Tengamos una cita

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A doscientos setenta y tres metros sobre el suelo, en el tercer nivel de la emblemática torre Eiffel, la clase de la señorita Bustier escuchaba con atención, o casi todos lo hacían, a la guía que con encomiada precisión repetía su ya consabido discurso de cada día en el que contaba la historia del monumento y hacía alusión a la imágen de Edison y Eiffel que se veía a través de las ventanas de la reducida habitación.

Tal como había dicho la señorita Bustier había sido toda una suerte que su clase fuera la elegida para recibir el inesperado premio de una visita guiada a uno de los íconos más importantes de París. Todo era perfecto, una tarde de viernes espléndidamente soleada, una guía amable y elocuente, y todo en compañía de buenos amigos. Pero había un pequeño detalle que mantenida alicaídos a dos de los jóvenes visitantes.

- ¡Vamos Marinette!, levanta ese ánimo, esto es divertido. - alentaba Alya a su decaída amiga, que no levantaba la vista del suelo.

- Lo sé, pero no puedo. - respondió desanimada - Llevo semanas preparándome para esto y hoy que por fin me había decidido a invitarlo a la Foire du Trône tenemos que venir aquí...y...y hoy era el último día. - afligida exageraba las últimas palabras en un más cómico que dramático tono de voz que provocaban la risa en su amiga.

- ¡Vamos!, no exageres Marinette, - daba unas palmadas de aliento en su hombro - no es tan malo esta aquí, además él también ha venido. - señalaba con la mirada hacia el frente donde Nino y Adrien estaban.

- Pe- pero hoy era el día perfecto, es una linda tarde y además es el último día de la feria. E...era el momento ideal para decírselo. - dijo en un apocado murmullo.

- ¿Se puede saber qué te pasa? - preguntó preocupado Nino al ver el semblante decaído de su amigo.

- Estoy bien. - respondió con una forzada sonrisa.

- Pues no lo parece, no has prestado atención a la visita y pareces triste. - señaló lo evidente.

Una artificial sonrisa tímida se asomó en sus labios intentando tranquilizar a su amigo y con lo mismo giró su apagada mirada hacia la guía mientras que en su cabeza volvían las alegres imágenes de hacía dos días.

"- Mi lady, me preguntaba si...si ¿te gustaría acompañarme a la feria el viernes? - dubitativo preguntaba el héroe a su compañera.

La batalla había sido difícil, pero como siempre habían sabido levantarse con la victoria, y ahora ya más tranquilos veían como poco a poco la tarde caía sobre París envuelta en cálidos colores.

- Po- podemos pasar una linda tarde y... - con los nervios a flor de piel no pudo continuar cuando la melosa voz de Ladybug lo interrumpió.

- Suena bien, quizás pueda ir. - la mandíbula del felino héroe cayó en cómico gesto cuando sus ojos se abrieron incrédulos. - Ahora debo irme.

Ante la atónita mirada de Chat Noir la heroína lanzaba su yoyó para de un impulso desaparecer entre los tejados dejando a su compañero con el corazón desbocado y una sonrisa enamorada en sus labios."

Y ahora estaba ahí, escuchando la explicación de la guía en lugar de ir a buscar a su Lady para disfrutar de esa linda tarde en su compañía.

- ¡¡COLETTE!! - el amenazador grito se escuchó por toda la plataforma captando de inmediato la atención de todos los ahí presentes.

Al buscar el origen del grito todos miraron hacia arriba, encontrándose con sorpresa con la bizarra imágen de una mujer ataviada con un colorido a la vez que estrambótico atuendo con los colores de la bandera de Francia, y que con furia en su mirada señalaba con su bastón a la guía.

Una Linda Tarde Where stories live. Discover now