Cosita linda

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Fin de clases al fin y todos prestos se apresuraban a salir; grupos de jóvenes se aglomeraban a las puertas del colegio organizando cualquier actividad para disfrutar de esa soleada tarde de viernes entre amigos.

Todos se mostraban alegres y felices, todos menos una taciturna chica que distante escuchaba los planes de su amiga.

–¿Marinette?, ¿Marinette?...¡Marinette!–. exclamó con fuerza Alya tratando de captar la atención de su ya de por si distraída amiga.

–¡¿Qué?!– la azabache sobresaltada dio un pequeño salto en su lugar.

–Ay, niña, ¿Qué voy hacer contigo?– se sostenía el puente de la nariz entre sus dedos en gesto indulgente hacia su amiga –Te preguntaba si estabas segura que no puedes venir a la feria con nosotros, iremos toda la clase–  con ojos traviesos se acercó al oído de su amiga y en un suave susurro, –incluso vendrá Adrien.

–Lo se...–  dijo con pesar –. Pero mis padres tienen que salir y me han pedido que me quede en la panadería.

Resignada miró hacia donde Adrien hablaba animado con Nino, casi pierde el equilibrio cuando el joven modelo la miro fijamente y alegre la saludo con un gesto de su mano, ella nerviosa no supo más que responder con un burdo movimiento con ambas manos. Aun cuando Adrien tomó su teléfono para responder a una llamada ella continuó movimiento sus manos en asíncronos giros.

–Vamos chica– Alya tomándola por el brazo tiró de ella apartándola del rubio motivo de su ensimismamiento, – lo vas a derretir si lo sigues mirando así.

–¡Ayyyy! Es que es tan guapo, tan dulce, tan listo, tan.... – entre suspiros salía la retahíla de adjetivos.

– Jajajaja, En serio Marinette, ¿Por qué no te decides y lo invitas a salir?

– Sabes que no puedo hacerlo, en cuanto estoy cerca de él me bloqueo completamente y todas las palabras se mezclan en mi cabeza y tú ya sabes lo que pasa después–. dijo cabizbaja.

– En fin, ya sera otro día.– dijo resignada, buscando dentro de su bolsa – Pero por el momento ten, al menos te hará compañía en la panadería.

Alya le entregaba a su amiga, quien no dejaba de verla extrañada, el último número de la revista Vogue, donde en portada venia destacada la presentación de la temporada de verano de Gabriel Agreste.

Al despedirse Alya se dirigió hacia donde estaban Nino y Adrien. Le extrañó ver a su rubio amigo con expresión sería mientras guardaba el teléfono en su bolsillo.

– Bien chicos, ¿listos para irnos? –. Comentó animosa, queriendo aligerar el momento.

– Yo lo siento, no podré ir. – dijo Adrien en tono desanimado – Mi padre ha dicho que espere aquí a que vengan por mí porque ha surgido una sesión de fotos de última hora para su nueva temporada.

– Tu padre no puede hacerte eso, ya habíamos planeado la tarde. – dijo Nino con molestia.

– No te preocupes vayan ustedes y diviértanse. – mostró una atenuada sonrisa de resignación.

Alya se giró hacia donde hacía tan solos unos minutos su amiga se había marchado y pensando en como es que ambos eran tan iguales y sin embargo...

Una hora después de despedirse de sus amigos, Adrien sentado en las escaleras del colegio continuaba esperando a que pasaran por él. De pronto su teléfono comenzó a sonar incesante, en la pantalla pudo ver que era Nathalie quien le llamaba.

– ¿Si? – respondió desganado pensando que nueva tarea tendrían para él.

– Adrien, la sesión de fotos se ha cancelado y el chofer ha tenido que ir a recoger unos patrones que necesita tu padre. – indicó diligente como siempre la asistenta de su padre – Tendrás que volver solo a casa, ten cuidado. – y sin más colgó.

Resopló ofuscado, dejó de ir con sus amigos, tuvo que esperar durante más de una hora a que supuestamente vinieran por él y no había comido nada. Había perdido una esplendida tarde en compañía de sus amigos y ahora tenía que volver a la soledad de su habitación.

Resignado, tomo su cartera y comenzó a caminar hacia la entrada del metro. Al llegar a las escalinatas del subterráneo su estómago comenzó a emitir el típico rugido del hambre. Levantó la vista y una gran sonrisa se dibujó en sus labios al ver la panadería de los padres de Marinette.

*•*•*•*

Había terminado de atender al último cliente, desde que llegara del colegio se había encontrado con la panadería llena de gente y no había podido parar ni para tomar un bocado hasta ahora.

Ya más tranquila tomó un croissant de una de las bandejas y se sentó frente al mostrador, sacó de su cartera la revista que Alya le había dado y miró en el índice la página donde venía el artículo de la nueva temporada de Gabriel Agreste.

El bocado de croissant cayó de su boca cuando abrió la revista y se encontró con las fotos de Adrien modelando el nuevo vestuario, desde camisas de lino a medio abotonar hasta la presentación de los trajes de baño.

Sus ojos en incesante titilar brillaban encantados, una sonrisa boba se había formado en sus labios la cual se ampliaba con cada nueva página donde se mostraba a su platónico amor. Quien la viera descubriría el lado dulce de la perversión en su mirada.

Estaba tan ensimismada en la revista que no escuchó cuando la campanilla de la puerta sonó anunciando a un nuevo cliente.

– ¿Por qué es tan difícil decirte lo que siento? – ajena a todo le hablaba con cariño a la revista – si tan solo fueras real, cosita linda, cuántas cosas te diría – acariciaba con extrema suavidad cada una de las fotos.

Con un suave movimiento humedeció sus amelocotonados labios con la sedosa punta de su lengua. Tan abstraída estaba que no escuchó frente a ella el fuerte sonido que produjo el difícil pasar de la saliva.

– Hoy mismo te lo hubiera pedido. – dijo con renovada convicción y ante la seguridad de creerse sola – Hola Adrien,–  con voz dulce volvía a hablarle a la revista – yo me preguntaba si...si querrías disfrutar de una linda tarde conmigo...podríamos ir al parque. ¿Qué dices chico guapo?.

– Me parece genial...–  sonó una aterciopelada voz frente a ella – y podríamos llevar algunos croissants también. – concluyó con un travieso guiño.



[•*FIN*•]

Una Linda Tarde Where stories live. Discover now