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Prudence Towers-Taylor entró a la gran universidad de Oxford con el fin de visitar a su hermanastro. Ya habían pasado algunos meses desde que se conocían, y para la mala suerte de Roger, ya habían convivido con “la familia” tres veces más, y solo aceptaba porque el rubio tenía la esperanza que su papá comenzara a quererlo.

Sin más preámbulos, Prudence se dirigió al chico más cercano al que vio para saber dónde podría estar. Este fumaba un cigarrillo con la espalda apoyada en la pared. Cuando la chica se le acercó, botó el cigarrillo y la miró expectante esperando sus palabras. Fueron breves, tan sólo preguntó si conocía a Roger Taylor, que estudiaba biología allí, puesto que era su hermanastro.

— ¿Roger? —preguntó, ella asintió—. Bueno, linda, puede estar en muchos lugares. En su habitación o en la de cualquier otro chico, si es que entiendes a lo que me refiero. En fin, la suya es la tercera del cuarto piso. Subes las escaleras por allá, los cuatro pisos y llegas. Al frente está la de “su novio” —hizo comillas con los dedos.

— Está bien —dijo—. ¿Por qué en cualquier habitación?

El chico dio una risa sarcástica y negó con la cabeza.

— Los servicios a la habitación de tu hermanastro son muy populares —dijo simplemente y se fue.

Prudence comprendió, su amiga le había dicho algo bastante similar, solo que claramente mejor explicado. Hizo un gesto extraño y subió las escaleras. Cuando llegó, tocó la puerta de Roger, pero nadie respondió. Se encogió de hombros y tocó la de al frente, que como le habían indicado, era de Brian.

El rizado atendió la puerta y abrió los ojos sorprendido al verla.

— ¡Hola, Bri! —saludó—. ¿Está Roger ahí?

— Bueno, no —respondió con honestidad—. Salió con un amigo, yo tenía examen... ¿qué haces aquí?

— ¿No está claro? Vine a verlo —dijo sonriente, pensando un prejuicio erróneo por lo dicho por el otro chico, sin mencionar que Brian había dicho que estaba con otro chico.

— Ah —dijo con desánimo.

— ¿Puedo esperarlo aquí?

— No.

— ¿Qué?

— Quiero decir... pasa, pasa —se hizo a un lado com un gesto cansado y le dio espacio. Prudence entró como si de su casa se tratase.

— Oh —dijo—. Es... pequeña.

«¿Pensaste que iba a ser un departamento acaso?» se preguntó mentalmente Brian.

— Bueno, es lo que hay —dijo simplemente—. Siéntate.

Prudence rodeó la cama y se sentó en la de William con cierta incomodidad dibujada en el rostro. Brian entendió por qué era.

«Si eso te molesta, ahí no deberías sentarte, estúpida» pensó.

— ¿Y cómo van Roger y tú? —preguntó mirando por el lugar algo incómoda, viendo los pósters y libros que estaban esparcidos por las paredes y repisas.

— Bien —respondió simplemente, queriendo que Roger llegase lo más pronto posible para que Prudence se marchara.

— ¡Oh Dios mío, tienes una guitarra! —exclamó, Brian notó que iba a tomar el instrumento, así que lo tomó él lo más rápido que pudo.

— Eh... sí —dijo con incomodidad—. La hice yo, me ayudó mi papá...

— ¡Es genial! ¿Tu papá es carpintero?

Grown Up [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora