15) Fiesta de Cumpleaños (Diciembre Dinámico)

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Cumplir años es muy divertido cuando puedes festejarlo a lo grande

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Cumplir años es muy divertido cuando puedes festejarlo a lo grande. Días antes de mi último cumpleaños, me gané la lotería y con mis amigas organizamos varias fiestas, con la invitación abierta a todo mundo. Me prometí que luego de ese despilfarro iba a invertir en algún negocio redituable, pero mis amigas insistían en vivir el momento.

El festejo principal por mi cumpleaños duraría tres noches seguidas, era el fin de semana largo por la Inmaculada Concepción. Luego viajaríamos a Punta del Este, a vacacionar junto a la crème de la crème y, por supuesto, la parranda continuaría allí también.

No recuerdo bien qué día, entró a mi fiesta un morocho de ojos azules increíble; lo estaba mirando desde que cruzó la puerta y lo seguí atenta como un radar. Preguntó quién era la cumpleañera y me presenté delante de él de inmediato.

—¿Sos mi regalo de cumpleaños? —lo increpé alentada por el alcohol en mi sangre.

Él tardó unos segundos en entender, pero luego me sonrió y empezamos a bailar. Estuvimos toda la noche juntos hasta que me sugirió ir a un lugar más tranquilo. Me enloqueció, no podía decirle que no. Al mirar sus ojos me sentí perdida por él, aún sin conocerlo, quería entregarle todo mi ser.

Lo llevé a mi departamento por mayor seguridad, ya que luego irían mis amigas también. Él empezó a besarme, luego bajó a mi garganta y allí continuó... De repente, sentí una puntada profunda en mi cuello, un dolor desgarrador como cuando te clavas un clavo en el pie y tardas unos segundos en reaccionar. Siempre hay clavos por doquier cuando sos pequeña y andas descalza todo el tiempo. Pero, ¿qué estaba sucediendo?

Quise alejarlo de mí para ver qué me pasaba; él no se apartó, estaba pegado a mi cuello. Entonces empecé a sentir cómo mis venas eran drenadas, similar a cuando donas sangre y la bolsa se llena muy rápido, pero aún peor. Las venas duelen cuando se vacían y los músculos empiezan a resentir la falta de irrigación. Me debilitaba a un ritmo acelerado, quería gritar y la voz no salía de mi garganta seca.

Oí el timbre del departamento como una campanada lejana y creí que estaba salvada, y ahí sí mi voz resonó diciendo que se fueran porque estaba acompañada. Pero no salió de mi boca.

Cuando terminó conmigo me sentí vacía, y liviana como una hoja de papel. Y me dejó caer al suelo como una. Lo vi todo.

—Eres especial, ¿lo sabías? —me dijo, y acercó su muñeca ensangrentada hasta mi boca.

Quise negarme, quise preguntarle qué me había hecho, sin embargo sus ojos dominaron mis sentidos y lo mordí como me pedía.

Desperté algunos días después en Punta del Este, el plan siguió su marcha. El extraño estaba junto a mí y a mis pies yacían los cuerpos sin vida de mis amigas.

—Ellas no eran especiales como tú —fue lo único que me dijo antes de desaparecer de mi vida para siempre.

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500 palabras.

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Relatos Perversos [ANTOLOGÍA]Where stories live. Discover now