Requiem

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Nápoles, 29 de agosto de 1999

Si había alguien que conocía bien a Sorbet y Gelato, ese alguien era Formaggio, era el unico que de hecho, estaba plenamente seguro que el estado mental de Gelato no podia ser normal, se conocian lo suficiente como para el afirmar que algo malo habia sucedido, el no era entrometido, no pecaba de preguntar lo que no debia y no se metia demasiado en la vida ajena por respetar su privacidad, la de ellos como pareja y su propio cuello para no ser indiscreto  y hacerlos enojar. Mas, cuando los llamo a preguntar si habian llegado ya de Roma supo enseguida que algo malo habia sucedido, y de hecho, cuando Risotto menciono esa noche que era extraño no verlos no solo el se puso palido, vio a todos los demas encender una alarma de panico general con su expresion, algo terrible habia sucedido y el estaba consciente, todos lo estaban, era como tener un monstruo del tamaño de una habitacion que en realidad nadie deseaba ver, no por que deseara negarselo, si no porque su significado podria ser algo mas turbio y peligroso, y eso era un hecho.

Todos hicieron sus teorias, Sorbet y Gelato pecaban de ser imprudentes como pocas personas que el hubiera conocido en su vida, o mejor dicho, los unicos lo suficientemente temerarios para hacer una locura, porque eran expertos en hallar cosas que todos los demas no deseaban saber. Pero hasta el sabia que si Sorbet no aparecia a reclamar su parte por un trabajo bien hecho todo estaba mal. No respondieron cuando debian volver de Roma y no aparecieron varios dias mas tarde, cuando finalmente se separaron en equipos para buscarlos o hacer algun recorrido siguiendoles las huellas, no era extraño que en la mafia la gente muriera de la noche a la mañana, en definitiva era algo a lo que uno podia acabar acostumbrandose si se llevaba el tiempo suficiente en el negocio, pero ellos no eran como el resto de equipos, eran todos muy cercanos, como una familia.

Prosciutto y Pesci habian optado por recorrer Napoles y buscarlos, Illuso se dirigio a Roma, donde habia sido su mision, Melone se puso a revisar todos los registros de Passione y de paso se mantuvo a la espera de algun correo que le informara el deceso, algo, algo que les quitara la constante angustia de que si acaso estaban vivos o no, cualquier cosa era mejor que el silencio de su desaparicion. El simplemente le dijo a Risotto que investigaria por su cuenta, en San Gregorio Matese, su capo no le cuestiono, le dijo que llevara un telefono y que a la minima sospecha lo llamara, porque si no se tenian entre ellos dificilmente alguien mas los ayudaria.

Siempre se habia burlado por la preferencia de Amadeo de vivir tan estupidamente lejos, de hacer un viaje de 45 minutos diarios unicamente por tener una casita de cuento de hadas donde pudiera jugar a la casita con Gelato, ironico, pero debia admitir que cuando vio la casa y se vio renegado a ayudar en su restauracion su amigo lucia mas feliz, el era el mas feliz con esa casa lo suficientemente grande para un peloton pero donde solo vivian ellos dos. San Gregorio era un lugar pequeño, un pueblo donde vivian menos de doscientas personas y todos se conocian, no era de extrañarse que, al llegar y preguntar por Amadeo mas de uno le dijeran que hacia dias no lo habian visto, ni en los mercados ni en las tiendas, a el o su pequeño pastor aleman que era conocido por ser efusivo y alegre, tenia ese sabor amargo en la boca y un mal presentimiento.

Tuvo que alquilar un auto para llegar a la propiedad ubicada un par de kilometros fuera del pueblo. la puerta cerrada con firmeza y ni una sola alma, tenia la estupida esperanza de que al asomarse a la puerta veria a Gelato trabajando en el jardin y saludarlo con efusividad, pero no habia nadie. Toco el timbre, una, dos, varias veces, las manos le sudaban y le costaba tragar, tenia una angustia oprimiendole desde lo profundo de su estomago y cada parte de su ser le advertia no ir mas adelante, porque lo que sea que hubiera del otro lado de la puerta no seria agradable, el panico se apodero de el y presiono el timbre como poseso, al menos unos 10 minutos, rogando mentalmente que Amadeo saliera a insutarlo por joder su timbre, pero de nuevo, solo silencio.

C'est la vie (En edición)Where stories live. Discover now