Celestinas

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Parte Tres

Concentrada, hacía las últimas modificaciones al documento de la pequeña lista de encargos que su jefe le había dado esa misma mañana con carácter de urgente.

- Espero que me explique todo esto a su regreso. - Pensaba mientras hacía un nuevo cambio a una de las cláusulas del documento.

El sonido de la entrada de un mensaje en su teléfono desvió su atención a la pantalla del dispositivo.

Adrien: Marie, cancela la reserva en el restaurante.

Una profunda exhalación de condescendencia salió por sus labios mientras rodaba sus ojos .....hastiada....

- Podría decidirse de una vez. - Dejando lo que estaba haciendo dio un sorbo a su café antes de cumplir con el nuevo encargo de su jefe.

[*•*•*]

Veinte minutos antes, dentro del vehículo Adrien observaba desconcertado la expresión nerviosa de su chofer.

- ejem - Se aclaró la voz antes de responder a tan curiosa pregunta - sí, me gusta el quiché de salmón, es de mis favoritos. - Añadió ante la insistente mirada de su conductor - Supongo que en el restaurante podremos pedirlo si es que a usted le apetece. - Sugirió amable.

Marinette movía nerviosa los labios entre sí, buscando más que las palabras adecuadas el valor para la inusual petición. Pensándolo fríamente era eso o sufrir el tormento de una nueva "no cita" concertada, como su madre lo quería hacer ver.

Sus párpados se cerraron unos segundos y una profunda inspiración por la nariz se escuchó seguida por una cansada exhalación por la boca, indicando que lo que fuera a pasar pasaría en ese mismo momento.

- No... no me refería a to...tomarlo en... un restaurante. - El leve golpeteo de la palma de su mano sobre el volante denotaba su apremio sobre todo al ver la expresión de incomprensión en el rostro de su cliente - Yo...yo decía...decía de ir a comer a mi casa. - Dijo por fin entre balbuceos.

- ¿A su casa? - Sus ojos se abrieron de más dejando que la verde mirada llena de sorpresa se posara intensa sobre ella.

- Si...,¡NO!...qui...quiero decir no...es...es a casa de mis padres. - Aclaró inclinando la cabeza donde la visera de la gorra ocultaba el fuerte sonrojo de sus mejillas.

- ¿Está sugiriendo ir a comer a casa de sus padres? - Inquirió aún más confundido.

Mirándolo apremiada por debajo de la visera respondió con un único ademán de su cabeza y una tímida sonrisa nerviosa.

- Señorita Dupain no lo entiendo, ¿por qué tenemos que ir a casa de sus padres? - Inquirió ahora con la curiosidad de la inusitada petición.

Un sonoro suspiro se dejó escuchar y lentamente levantó la cabeza hasta que su azul mirada se encontró de frente con los verdes ojos de su cliente.

- Vera señor Agreste...mi...mi... - El paso de la saliva se hizo pesado al buscar las palabras para explicarle la situación ya que no era un amigo con quien hablaba sino el cliente de la empresa para la que ahora trabaja y bien sabía que necesitaba el trabajo hasta que encontrara algo en el mundo de la moda - madre es algo...algo ¡particular!, es...es...es...algo...algo...- Bajaba la vista buscando la correcta definición - ¡así como su madre!. - Apuró a decir.

- ¿Como mi madre? - Inquirió confundido.

- Ella es un...poco protectora conmigo, esta afanada en encontrar un buen chico para mí porque piensa que necesito a alguien conmigo, que yo solo pienso en trabajar y que así acabaré sola. - Una sutil sonrisa cariñosa se dibujó en sus labios al pensar en las inocentes ocurrencias de su madre.

Una Linda Tarde Where stories live. Discover now