3. Prisión

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Después de más de cinco horas de vuelo, el jet aterrizó en medio de un bosque

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Después de más de cinco horas de vuelo, el jet aterrizó en medio de un bosque. Desconcertado sobre el lugar en el que me encontraba observé por mi ventana el paisaje que había tras de ella. El personal que me había acompañado en mi viaje solicitó que abandonara el lugar y al salir un carruaje ya me estaba esperando para llevarme hacia donde yo suponía, era el lugar de mi encierro.

Subí al vehículo que esperaba por mí con la idea de por fin tener un poco de privacidad, pero al parecer no sería así. Dentro del habitáculo se encontraba una mujer con semblante y expresión severa, delgada, con piel blanca y fina. Tal vez ya estaba por llegar a los cuarenta si no estimaba mal. Dejé a un lado mi observación y me limité a subir y tomar asiento. Mi equipaje era lo de menos en ese momento, sólo quería llegar a cualquier habitación y encerrarme para poder escapar un poco de mi realidad.

—Fue un largo viaje, joven Yuri. Espero que nuestras tierras sean de su agrado —soltó en tono seco aquella señora—, aunque, tal vez sea un poco más de lo que está acostumbrado a ver —ciertamente tenía razón. Yo desconocía el mundo en el cual vivía, el palacio en Japón y sus jardines siempre fueron el único mundo que en mi vida había visto. Sólo el recordar a mi familia y amigos hacía que un gran dolor en mi pecho se hiciera presente. Las palabras no podían emerger de mi boca, sin embargo, el silencio no estuvo presente por tanto tiempo—. De ahora en adelante seré tu tutora real, además de los estudios, estaré a cargo de ti en el ámbito estético y servicio a las 24 horas del día. Algo así como un mayordomo, por eso espero que nos llevemos bien de ahora en adelante —sin expresión alguna estiró brazo mostrando su delgada mano y esos finos y blancos dedos, para después estrechar un saludo.

—Contaré con usted de ahora en adelante, sea gentil conmigo —dije de regreso y ella soltó una pequeña y delicada risa.

—Es cierto que los japoneses son muy cortés y formales.

—Eem... bueno, verá, yo... —dije apenado, pues socializar nunca ha sido mi punto fuerte—. ¿Falta mucho para llegar al palacio?

—Querido, todo este tiempo hemos estado dentro de los terrenos del palacio. No comas ansias, pronto estarás seguro y bajo techo.

Esas fueron las últimas palabras que salieron dentro de la conversación y pronto, el silencio se hizo presente. Para poder despejarme de mis pensamientos pesimistas y nostálgicos miré por la ventana y lo que parecía ser un bosque se estaba presentando ante mis ojos. En todas las horas que pasé dentro de aquél jet, mis ojos no se cerraron. No sé si eran nervios, miedo o ¿ansias? Lo que evitó que el sueño ocupara mi cuerpo, sin embargo por alguna razón la calma llegó y en menos de lo que lo imaginé me encontraba en el mundo de los sueños.

Un viejo y conocido sueño apareció a manera de recuerdo.

Mi vida era normal. Sí, normal. Podía visitar la ciudad con mi hermana Mari, no tenía que ocultarme de nadie. Un pequeño Yuri de al menos 6  años tomaba la mano de su querida hermana. El parque, la plaza, el mercado e incluso una escuela. Todo se veía tan real, más que un sueño parecía ser un recuerdo. Algo que tengo que admitir, es que mi memoria no es algo de lo que pueda presumir, pero los recuerdos de mi infancia suelen ser más borrosos que ningún otro. Realmente era algo que tenía poca importancia para mí, tal vez el hecho de que desaparecieran se debía a que ya no los necesitaba más.

Hielo ❄️Where stories live. Discover now