T2. Capítulo I

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—¡¿Mike?!

El grito de la pelirroja pudo haber despertado a todo Hawkings esa madrugada de sábado, y su cara estaba más roja que su cabello. 

—Eres increíble. Te vas siete años y la primera persona a la que pensabas ver es a Michael. 

La sonrisa de Will se volvía más tierna a medida que Max soltaba quejas al aire, con la misma expresión molesta de la adolescente que no tenía miedo a decir lo que pensaba, sumando sus manos moviéndose en el aire como una madre histérica. Se había perdido hace ya buen rato.

Decidió envolverla en sus brazos, pero ella no era la clase de chica que paraba, aún con sus pecosas manos en su espalda, seguía mencionando lo idiota que era.

—Te extrañé.

—Se nota.

—Sigues siendo la misma.

—No puedo decir lo mismo de ti —se separó, dedicando una mueca que duró apenas unos segundos, pues aún con el ceño fruncido, no pudo evitar sonreír. 

Una puerta de automóvil azotó no muy bruscamente, seguido de ello; una voz calmada, no tan grave, como la de un locutor de radio agradable, pronunció un "perdón". 

Claro que se trataba del único canadiense del pueblo, ese acento no se iba jamás y su perfecta voz podría distinguirse hasta en una habitación llena de ruido.

Su figura esbelta se acercó a los dos jóvenes, con una sonrisa ladina a la par que su mano se iba extendiendo hacia Will, cuyo corazón paró por un momento, sólo fueron un par de segundos congelado en la acera, cuando decidió correr hacia Victor.

—Will, te–

La serena voz de aquel muchacho (ya adulto) al que recordaba tan perfecto, se vio cortada por un suspiro que le sacó el aire al recibir aquel abrazo.

—¡¿En serio?! —Gritó la pelirroja en cuanto vio la unión— ¡Incluso Víctor ha recibido un mejor abrazo!

[ . . . ]

La noticia del regreso del joven Byers se había esparcido, claro, era un pueblo chico. Disfrutó de un momento de paz al hospedarse en la casa más alejada, la residencia de Victor.

—¿Por qué volviste?

—¿No me extrañabas?

Una tierna sonrisa se formó en los labios ajenos, mientras sostenía sus manos y acariciaba el dorso de estas con sus pulgares. —Te hubiera seguido a cualquier lugar del mundo. 

Los años le habían vuelto más cursi, y Will no parecía dejar de caer por la calidez de aquel joven. Los recuerdos de su infancia se habían vuelto un poco difusos, como si hubiera una neblina en ellos, pero sus sentimientos permanecían intactos tras aquella cortina. La calidez en su pecho, el ardor en sus mejillas, el frío. Todo lo bueno y lo malo seguían en él. 

—Hubo un par de chicos que me recordaban a ti.

—Atractivos, entonces.

—Basta —rió nervioso ante la idea de verlos con aquellos ojos, pero mentiría si dijera que en ningún momento fue así.— Bill y Stan. También estaban Mike, Ben, Eddie... Este chico, Richie. ¡Ah, y la única mujer era Beverly Marsh! Casi se sintió como no dejar Hawkings, apuesto a que podría ser la hermana perdida de Max. 

—Me alegra que encontraras consuelo en aquel lugar. 

—Paz. Diría que fue paz —Al terminar, un bostezo se le escapó de los labios, terminando con una sonrisa cansada que el otro entendió al instante. 

Desabotonó los dos primeros botones de su pijama para dejarse caer en el pecho del ojiverde, quien lo acogió entre sus brazos mientras se recostaba, sintiendo el otro sus latidos fuertes pero aún tranquilos, que fueron lo que le ayudaron a dormir como no lo hacía en años. 

[ . . . ]

—No sabes cuanto te extrañamos —Dijo Dustin, mientras él y Lucas lo cargaban de una pierna cada uno, elevándolo un poco repetidas veces para festejar su regreso. 

Frente a él se encontraba Mike, riendo mientras alborotaba más su cabello, esperando el momento en que le bajaran para poder tenerlo entre sus brazos. Siete años de ausencia sonaban a una eternidad, le invadían los nervios, no sabía cuánto pudo haber cambiado aquel niño que solía ser su mejor amigo. 

—Mike.

—Will.

—Y Dustin, Lucas, Victor y Max. Combo completo —Añadió el primer mencionado, tomando a sus amigos para los hombros para acercarlos— ¿Qué pasó con Once?

—Problemas de chicas, llegará en unos días. 

—Uh, hermano... Tendrás que ver a tu ex, ¿Qué tal te sientes? —le preguntó el de tez morena con una sonrisa burlona. 

—¿Me puedes recordar cuando fue la última vez que Maxine te terminó?

—Y los años no los cambian —Dijo Victor, virando los ojos con una sonrisa paternal, antes de recibir un pequeño puñetazo en el pecho por parte del pelinegro.

Parecía que los años les habían vuelto amigos, y no hubo nada que a Will le inquietara más que eso, hasta que Wheeler pronunció:

—Will, necesito mostrarte algo en mi casa. 


𝐘𝐎𝐔 ↬𝐁𝐲𝐥𝐞𝐫On viuen les histories. Descobreix ara