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Southampton (Inglaterra), miércoles 10 de abril de 1912, había llegado el día. Todo estaba preparado: la vajilla jamás había sido utilizada; nadie antes había dormido entre aquellas sábanas. Por sus pasillos aun se respiraba el olor a nuevo; llamaban a este barco Titanic, el barco de los sueños… y lo era, realmente lo era.

No había una sola alma en la tierra que no hablara de este barco. Todo el mundo quería ir, pero no todos embarcarían. Cualquiera que llegara a viajar, ya se había ganado el cielo. Titanic, el único barco en el mundo que podía ser tan famoso sin haber hecho si quiera un solo viaje.

269,06 metros de eslora; 28,19 metros de manga; 53.3 metros medía su puntal junto con 10.54 metros de calado y 9 cubiertas. Tendrías que haberlo visto, el más bello barco del mundo, dispuesto a llenar los sueños de miles de personas que embarcaron en aquel monstruo para alcanzar el nuevo mundo.

Me preguntarás que por que digo esto, ¿no? Bueno, no es que me interese mucho la historia de lo que significó aquel transatlántico, pero sí la historia jamás contada que aquel barco hundió. Una historia de amor, una historia de dos personas que definieron el derecho de amar y ser amado, como nunca antes se definió. Una historia de amor que para siempre quedará graba una vez que haya sido leído.

Y bueno, una vez contado esto, lo diré como es debido:

Millones de personas se acercaban al Titanic. No todos embarcarían, como ya se sabe; solo unos pocos lo harían y, entre esos pocos había que sobresaltar a una persona que distinguir a cierta persona que será la protagonista de nuestra historia: Jennie Kim, la más bella chica de toda Inglaterra.

Provenía de una de las familias más ricas de todo el continente. Hacía unos meses que su familia había comprado los billetes para celebrar la próxima unión de esta con su próximo marido: Kim Jong In. ¿Y quién es él? Bueno, Su familia había comprado la mitad de Londres y se habían convertido en ricos y poderosos.

Y allí estaban ambas familias, apunto de embarcar:

-Espera que te ayudo, cariño- Kai le extendió su mano delicadamente ofreciéndola a bajar - Este coche es muy alto.

-Muchas gracias- Jennie levantó su cabeza y observó aquel gigante.

Muchas veces le habían hablado de él, menos ganas tenía de verlo:

-Así que este es el llamado barco insumergible, ¿no es así?-Naiby, su madre, preguntó - Jong In.

-Así es, ni dios podría hundirlo- Kim Jong In, tan descarado como siempre.

-No seas tonto- bromeo esta ante la respuesta.

Naiby Kim, la mujer más ansiada de toda Inglaterra. Había quedado viuda después de que su marido muriera en un atraco del cual, aunque estuvo en coma, murió, como he indicado. Toda la saga de solteros de oro estaban tras ella; quien se casase, conseguiría el cielo. Esta no había sucumbido. Amaba tanto a su hija que descartó hasta el más galán de los galanes.

-Bueno, veamos que tiene este barco que lo hace tan maravilloso- respondió Jennie - No será para tanto. Me parece tan… majestuoso como el Gigantic. Los dos son igual de largos.

-No es así, cariño. El Titanic mide unos diez metros más que el Gigantic- corrigió Kai - Se dice que es incluso el más lujoso del mundo.

-Bueno, ya veremos- dijo esta vez su prometida.

-Bueno, tranquila- Kai le extendió su brazo para dirigirse al barco - Vamos, anda.-Jennie sonrió y, sin agarrarlo, se dirigió junto a su madre al gran transatlántico - Está bien, como desees- miró este al cochero y con un pequeño gesto, le indicó que le cogiera las pocas maletas que le quedaban y los cuadros que Jennie había comprado.

Titanic (Jenlisa) Where stories live. Discover now