Hielo ❄️

2. Adiós

Los días pasaron demasiado rápido para mi gusto. Sin notarlo, me encontraba en el último día en que sería residente del país y pronto comenzaría una nueva vida al lado de una persona desconocida. ¿Que si tenía miedo? Sí, en realidad iba a ser la primera vez que saldría del castillo. Debido a que mi existencia era un secreto nunca tuve la oportunidad de recorrer las calles de la ciudad. Nunca tuve amigos del exterior, nunca tuve una vida que se le pudiera considerar "normal", aunque para mí, mi estilo de vida era normal, ya que no conocía otra manera de vivir.

— ¡Yuuuuri! —sentí el abrazo de Yuko al entrar en la habitación.

—Hola Yuko, creo que ya te llegaron las noticias ¿o me equivoco?

— ¿En serio no hay opción?

—Las cosas se tornaron algo difícil para nosotros, no hay nada que podamos hacer y la situación del continente no nos lo permite. Es morir o ser salvados por Víktor.

Yuko se limitó a guardar silencio y un rostro de tristeza se hizo presente en ella.

—Realmente quería que conocieras a mis niñas.

— ¿Serán niñas? —Dije con sorpresa y alegría.

—Así es. Tan solo 2 meses más y tendré a mis bebés —soltó con emoción y llena de orgullo.

Yuko es un año mayor que yo y a pesar de ser beta podrá tener una familia con Takeshi, el hijo del sastre real. Entre todo el mundo exterior, además de los sirvientes del castillo, son las únicas personas que saben de mi. Los tres siempre fuimos buenos amigos y, a pesar de mi status y condición, con ellos no me sentía atado por ser de la realeza o por ser omega. Nunca cuestionaron la razón del por qué tenían que mantener en secreto mi existencia, ni siquiera yo lo entendía, pero era algo con lo que tenía que vivir, pues sabía que mi familia lo hacía por mi bien. Eso quería creer.

—Me da gusto que a pesar de la situación en la que la humanidad se encuentra inmersa, puedas cumplir tu sueño de tener una familia.

—Su alteza, usted es tan generoso. No soy digna de tales palabras llenas de bondad -dijo en tono de broma, y es que realmente entre nosotros no existían muros, éramos casi hermanos.

—Como príncipe de este continente, necesitan de mi bendición. Siéntete agradecida —continué con su juego.

Ambos reímos y yo ya había terminado de hacer mis maletas para el día de mañana.

—Yuri, realmente me preocupas, yo tengo en cuenta tu lugar como príncipe. Hablé con Takeshi y si quieres, nosotros te ayudaremos a escapar para que Víktor no te encuentre.

—Agradezco tus buenas intenciones, pero esto es por un bien común.

— ¿Bien común? Amenazar a nuestro país no es algo que se considere algo justo como para hacerte tomar una decisión así.