintió con temblor hacia su reina. Para después posarse a su lado —Iras detrás del grupo mientras yo los guió, protege y ayuda a los que comiencen a quedarse atrás... De igual manera iré con suavidad para no perder a ninguno ¿Entendido?

—S-sí, mi reina— A la chica se le estrujaba el corazón verlo de aquella forma, como si en cualquier momento, su temblor lo fuera hacer caer, y justo en esos instantes no necesitaba que uno de sus caballeros cayera al suelo por el miedo.

—Escucha— Se acercó a él y sostuvo su hombro con su delicada mano —Sé que tienes miedo, miralos a ellos, también estan aterrados... Pero yo, jamás, jamás voy a permitir que algo les suceda... Y para eso necesito de tu ayuda, justo a ahora, tu y yo somos los pilares y las salvaciones de estas personas. Así que ¿Puedo contar contigo?— El chico suspiro dos veces e infló su pecho, haciéndole sonreír.

—¡Sí!— La chica emprendió pasó hacia el inicio del grupo, sonriendo con orgullo.

—Así se habla.

(...)

—Por aquí— Todos comenzaron a bajar por aquella pequeña brecha de tierra, siendo incapaces de ver más allá de la oscuridad —No teman, este camino nos lleva a una de las fortalezas creadas por el reino bajo suelo— Aclaro Andromeda caminando con cuidado sobre la tierra lodosa —Hemos rescatado a personas como ustedes con anterioridad y se resguardan justo bajo tierra para su mayor seguridad.

—¿Es por eso que el sacerdote nos decía que los siguiéramos?— Preguntó una voz masculina.

—Así es, desafortunadamente no muchos los escucharon— Todos aquellos se sintieron avergonzados por ser de ese grupo que hizo caso omiso a las peticiones del reino —Pero estamos aquí, para protegerlos— La reina se giro a verlos, mostrando ese rayo de luz y esperanza que a todos les ablando el corazón —Y encontraremos a todos los que sean posibles.

Poco a poco unas antorchas comenzaban a verse y el paso apresurado de todos disminuyó. Ante los ojos de los recién rescatados, se hayaba un enorme recinto con incontables personas siendo curadas y unas pocas otras hablando con tranquilidad —Reina— Un aprendiz se acercó a ellos y observó al grupo.

—Hola Geyim, llevalos a unas camillas y dales un poco de agua y comida, por favor— La mujer asintió y guió al grupo hacia un espacio libre.
Andromeda observó el lugar, notando que había más personas de los que recordaba que había antes de irse.
Eso sólo le hizo saber que otros grupos de rescate había logrado su objetivo, y busco con la mirada a los hombres que necesitaba ver.
Y sólo uno de ellos se encontraba ahí —Tamaki...

—Ay no— El pelinegro suspiro y cerró los ojos, dándose la vuelta para enfrentar a la chica que lo había llamado —Te he dicho que no me llames así.

—Oh vamos, Tamaki suena mejor que Tadashi— La diferencia de altura hizo que bajara su mirada y sonrió de lado —¿Cómo te fue? ¿Sabes algo de Arthur?

—Bien, rescate un grupo de veinte personas a las orillas del río. Y sobre tu novio... Nop, sólo se que su grupo de rescate regresó con quince personas— La chica de ojos bicolores frunció su ceño y giro en su eje para asegurar que su chico se encontrara allí —Un caballero de su escuadrón mencionó que...— La hizo caminar hacia una de las entradas a la fortaleza —Arthur les dio la orden de evacuar a los civiles y regresar a la fortaleza mientras él y un par de caballeros se quedaban al frente para atacar a unos demonios.

—Maldita seas Arthur— Bajo la mirada y luego su mente regresó al objeto que había perdido, eso hizo que un gesto de preocupación se instalará en su hermoso rostro.

Ambos pararon en el canal que conectaba la fortaleza con el exterior, y Tadashi fue capaz de notar el gesto preocupado de su amiga —No deberías preocuparte por él, sabes que siempre regresa como de lugar... A parte, creí haber oído que Nanashi había ido a su apoyo.

—No me preocupa eso... Quiero decir, si me preocupa, pero lo que ahora me preocupa más es el hecho de que perdí la tiara— El joven miró su cabeza y sonrió con burla, para después mofarse y soltar una risa —No te rías, esto es serio... Sí Arthur sabe que la perdí, seré reina muerta.

—¿Cómo pudiste haberla perdido?— Detuvo su burla cuando fue golpeado por la chica.

—No es fácil correr con eso puesto— Infló sus mejillas y se cruzo de brazos, odiando el hecho de que la hayan obligado a portar la pequeña y delgada corona que se le había sido otorgada hace un mes atrás, cuando fue coronada como reina oficial de Camelot.

—Ajá, y yo soy el irresponsable— Andromeda observó a Tadashi y volvió a golpear su palma en el pecho del chico —¡Deja de golpearme!

—Deja de burlarte— El pelinegro sonrió con altaneria y se cruzo de brazos, mostrándose más alto.

—Lo siento... Su majestad— La bicolor entre cerro sus ojos y volvió a golpearlo, lanzandole un par de golpes inofensivos.

𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘯𝘻𝘢 "ᴬʳᵗʰᵘʳ ᴾᵉⁿᵈʳᵃᵍᵒⁿ" Where stories live. Discover now