Capítulo XXII

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—No, Max, que yo no nací para esto del amor.

—¿Ahora qué?

—A Victor le gusta alguien más.

—¿Hombre o mujer?

—Hombre.

—Ahí está, quítaselo, vas con todo.

—No, no, no. Tú no entiendes. Yo me retiro de esto, no nací para amar.

—Sólo llevas dos chicos en tu vida.

—¿Dos? ¿Olvidaste al tipo de la heladería? Resultó ser mayor de edad.  ¿Al niño que se cayó de su bicicleta? Terminé amenazado por su novia. ¿El de las hamburguesas? Se mudó a Chiley o algo así.

—Chile.

—Cómo sea, todos han sido un fracaso.

—Esos chicos ni siquiera cuentan como romances.

—¡Claro que no, Max! Llevo mi vida enamorando de la misma persona, para que una t– chica se lo llevé en dos días.

—¿Ibas a decir "tonta"?

—Sí, pero no quería ofenderla.

—Dios, Will, necesitas un cambio de imagen. Ven a mi casa en dos horas, trae ropa más... Bueno, menos como la que usas diario.

No era demasiado tonto para saber lo que significaba un cambio de imagen, tampoco para entender que lo que quería decir era "menos tú", pero en ese punto de su vida iba a ceder a ello. Dejarse llevar por lo que sea que sucediera. Además, Victor le había dicho que no estaba seguro de sus sentimientos por ese otro individuo de nombre desconocido, con Mike ya daba las cosas por perdidas, pero no debía amargarse por eso. Sí, llevaba media hora llorando, pero no iba a amargarse.

Tuvo que tomar ciertas prendas de su hermano, aunque no era que él vistiera menos ridículo, por un momento pensó en vandalizar la casa de Steve, no sólo para robarle ropa, sino también para que le aconsejara con las chicas. O sea, al tipo le iba pésimo en el amor, pero, ¿Cuántas no quisieran estar con él?

—Déjame ver lo que tienes.

Dejó caer la maleta en la cama, dejando que la pelirroja sacara cada una de las prendas, viéndolas cada vez con más disgusto, hasta dejar la maleta vacía.

—¿Qué?

—Sabía qué harías esto, así que saqué ropa de mi hermano.

—No, Max, no voy a usar nada de eso, él...

—Él no era tan malo. Estoy segura de que te habría ayudado si estuviera aquí.

—¿En serio?

—No, pero a veces me gusta creer que sería así.

Guardaron silencio por un par de segundos, mientras la chica comenzaba a buscar entre la bolsa de prendas aleatorias que había tomado del armario de la habitación vacía.

—Me gusta esta.

—Creo que te quedará bien, ¡Sí! Es grande, pero si hacemos un nudo... ¿Puedes ir a ponerte los pantalones esos que nunca usas?

𝐘𝐎𝐔 ↬𝐁𝐲𝐥𝐞𝐫Where stories live. Discover now