Capítulo Seis

1.5K 128 24
                                    

Nos encontramos a la salida de la fiesta. Kate y Luna salieron juntas y yo ya estaba esperando en la puerta junto a Santiago y Jazmín; con quien había estado bailando unos minutos atrás. Nos despedimos de ellos y comenzamos a caminar hacia casa. Kate y yo vivíamos por la misma zona, un par de cuadras de diferencia, pero hacíamos el mismo camino. Luna, en vez de volver a la suya, iba a lo de su abuela, así podía acompañarnos.

Comenzamos nuestra trayectoria hacia la casa de Katie, que venía primera. Nuestras suelas resonaban en las desoladas calles de Buenos Aires. Se podía observar cómo el cielo comenzaba a aclararse. Dejaba su azul oscuro por uno más claro. En el horizonte relucían colores naranjas y dorados. En pocas horas el sol estaría en lo más alto del cielo. Una leve brisa caminaba junto a nosotras haciendo que las hojas de los árboles se estremecieran. Llené mis pulmones con aire, apreciando el silencio de las calles. Solo se oían nuestras risas. De vez en cuando un auto se hacía presente, pero desaparecía rápidamente. Mi cabello volaba detrás de mí dejando mi rostro al descubierto. Nos contábamos lo que sucedió esa noche en las cortas horas en que estuvimos separadas. Luna era la que más hablaba. Cada vez que pensaba que su relato había acabado recordaba algo nuevo. ¿Cómo podía pasarle tanto en una sola noche?, nunca dejaba de sorprenderme. A Katie tuvimos que básicamente arrancarle información sobre Theo. A pesar de ello, solo soltó un par de cortas y concisas palabras. Se volvía tímida cada vez que pronunciábamos su nombre, pero siendo ella jamás lo aceptaría.

—¿Por qué estamos pasando por desapercibido que Elle pasó toda la noche con el hermano de Jaz? –Ambas rieron mientras yo negaba con la cabeza–. ¿Cómo es?

—Es.... es divertido, tampoco hablamos tanto. Por momentos actuaba de forma extraña –contesté mientras me abrazaba para aguantar el frío.

—¿Cómo? –preguntó Kate confundida. Ahora estaba mucho más tranquila. Parecía que el alcohol ya había dejado su organismo.

—No lo sé; igual no me preocupé. La culpa la tiene lo que sea que haya consumido. Estaba lúcido, sí, pero tampoco para alardear.

Nos quedamos calladas un rato. Nuestros silencios no eran incómodos e incitaron a mi mente a divagar por lugares que no quería que fuera.

La imagen del pelinegro encendiendo la motocicleta hacía que un escalofrío tomara control sobre mi cuerpo. Tragué pesadamente. ¿Debería contárselo a las chicas? Temía por Kate. No sabía cómo reaccionaría a la noticia de que el amigo de Theo estaba loco... bueno, es decir, todos parecían estarlo. Pero él más que nadie. Corrí mi cabello hacia un costado. Si no se los decía iba a perseguirme toda la noche. Aparte, quizás estaba dejándome llevar por el momento y esa noche solo había sido una estúpida coincidencia.

—Sé de quién es la moto –solté de repente.

—¡Qué! –exclamó Luna. Kate miró confundida.

—Sí, es de Félix –respondió ingenuamente. Parecía perdida ¿Acaso lo sabía? Me negaba a creer que tuviera algo que ver con todo esto. La miré mientras levantaba una ceja–. ¿No sabían? Lo vi bajarse cuando llegábamos con el auto. –Luna soltó una enorme carcajada. Fue tan fuerte que tuvo que frenar y sostenerse del hombro de Katie:

—¿No recuerdas que frenamos frente a una moto antes de entrar y Elena nos contó...? –Pero no pudo terminar porque la risa ganó lo mejor de ella. Vi cómo Kate abría su boca y se reía.

—Oh. –Las carcajadas de mis amigas me relajaron. Suspiré. Seguro que solo había sido una coincidencia, no podía continuar condenándome por esa noche. Era una tontería y solo me lastimaba a mí. Me sumé a su alegría y pretendí que no me afectaba. Era hora de dejar todo esto ir.

Moon Night Donde viven las historias. Descúbrelo ahora