16. Los nombres que protegió | Parte 2

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Preparó el desayuno para Leena en cuanto llegaron a su casa, con la excusa de que Senna tenía que salir temprano

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Preparó el desayuno para Leena en cuanto llegaron a su casa, con la excusa de que Senna tenía que salir temprano. Lo cierto era que no saldría hasta el mediodía, pero había mencionado que necesitaba estar sola durante algunas horas y Tanja fue incapaz de insistir. Era consciente de que todo lo que había vivido en las últimas horas había resultado gracias a que Senna había estado para ella y que se había arriesgado hasta lo inimaginable para proteger a su hermana menor, lo mínimo que podía hacer era darle su tiempo a solas. Ella también lo necesitaba, en especial luego de haberle hablado a su madre del supuesto intento de robo.

—No soy una niña —le aseguró Leena en un susurro mientras Tanja le acercaba una taza de té.

—¿Quieres café negro entonces?

—No, quiero decir que no soy una niña y que puedes decirme qué pasó anoche. Escuché al menos tres voces diferentes y es difícil creer que tres hombres adultos se hayan ido porque las oyeron llegar. Y tampoco movían muebles ni vaciaban cajones, no parecía que buscaran algo de valor. No se sintió como un robo.

Tanja asintió, consciente de que debía ser más puntual con su excusas a futuro, y se dispuso a responder cuando vio que Mikko se acercaba desde la sala. No agregó una palabra mientras su hermano saludaba a Leena y les preguntaba sobre lo ocurrido.

—Entraron a robar y me escondí en el sótano —explicó la menor, sin apartar la vista de él—. Llamé a Tanja, vinieron Senna y Emma también, y encendieron la alarma. Los tipos se fueron.

La alarma. Leena la había encendido y había anulado el sonido para que no las aturdiera mientras corrían los minutos. La más pequeña había pensado en la coartada mientras ellas buscaban ideas para sacarla de allí.

—Lo importante es que estén bien. —Mikko acarició el cabello de Leena sin dejar de contemplar a su otra hermana. Su mirada delataba que no encontraba las palabras justas para expresarse—. Ven a mi cuarto luego. Hay algo que debes ver.

—¿Es sobre papá? —preguntó Leena, desviando la cabeza hacia él—. ¿Es sobre que están mandando todas sus cosas al sótano como si fueran basura vieja?

Mikko colocó la otra mano en su hombro.

—Tanja te lo explicará mejor. Tú —agregó, con la vista fija en la mayor—, búscame luego.

Se marchó de la cocina, dejándolas con el fantasma de una conversación que ninguna esperaba enfrentar. Tanja decidió, en su lugar, continuar con lo que Mikko había interrumpido.

—No crees que haya sido un robo, ¿cierto?

—¿Sabes? Siempre creí que volverían. —Tanja, que había preparado pan con dulce y estaba a punto de dar el primer mordisco, se detuvo con la mano en el aire—. Quiero decir, papá recibía notas. Siempre me decía que no eran nada, que no era asunto mío, que en poco tiempo se terminaría todo. Cuando desapareció, creí que ese fin era que algo malo le pasaría y que se acababa de cumplir, pero no sentí que fuera un desenlace. Una vez recuerdo haber estado preocupada, demasiado preocupada, y papá intentó tranquilizarme diciendo que no era a él a quien buscaban. Cada cierto tiempo recuerdo esa conversación porque en ese momento sentí que el fin no sería que lograran hacerle daño a él, sino que a través de él le hicieran daño a alguien más. Y esperaba que regresaran.

Susurro de fuego y sombras (Legados de Alkaham #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora