» Prólogo

446 65 26
                                    

Wooyoung.

Tenía siete años cuando mi abuela materna me contó sobre la bendición de mis ojos, una que fue pasada de generación en generación, aunque nadie le creía. Ella decía que el punto brillante en mis ojos representaba la vida más allá de la muerte y que era una forma de ver lo que nadie puede ver.

La vida siempre fue un total misterio. La forma en la que naces, creces y luego mueres era tan fascinante como aterradora. Cuando cumplí diez, mis padres decidieron llevarme al psicólogo. Para ellos, no era normal que estuviera tres años seguidos hablando con mi abuela, que, falleció mucho antes de yo haber nacido.



Está loco!"



Decía mi padre. Llegué a pensarlo, pero mi madre decía que realmente describía a mi abuela. La recuerdo muy bien. Con su cabello blanco y trenzado, de mejillas gorditas y sonrisa encantadora. Las palabras que ella acostumbraba a decir, salían de mis labios haciendo llorar a mi madre.

Por supuesto, no se puede ir en contra de mi padre y asistí al psicólogo por los siguientes cuatro años. Ellos pensaban que era lo correcto, que yo estaba mejorando y que ya podía tener una vida normal. ¡Claro!, tengo un amigo que es un adolescente de dieciocho, que murió hace veinte años y por alguna extraña razón no ha dejado el mundo de los vivos.

Decidí abandonar el psicólogo, fingiendo estar bien, que ya no veía a esas personas y que mis ojos sólo veían a quiénes estaban físicamente frente a mi. Era una mentira, en efecto. Mi amigo a mi lado se reía de mi. Pero no soportaba el tiempo que debía estar ahí, hablando con una persona que sólo me decía que estaba mal y que tenía que mejorar. Si pudiera hacerlo, no estaría ahí escuchándolo todos los jueves, por dos horas.

Cuando cumplí veintiuno, decidí mudarme completamente aparte. Ya estaba en la universidad, tenía un trabajo de medio tiempo y mis ahorros. Sentía que podía, yo quería intentarlo. Mis padres se negaron, pero luego de persuadirlos y dejarles claro que ya no veía nada, accedieron. Sin embargo, mis ojos "benditos" no dejaron de ver a esas personas que nadie puede ver y con eso, mi amigo, quién me sigue a todas partes.

Dos años viviendo solo, con mi amigo que aparecía de vez en cuando, mis padres rara vez iban a mi casa. Y esta vez, era una muy, pero muy rara ocasión.



— ¿Papá, qué haces aquí?



Mi papá estaba en mi apartamento de dos cuartos, me veía asustado y eso me puso a la defensiva. Algo había pasado y vino a darme malas noticias.



— Yo, yo todo este tiempo te he tratado como si realmente estuvieras loco, Wooyoung. Nunca le creí a tu madre, ni las historias que contaba tu abuela.



Mi celular comenzó a sonar, era mi mamá. Entendí que habían peleado y por eso mi papá estaba en mi casa.



— Es mamá, le dire que estás aquí...



Ni siquiera tuve tiempo a hablar, cuando mi mamá llorando me gritó que mi padre falleció en un accidente automovilístico por alguien que conducía ebrio. El teléfono cayó, al igual que mis lagrimas mientras veía a mi papá sonreírme y poco a poco desaparecer.



— Supongo que mi último deseo era saber que realmente podías ver más allá o tal vez, sólo quería verte.



Ese día mi papá desapareció ante mis ojos, estos ojos que tanto odio y haría lo que fuera por no verlo partir. Los ojos que me darían la oportunidad de verlos, fueron testigo de ver a mi padre irse, y del miedo, las palabras nunca salieron de mis labios. Me enojé conmigo, con mis ojos, con esta maldición que ha pasado de generación tras generación. Mi abuela no tenía la razón, así que tomé una decisión.

Haré hasta lo imposible por quitarme estos ojos malditos.

Cursed Eyes » SanWooWhere stories live. Discover now