5. Rodando la séptima temporada.

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Los primeros días de rodaje fueron bastante intensos para Amelia. A pesar de que las escenas que tenía eran bastante ligeras, pues se trataba de introducir a los personajes que se habían sumado en esta temporada y poco más, la morena estaba agotada, el ritmo de los rodajes, el estar continuamente conociendo compañeros nuevos, el no saber cómo actuar cada vez que le decían: ¡Ah! Tú eres Amelia, si, que compartes piso con Luisita... algunos se lo preguntaban de forma muy natural, otros, parece que intentaban sacar algo más... pero Amelia nunca sabia como responder a esos comentarios y, más de una vez, había sido Luisita, la que, con la naturalidad que le caracterizaba había llegado por detrás, abrazándola y se la había llevado de allí con cualquier excusa.

- ¿Qué pasa, Amelia? No te notaba cómoda... ¿Qué te preguntaban?

- Ay, no sé. Supongo que no es nada, es solo que no estoy acostumbrada a dar detalles de mi vida...

- Bueno, es que la plaza de los frutos es como un pueblo pequeño, todos quieren saber de todos, pero no es con mala intención – le decía Luisita, divertida, pero con una voz tan dulce que tranquilizaba al más histérico.

Amelia era muy tímida, aunque ante la cámara no se notase, pues se podía meter en la piel de cualquier personaje, en su día a día, esa timidez le había jugado malas pasadas. Era una persona cariñosa, sin embargo, esa barrera que se ponía no le dejaba mostrarse, inicialmente, tal y como era.

Luisita, no tenía esos problemas, era puro amor y, la timidez era una palabra que no estaba en su diccionario personal. Continuamente abrazaba a Amelia, le hacía caricias, que, aunque se veían muy naturales, Amelia, más de una vez, se ponía tensa, pues, aunque le encantaba, Luisita tenía el poder de paralizarla, de hacer que se le erizase la piel simplemente con un roce...

- ¡Hola! – saludó una risueña Ana cuando Amelia abrió la puerta

- ¡Hola Ana! ¡Cuánto tiempo! - bromeó

- Si, jejeje ¡Chica vaya cara! ¡Mira, que sí molesto, me voy eh!

- No, ¿cómo vas a molestar? Es solo que estoy algo cansada, pero, pasa, pasa.

- ¡Hola! Se levantó Luisita para darle un abrazo a su amiga Ana, a la vez que se dejaba mimar por ella.

- Veo que os habéis puesto las botas eh- dijo Ana observando unas cajas de pizza vacías que aún seguían en la mesa

- ¿Quieres? Queda todavía eh – se apresuró a ofrecer Amelia

- No, no, que va, ya he cenado – contestó Ana- y, además, como no queréis salir de fiesta, he traído la fiesta a casa

Luisita y Amelia se miraron sorprendidas y, en seguida se dieron cuenta de que Ana llevaba una bolsa

- ¿Qué traes ahí? – preguntó Luisita con la voz cansada, pero más dulce que nadie haya podido oír nunca

- ¡Sorpresa! – contestó una divertida Ana – Vodka, hielo y... !micrófonos! ¡Venga, Luisita, ¡enciende el cacharro ese que vamos a echarnos unas risas!

Las 3 amigas se pusieron a cantar como si no hubiera un mañana. Luisita y Ana se quedaron sorprendidas ante la voz de Amelia y, esta le tuvo que contar que había dado clases de canto, que además tocaba más de un instrumento y que había colaborado con su hermano, que era cantante, en alguno de los conciertos que éste daba.

- Eres toda una caja de sorpresas – le dijo Luisita mordiéndose el labio inferior y mirándola como si fuera lo único de valor que había en aquella habitación

- Oye, que, si queréis, ¡me voy eh! – protestó Ana, intentado echar un capote a Amelia cuando vio que a ésta le habían subido los colores.

- Jajaja no te pongas celosa, cariño- le dijo Luisita abrazándola – y las 3 rieron

Cuando el vodka empezó a hacer efecto, ese efecto justo donde la naturalidad se apodera de cada cuerpo y la timidez deja de existir, cambiaron de juego, a uno más tranquilo, en el que lo único que tenían que hacer era hablar sin tapujos...preguntas, desde las más inocentes, como las que, en un principio hacía Amelia, hasta las que ella misma no se hubiera atrevido a contestar si no hubiera sido por el vodka que había bebido. Esa noche descubrieron, entre risas, mejillas ruborizadas y algunas lágrimas que asomaban al recordar cosas del pasado, que tanto la rubia como la morena tenían a sus padres en Valencia, que Luisita, ante pasar una noche loca con Mario Casas o con Angelina Jolie, elegía a los dos...y Amelia, a Angelina Jolie. Además, todas coincidían en que grabar una escena dramática con Anabel Alonso, era misión imposible, porque siempre acababan riendo.

Finalmente, las 3 acabaron dormidas en el sofá, en una escena digna de ver. Ana, tumbada en uno de los brazos del cheslong, Amelia recostada con los pies sobre la mesa en la que antes había restos de las pizzas y, Luisita, tumbada hacia el otro lado, con la cabeza sobre Amelia apoyándose una sobre la otra en un equilibro perfecto.

La primera en abrir los ojos fue Amelia, que no pudo evitar sonrojarse al notar a Luisita tan cerca. Entonces, empezó a recordar todo lo vivido la noche anterior y una sonrisa boba asomó en su rostro y, cuando se dio cuenta, estaba acariciando las partes del cuerpo de Luisita que no le cubría su ropa, con sumo cuidado, como si quisiera grabar en su memoria cada centímetro que tocaba de una Luisita dormida, que de vez en cuando, gruñía y se movía un poco, haciendo gestos que a Amelia le parecían tan graciosos como tiernos. "Mírala, si es que hasta dormida y gruñendo, es preciosa", se decía para sí misma.

- Ejem- carraspeó Ana, que, aunque no quería interrumpir aquella escena, decidió que era hora de irse- Amelia, yo me voy – le dijo en voz baja para no despertar a Luisita

- Ah... - le contestó en un intento de levantarse, pero tampoco ella quería despertar a Luisita

- Jejeje – se rio en el mismo tono bajito- no te preocupes Amelia, que no quiero ser la culpable de que Luisita despierte. Ya conozco el camino – le dijo guiñándole un ojo- Luego hablamos.

- Muy bien Ana- le contestó tirándole un beso y devolviéndole la sonrisa.

Amelia se quedó allí, disfrutando de la sensación que le daba tener a Luisita tan cerca, esa paz que le daba la rubia no la había sentido antes. Y con esa sensación, se volvió a dormir.

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- ¡Buenos días! – dijo una Luisita sonriendo a una Amelia con los ojos entreabiertos, al tiempo que se acurrucaba más a ella.

- Buenos días, cariño- contestó Amelia apartándole el pelo de la cara a Luisita

Parecía mentira, pero el vodka de la noche anterior había derribada unas cuantas barreras que Amelia había levantado por culpa de la timidez que le caracterizaba y, ahora, se sentía más cercana, más ella misma, sin miedos. Lo que ayudaría a que sus personajes se comportaran de forma más natural. 




Espero que os guste este capítulo. Cualquier sugerencia, algo que no os guste, lo que sea, estaré encantada de leerlo en vuestros comentarios e intentar mejorarlo. Gracias 

Aquí empezó todoWhere stories live. Discover now