Capítulo 58

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Los alumnos de Hogwarts estaban sentados en el Gran Comedor alrededor de las cuatro largas mesas, cada uno en su respectiva casa, despeinados y algunos en pijama. Los fantasmas brillaban dispersos. Todas las miradas se centraban en la profesora McGonagall que hablaba desde una tarima. Detrás de ella se encontraban el resto de los profesores y los miembros de la Orden del Fénix. La profesora organizaba la evacuación de los alumnos exceptuando aquellos mayores de edad que querían quedarse a pelear. Se vio interrumpida por otra voz que resonó en el comedor. Era una voz fría y clara que parecía emanar de las paredes.

-Sé que se están preparando para luchar- Elizabeth se apretó contra su esposo aterrada, resonaron los gritos de los alumnos- pero sus esfuerzos son inútiles; no pueden combatirme. No obstante, no quiero matarlos. Siento mucho respeto por los profesores de Hogwarts y no pretendo derramar sangre mágica.- silencio- Entréguenme a Harry Potter- dijo la voz de Voldemort- y nadie sufrirá ningún daño. Entréguenme a Harry Potter y dejaré el colegio intacto. Entréguenme a Harry Potter y serán recompensados. Tienen tiempo hasta media noche.-

El silencio que siguió a las palabras de El-que-no-debe-ser-nombrado. Parecía demasiado intenso como para que las paredes lo contuvieran. Todas las miradas se fijaron en el azabache con gafas y él se quedó paralizado. Una muchacha pelinegra de Slytherin se levantó y con la mano temblorosa señaló al elegido y gritó;

-¡Pero si está ahí! ¡Potter está ahí! ¡Que alguien lo aprese!-

Antes de que el azabache pudiera reaccionar fue rodeado por miembros de la casa de Gryffindor, seguidos de los alumnos de Hufflepuff y Ravenclaw, plantándoles cara a los Slytherin. Las varitas comenzaron a salir.

-Gracias, señorita Parkinson- dijo la profesora McGonagall con la voz entrecortada-. Usted será la primera en salir con el señor Filch. Y los restantes de su casa pueden seguirla.- Los alumnos de Slytherin abandonaron el Gran Comedor seguido de las demás mesas. Solo algunos de Ravenclaw y Hufflepuff permanecieron sentados; la mitad de los de Gryffindor no se movieron de sus asientos por lo que la profesora tuvo que bajar para sacar a los menores de edad.

-No te separes por ningún motivo de mi- murmuró Fred al oído de Elizabeth, asintió. Aunque no fuera a admitirlo en voz alta nunca había estado tan aterrada. Sus seres queridos corrían un gran riesgo. Pensó en sus hijos, el saber que estaban lejos de todo aquello le brindaba cierta paz; pasara lo que pasara ellos estarían bien. Su padre estaba en Rumania y no había forma alguna de que regresara tan rápido. Aún no había visto a Theodore, esperaba que estuviera lejos del castillo, pero pronto se vio decepcionada cuando el pelinegro atravesó las puertas del Gran Comedor ante la mirada perpleja de varios alumnos. Corrió a su encuentro.

-Tienes que salir de aquí-

-¿Y dejarte aquí sola? Estarías perdida sin mí-

-No estoy bromeando Theo, debes evacuar con el resto de tus compañeros-

-Varios alumnos permanecen aquí- señaló el pelinegro arqueando una ceja.

-Pero de tu casa no, debes estar con ellos-

-Mi lugar está con las personas que quiero, y casualmente la mayoría están aquí- respondió Theodore, Elizabeth nunca lo había visto tan serio-. Ya soy mayor de edad y por lo tanto puedo decidir si me quedo o no. Lucharé por lo que es correcto.-

-Pueden lastimarte-

-A ti también-

-Quédate con nosotros- cedió Elizabeth tras mirar fijamente a su hermano durante algún tiempo, no podía obligarlo a nada y sabía que intentar convencerlo de irse sería una completa pérdida de tiempo. Theo asintió tomando su mano y juntos se dirigieron a los gemelos pelirrojos que en ningún momento habían apartado la mirada de ellos.

Nuestro castigo, su castigo : su boda (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora