10. Tarde de películas [Parte 1]

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Nos dirigimos al restaurante de Isabelle.

Se había olvidado las llaves de su casa, entonces tuvimos que ir al restaurante para que sus padres les dieran las llaves.

Cuando llegamos, era una Pizzeria. Vendían una variedad de platos pero el principal era la pizza.

Llegamos y había un letrero grande y bastante lujoso que decía: "Pizzeria Sahara".

Al entrar por la puerta principal, sonó una campanilla que indicaba que llegaba o entraba gente al restaurante.

─Buenas tardes, señorita Miller ─habló un señor con las cartas de la comida.

─Hola, Lucas. ¿Sabes si llegó mí padre? ─dijo Isabelle.

─Fue a hacer unos contratos... Pero le dejó un encargo.

─¿Las llaves de mí casa? ─en seguida peguntó Isabelle.

─ Sí, eso mismo. Ahora se las traigo.

─Gracias ─nos miró a Louis y a mí, quiénes estábamos detrás de ella─. Pueden sentarse, ¿quieren algo de comer? ─preguntó.

─No gracias, comí bien en el almuerzo ─fui sincera.

─Yo también ─dijo Louis.

─Bueno, Carla me puedes alistar una pizza de jamón con queso, por favor ─Isabelle le habló a una chica encargada de las entregas.

─Por supuesto, ¿algo más, señorita Miller?

─No, gracias. Me avisas cuando esté listo ─se acercó a nosotras.

La chica asintió y entró a la cocina -supongo- y dijo que alisten la pizza que Isabelle pidió.

─Este es el restaurante de mis padres... Igual mío ─dijo sonriendo con fascinación.

─Es un lugar muy bonito ─dije segura.

─ Gracias ─sonreí.

─¿Y tus padres? ─preguntó Louis.

─Creo que salieron, oí que tenían que renovar el contrato con la escuela.

─Las pizzas de aquí, son las que venden en el comedor del colegio ─me informó Louis.

─Son deliciosas ─comenté.

─Sí, lo son ─estuvo de acuerdo Isabelle.

─¿Qué quieren hacer ahora? ─preguntó Isabelle.

─Vamos a tú casa ─Louis lo dijo con suma tranquilidad.

─Okay... Sólo esperemos a que me den mis cosas.

En unos minutos, Carla salió por la puerta de la cocina y traía en sus manos una bolsa con la pizza para llevar, y las llaves de su casa.

─Aquí están sus encargos, señorita Miller ─habló la chica.

─Gracias ─agradeció, luego se volteó a vernos y dijo: ─ ¿Nos vamos?

─Sí ─Louis y yo lo habíamos dicho al unísono.

Subimos al auto de Louis, que es de color azul oscuro. Yo me senté en el asiento delantero junto con Louis; que iba al volante. Isabelle se sentó en los asientos traseros.

Pasamos como cinco minutos, hasta que llegamos. La casa de Isabelle era de dos pisos, al parecer todas las casas de este barrio eran idénticas. La fachada se me hacía familiar... Creo que así era la casa en la que viví por un tiempo en Miami.

Cuando entramos, por dentro era una casa elegante. Al entrar a la sala de estar, había una variedad de sillones a juego, muebles y cuadros que se encontraban colgados en la pared, Isabelle dejó su cartera y las llaves con la que abrió la puerta en una mesita de madera.

Lo que siento por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora