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Baltimore, octubre

Lily

Sea como fuere conseguimos pasar una semana. Me centré en el trabajo para demostrarme a mí misma que podía hacerlo, eso me ayudaba a regresar a cierta calma tras la tormenta, y a olvidarme de que Lori seguía sin hablarme.

Tenía muchas ganas de coincidir con ella un día en casa, me había evitado porque conocía muy bien mis horarios y yo me había dado por vencida con las llamadas y los mensajes. El caso es que me sentía un tanto apática, no tenía a nadie para contarle mis problemas, contaba con Mel sí, pero a ser el parte de lo que me preocupaba no podía confesarle mis dudas y miedos.

Durante años había organizado mi vida meticulosamente, y ahora por primera vez me sentía desubicada y perdida como si algo dentro de mi estuviera cambiando y yo misma fuera testigo de ese proceso.

A finales de mes, Mel me propuso que nos fuéramos a vivir juntos. Yo no quería de momento necesitaba colocar las prioridades principales primero y la convivencia era algo difícil, no estaba con la mejor predisposición para compartir mi vida con nadie y menos en esas circunstancias. El caso es que a finales de la semana anterior recibí un mensaje de Lori, me invitaba a buscar un nuevo apartamento o si yo quería quedarme con aquel debía decírselo para ser ella la que se marchaba.

Era mi última oportunidad de hablar con ella tras nuestra agria discusión, sabía que Lori saldría de trabajar de la consultoría a las cinco en punto y allí me fui esperando no consumir el último cartucho que me quedaba.

Cuando la vi justo delante de las puertas de la oficina me puse delante de ella y me faltó tiempo para llorar. Finalmente me recompuse y le hablé con voz temblorosa:

—Lori.

Me miró con el ceño fruncido, a lo largo de los años de nuestra amistad nos habíamos enfadado muchísimas veces, era la primera vez que la veía tan poco abierta hacía una reconciliación.

—¿Qué es lo que quieres Liv?

Seguramente querría hablar de ami regreso con Mel, el haberle arrebatado el novio a la hermana embarazada de su futuro esposo, estaba muy mal. Hasta a mí me sonaba mal pensarlo y solo pude elevar los hombros y encogerme.

—Hemos hablado cientos de veces de lo que te pasó con Mel. Le odiabas Liv, y de la noche a la mañana se te cruzan los cables y regresas con él olvidando todo. Qué quieres que te diga?

—Solo quiero que me escuches... un poco.

Su expresión cayó un poco al notar mi voz temblorosa, pero no se amilanó.

—Grace lleva llorando en casa desde el día de la pedida, está destrozada...

—Comprendo...., bueno, comprendo que ella esté mal, por las circunstancias pero te aseguro que ella y Mel lo habían dejado mucho tiempo antes.

Luché por respirar un momento, mi corazón salía desbocado de mi pecho.

—Está molesta porque pensó que lo vuestro sería una aventura, no creyó a Mel capaz de lanzarlo todo por la borda, pensó que regresaría al saber que ella está embarazada.

—¿Me estás tomando el pelo?

—No.

Ella siguió mirándome, con una preocupación palpable. ¿Estás segura de lo que estás haciendo? Esto es mucho más serio que una aventura, ellos estaban bien, se adoraban.

—Bueno, si lo que quieres es que me disculpe no lo haré. En todo caso es Mel quien tenia un compromiso y quien debe justificarse ¿Por qué siempre se culpabiliza a las mujeres de las rupturas amorosas? Me parece muy fuerte que tú me digas eso, como si entre Grace y yo hubiera un duelo y Mel no contara para nada.

—Sea lo que sea, hay un niño que va a nacer sin padre, piénsalo bien. Te conozco Liv y sé que no vas a poder con tu conciencia.

"¿Qué mierda era eso?" ¿Dónde estaba mi mejor amiga y por qué había cambiado tanto? Me parecía mentira que en lugar de hablar de nuestras dificultades para arreglar la discusión nos estuviéramos metiendo en una más profunda.

—Has cambiado —asentí—. No te reconozco siquiera.

—Soy yo la que no te reconozco a ti Liv. ¿Desde cuándo te dedicas a romper parejas?

No era justo. No había escuchado nada de lo que le había dicho.

Ni siquiera me molesté en despedirme de ella, me giré y me marché. Fingiendo enterrar en mi corazón sus palabras. ¿Era ella la que había cambiado o era yo? Volví al coche y me puse a llorar. Era un desastre, no me fiaba de mis propios sentimientos, ¿Cómo iba a hacerlo de los de los demás? Podría parecer fácil amar a alguien pero no lo era.

A eso de las seis recibí un mensaje de regreso de Mel. Me pedía que tuviera un poco de paciencia porque se retrasaría, al parecer había decidido acompañar a Grace al tocólogo y la consulta sería por la tarde.

Conduje a casa con los ojos hinchados de tanto llorar y rendida. Lo único que quería era caer en la cama y dejarme vencer por el cansancio, había estado conduciendo como una zombi toda la tarde sin rumbo fijo, sola. Había sufrido una especie de catarsis y a eso de las diez decidí regresar a casa para afrontar mis demonios.

Me sentía tan angustiada que llame a Mel, el buzón de voz saltó al instante por enésima vez. No parecía haber leído mis mensajes y las tres llamadas que le hice a la desesperada no obtuvieron ninguna respuesta. Necesitaba hablar con él, quería que él me amara, que alejara mis miedos. Empecé a emparanoiarme. Honestamente pensé que un breve mensaje no costaba nada, odiaba cuando él era así, centraba sus cinco sentidos en algo y no cejaba, dejando a un lado lo demás como si le molestase.

El teléfono distrajo mi atención de la carretera,¡ Por fin! Supuse que era él y me abstuve de cogerlo, quería que sufriera un poco de su propia medicina, a esas alturas de la noche no razonaba y mis dudas y miedos me hacían actuae asi. Dos segundo después volvió a sonar, me estaba poniendo muy nerviosa, así que paré en el arcén lo más rápido que pude y comprobé la llamada. Era de mi abuela. Mi abuela y una llamada a las once de la noche no cuadraba.

Conseguí comportarme de manera serena porque sabía que algo habría ocurrido para que mi abuelita hiciera esa llamada a esas horas. Cogí el teléfono con el corazón en un puño y me contestó la voz llorosa de una de las personas más importantes para mí en el mundo.

—Liv...

—¿Abuela? ¿Qué sucede...?

—Liv cariño, el abuelo ha sufrido un infarto. Te llamo desde el hospital...

Un dolor agudo me atravesó el pecho. Estuve a punto de preguntarle cómo estaba pero era absurdo hacer esa pregunta por teléfono, tenía que ir hasta allí lo más deprisa posible.

—No te preocupes, enseguida por para allá, no te preocupes.

No me entretuve en tranquilizarla, eso no serviría de nada por teléfono. Tenía que ser práctica y tratar de llegar a Westfield lo más deprisa que pudiera. Me había peleado con mi mejor amiga, una fuerte discusión. Mel no contestaba a mis llamadas ni a mis mensajes.

Conduje despacio no quería tener ningún accidente.

Me quité las lágrimas que habían resbalado por mi rostro y que no había notado hasta ahora. Marqué un mensaje en el celular pero a mitad de camino lo borré, no podñia conducir y usar el móvil. Él tenía el teléfono apagado, sería inútil.

—Por favor contesta...—rogué.

Mel estaba ilocalizable y ni siquiera me planteé mandarle otro mensaje, porque sabía que no me contestaría, se me vino al instante la única persona que me podía ayudar algo, Lennon. El era lo bastante fiable para sostenerme por el camino mientras llegábamos al hospital.

Respiré hondo y marqué su teléfono. Lennon me contestó a los tres segundos.

Tal como éramosWhere stories live. Discover now