Nuestro castigo, su castigo : su boda (Fred Weasley)

Epílogo

-Aleja tu sucia boca de mi plato- reclamó el pelirrojo dándole un manotazo. Elizabeth lo miró burlona.

-Ayer no te quejabas de donde ponía mi sucia boca- replicó sonrojando al pelirrojo. Un mes después de la batalla Fred Weasley invitó a su esposa a cenar en celebración. Elizabeth le había pedido invitar a la familia pero el pelirrojo se negó rotundamente. Confundida accedió a salir a cenar. Después de dejar a los mellizos con Molly su esposo la llevó a su restaurante muggle favorito.

-Basta ya, sucia mujer- respondió sonriente y continuaron con su cena. Los primeros días tras la batalla habían sido duros. El pelirrojo había pasado más de dos semanas en San Mungo mientras trataban de salvar su pierna, estaba en muy mal estado; casi había perdido la esperanza de volver a caminar cuando una nueva e inexperta sanadora había estudiado su caso y propuesto un tratamiento experimental; su recuperación fue dura y no había resultado totalmente pero, si bien ahora cojeaba podía caminar. Elizabeth repartía su tiempo entre Fred y los mellizos que eran cuidados por Molly o Bill y Fleur cuando estaba en San Mungo.

-¿A dónde has ido con George estos días?- preguntó Elizabeth distraídamente alertando al pelirrojo- el otro día fui con los mellizos a la tienda pero solo estaba Verity-

-Salimos a buscar un par de ingredientes- respondió nervioso. Buscaba al mesero.

-¿Tres días seguidos?-

-Es un ingrediente difícil de encontrar-

-¿Qué es lo que buscan?-

-Permiso- interrumpió el sonriente mesero con sus postres.

-Gracias a Merlín- suspiró el pelirrojo

-De esta no te salvas- advirtió Elizabeth con los ojos entrecerrados. Tomó su tenedor y bajó la vista en busca de su pastel. Dejó el cubierto sorprendida. El pastel de chocolate que había pedido estaba en una esquina del plato junto con una rosa, y en medio se encontraba una cajita con un anillo- ¿qué es esto?-

-Pensé que sería obvio- respondió Fred con una sonrisa nerviosa, tomó el anillo y se hincó con dificultad ante una pasmada Elizabeth- ¿te casarías conmigo?-

-Pero... Fred, ya estamos casados-

-La primera vez que te lo pedí no lo hice de la forma ni por las razones correctas.- explicó- Por lo que esta vez va a ser totalmente tu elección. Quiero pasar el resto de mi vida contigo... ¿me harías el honor de ser mi esposa?-

-Por Merlín Fred. Claro que sí!- respondió sonriendo. Se hincó para abrazar al pelirrojo, sintió un suspiro de alivio. Se separaron y después de un beso que fue aplaudido por todo aquel que había observado la escena dejó que reemplazara su viejo anillo de bodas y le ayudó a levantarse. Volvieron a sus asientos.

-¿Te gusta?- preguntó Fred viendo como Elizabeth miraba embelesada el anillo.

-Es perfecto-

-Así se suponía que fuera. Costó mucho encontrarlo-

-¿Por eso no estaban en la tienda?- el pelirrojo se encogió de hombros con una sonrisa tranquila.- Es hermoso Fred, pero no era necesario-

-Yo creo que lo era. Fui un patán al principio de nuestro matrimonio, no te conocía y realmente no quería casarme.-Comentó Fred, se inclinó y tomó sus manos- Pero en cuanto comencé a conocerte me di cuenta de que eras la indicada. No hay nadie más con quien quisiera pasar el resto de mi vida. Sé que te mereces algo mejor, pero prometo hacer todo lo que esté en mis manos para darte la vida que te mereces.-

-No necesito nada más- respondió con lágrimas brotando de sus ojos- te amo-.

-Y yo a ti, como no tienes idea-

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Quiero agradecer a todas las que estuvieron aquí desde el principio, gracias por su apoyo y sobretodo paciencia. Sé que desaparecía mucho tiempo, y me siento terrible por haberlas hecho esperar tanto pero era por causa mayor; este último año he atravesado cosas realmente terribles. 
Puede que me tarde en responder pero créanme que leo todos y cada uno de sus comentarios, incluso los que hacen en capítulos anteriores. No saben la alegría que me da. 
Tengo algunas ideas para nuevas publicaciones pero aún no se si las llevaré a cabo.
Muchas gracias por todo.