Capriccioso

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Milán, 1970

Los hijos accidentales en el matrimonio no existían, no si tenías varios años de matrimonio y un hijo de casi 5 años, o eso pensaban Santino y Lia Specchi quienes vieron la inevitable prueba de embarazo en positivo en la mano de Lia echándole la culpa a su esposo, ellos no eran de intimar muy seguido, pues era un matrimonio arreglado y complejo que se había formalizado por cuestiones familiares quienes ya los tenían comprometidos desde que eran niños, ninguno se negó y se conocieron formalmente veinte minutos antes de casarse, llevaban ya 7 años de casados y un hijo llamado Franco, quien era si no la base de su desinteresado matrimonio sin amor. Santino era arquitecto y Lia una diseñadora de modas quien tenía su estudio en casa, casi no se veían y era normal que durmieran juntos una o dos noches a la semana y casi nunca se vieran, eso sí, le ponían toda su atención a Franco cuando estaban en casa, le inculcaron a hablar varios idiomas, francés, inglés y portugués, que aprendiera a tocar el piano y él clavicordio desde pequeño, esgrima, matemática, ciencia, poesía, querían que su hijo destacara y fuera el mejor en todo, y lo era. Franco tenía cabello negro y ojos azules, era alto y de facciones adorables similares a las de un querubín, un niño hermoso, y esperaban no tener más.

Esa era la idea de Lia quien no tenía interés en otro niño, pues los niños eran una distracción innecesaria y no siempre tenía tiempo inclusive para Franco, pues podía pasar encerrada dos días seguidos dibujando y cosiendo como si nada más que su trabajo existiera, pues pese a los generosos ingresos de Santino ella jamás dejó su profesión, le apasionaba la moda y lo que hacía, y en más de una ocasión se veía obligada a arrastrar a Franco con ella a las pasarelas o exposiciones, y él se portaba bien únicamente porque le aburría y veía pasar a las modelos con sus extravagantes vestidos, él no era de los que mostraba interés en esas cosas de niñas y mujeres en las que él no tenía talento. La discusión que siguió a la prueba de embarazo positiva fue de magnitudes colosales y pasaron toda la cena gritándose sobre la mesa mientras su hijo simplemente cenaba, comía su porción de cheesecake y se retiraba dejando que sus padres se insultaran y buscaran culpables por algo en lo que ambos habían intervenido en una noche de copas, ellos no eran una pareja o un matrimonio normal donde no buscaban culpables, se culpaban porque ninguno quería a ese niño pero tampoco se atrevían a interrumpir el respectivo embarazo por sus creencias cristianas, simplemente siguieron adelante con él como si nada.

Los malestares eran típicos y poco o ningún caso le hizo a sus antojos mientras trazaba y trazaba patrones de ropa sobre los papeles para crear sus prendas, con la taza de café a un lado y con suerte yendo al médico una vez al mes. Contrario a ellos Franco estaba muy feliz, pues siendo hijo único pasaba su día a día entre clases y las prácticas de piano tener un compañero de juegos sonaba a algo maravilloso pues estaba bastante sólo, le gustaba la idea de tener un hermano menor, a alguien a quien poder enseñarle piano y practicar inglés con la cursi música de sus profesores, era él quien veía con más emoción como el vientre de su madre se abultaba detrás de la ropa y no ella quien simplemente cambiaba de prendas, era él quien se quedaba dormido abrazado a su vientre y le hablaba a su hermano en las noches, cantándole y narrándole historias, feliz de ese pedazo de cielo en su vida que llegaba a hacerle compañía y a desaparecer la soledad que sus descuidados padres habían inculcado en el, sería su hermanito, y él lo protegería, y lo amaría inclusive si sus padres no lo hacían.

Milán, 31 de julio de 1971

Su nombre fue Illuso, el nombre que sus padres decidieron cuando nació esa cálida mañana de julio en medio de llantos y bañado en la luz neón de la sala de emergencias, debían ser poco más de las 4 de la mañana cuando empezaron y ella fastidiada tomó su auto, un Volvo color rojo que tuvo que conducir cuando la fuente se le rompió y tuvo que llevar a Franco medio dormido en el asiento del pasajero para llegar al hospital, su esposo era un inútil y ella no tenía paciencia para esperar una ambulancia y menos para pedir una niñera a esa hora para su hijo quien se frotaba los ojos cansado y preguntando a dónde se dirigían a esa hora, cuando ella le respondió que a su hermano le había apetecido nacer ya el simplemente salto de la emoción en su asiento y se sentó obedientemente en la sala de espera sujeto a su osito mientras esperaba. Santino llegó al hospital cerca de las 8 de la mañana mirando como Franco jugaba con las enfermeras y preguntaba cada cinco minutos por su hermanito quien ya debió haber nacido, no pasó mucho rato desde que él llegara a que el médico le informara que podría entrar.

C'est la vie (En edición)Where stories live. Discover now