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En un mundo donde las condiciones ambientales dificultaron la existencia humana y obligaron al cuerpo mutar para no perder la descendencia de la raza; los países al tener pocos habitantes se unificaron para pertenecer totalmente a reinos continen...
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Sé muy bien que no debo de estar pasando tiempo tan despreocupado por cualquier parte del palacio y menos con el niño que se encontraba conmigo.
—Vamos Yuuri —grita mientras corre al rededor del bosque—, llegaremos tarde.
Nos dirigimos hacia un pequeño estanque. Pues prometimos realizar un picnic, y apesar de haberme negado mil veces Viktor era demasiado insistente que no pude negarme más.
—Viktor, no corras. Me dejarás atrás —el mencionado voltea en cuanto termino de hablar y se dirige hacia a mi.
—Necesitamos apurarnos Yuuri —canturrea mi nombre.
—No tenemos prisa, tenemos todo el día.
Deja de correr para después tomar mi mano.
Ya han pasado dos semanas desde que conocí a Viktor debajo de aquel árbol de cerezos. Todos los días hemos jugado y el día de ayer de repente se le hizo buena idea ir al estanque que está cerca del árbol en donde lo conocí.
Nunca había convivido con otros niños a parte de mi hermana, por lo que aprecio que Viktor sea tan cálido conmigo. Aunque sus cariños sean demasiado demostrativos, supe que él era de ese tipo de actitudes.
Ya no es tan molesto como las primeras veces.
— ¿Cuál es tu sueño Yuuri? —Me pregunta de repente. La pregunta me toma por sorpresa que de pronto no sé qué responder.
—Uhhmm... —pongo mi mirada en el cielo como si esto fuera a ayudarme a encontrar una respuesta—, me gustaría ser doctor de grande y poder ayudar a que mi hermana se cure —digo después de pensarlo por unos minutos.
—Es un bonito sueño Yuuri —me dirige una sonrisa mientras aprieta más el agarre de nuestras manos.
— ¿Cuál es el tuyo Viktor?
—Mmhh.... veamos, supongo que el de ser un buen rey para Rusia —me vuelve a mostrar su sonrisa pero está vez es tan grande que incluso cierra sus ojos al hacerlo.
—Estoy seguro que lo serás —le regreso la sonrisa—. Aunque no entiendo mucho de esas cosas —confieso en medio de una débil risa.
—Bueno, pues para empezar necesito tener a una persona a mi lado para reinar —suelta mi mano y se para en frente de mi lo que hace que detenga mis pasos—. Cuando seamos grandes me casaré contigo Yuuri —soltó.
¿Qué? ¿Había escuchado bien? Abro los ojos tan grandes como platos.
— ¿Qué pasa Yuuri? —pregunta ante mi reacción y al ver que no decía nada—. ¿Tú no quieres casarte conmigo?
—Ah, pero-... —mi rostro se estaba poniendo caliente ante el sonrojo por las palabras, ¿pero qué le enseñaban a este niño? A poco no se ha dado cuenta de que solo tiene 11 años, y yo, ¡solo siete años!—. ¿No crees que estás pensando a muy lejos las cosas Viktor?
