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Que la fiesta comience

El chileno se puso de espaldas y lanzó el ramo de flores que traía, al tirarlo, todos los invitados se abalanzaron a tomarlo, pero este calló en las manos del ingles, el cual se sonrojo, estaba teniendo una tranquila conversación con España, ambos se miraron y luego miraron al chileno, el cual solo se encogió de hombros con una sonrisa burlona.

Era la hora de cortar la tarta, el alemán y el chileno tomaron el sable y cortaron la tarta, el mayor tomaba las manos del chileno, al cortar el trozo, ambos lo compartieron.

Los encargados siguieron cortando en trozos la tarta, repartiendo la entre todos; la tarta era muy grande, de tres pisos, blanca entera, con una figurita donde salían ambos.

El mexicano comenzó a comer y a comer aquella tarta, quedando completo luego de 10 piezas, cosa que sorprendió a los invitados.

La fiesta transcurría con tranquilidad, algunos tomaban, otros charlaban con tranquilidad, otros bailaban..

Llegó la hora del baile del baile, todos se apartaron, haciendo un círculo al rededor de la pareja, ambos se miraron y se alejaron, colocándose en diagonal, el alemán hizo una reverencia, todos creían que iba a ser el baile con música clásica, pero para sorpresa de todos, ambos sacaron un pañuelo y comenzó a sonar una música de cueca.

Todos miraban a los ágiles movimientos de ambos, estando totalmente coordinados, todos los miraban impresionados, y más al alemán, el cual se le daba bastante bien.

Al terminar, la respiración de ambos agitada, estos dos se miraron mientras todos los aplaudían asombrados, juntaron ambas frentes y se dieron un suave beso.

Ambos cansado se sentaron el una silla de las que había allí, el baile había terminado, pero la música seguía.

México estaba bebiendo y bebiendo, haciendo una competición con el zar, estando ya los dos muy borrachos.

Ya eran las seis de la mañana, casi todos se había ido, menos el mexicano y el zar, los cuales dormían juntos.

El chileno dormía tranquilamente entre los brazos del alemán, estaba muy cansado, ambos se fueron en su coche de bodas.

Al llegar a la casa, aparcado el coche y el alemán cargo al chileno, llevándolo al cuarto, tumbandolo en la cama.

Ya habiendo cambiado de ropa al menor, se quitó su ropa también y se puso su pijama, cansado, se tumbó en la cama, sintiendo como unos brazos lo abrazaban por atrás, dando una suave risa, dándose la vuelta y abrazando al menor, duermiendo tranquilamente ahora.

Aunque fuesen las 8 de la mañana, dormirían hasta muy tarde, había sido una de sus mejores experiencias.

Mein Chile...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora