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Baltimore, finales de agosto

(Actualidad)

Lily

Con el paso de agosto vino mi regreso a la rutina. Había estado en Westfield, mi ciudad natal durante más de dos semanas pasando unos días maravillosos con mis abuelos. Aproveché el tiempo al máximo viendo a mis antiguos amigos del instituto y saliendo a los lugares que más añoraba. Me había dado tiempo a pensar, sobre todo en los últimos días sobre Mel, como se había precipitado todo sin que pudiéramos evitar la catástrofe por habernos encontrado.

El día de mi partida, mi abuela preparó una pequeña fiesta de despedida en la sala de estar de casa invitando a un montón de gente. Había dispuesto gran cantidad de comida, y abastecido a todo el que quisiera de refrescos y cervezas. Hubo mucha diversión, chistes y bailes. Me iba a costar un montón volver a la rutina de mi vida y despedirme de todo eso. Estuviese en Westfield o en Baltimore mi abuela siempre quería asegurarse que comía bien, posiblemente pensaba que Lori y yo sobrevivíamos a base de aire porque ambas éramos buenas cocineras pero bastante perezosas.

—Prométeme que comerás bien.

—¡Abuela!

—Sé que eres una mujer adulta, ya has cumplido los veintiséis, pero para mí siempre serás mi niñita.

—Te quierooo abuela —dije rodeándola con mis brazos.

—Pero no has contestado a mi pregunta acerca de la comida pilluela.

—Lo prometo. Comeré muy bien, me inflaré a comida todo lo que pueda.

Me miró con una sonrisa dulce y tierna y tuve que obligarme a moverme pues sabía que no podía quedarme allí eternamente. Durante ese tiempo luché por reprimir los sollozos. El abuelo estaba delante de mi coche comprobando que las ruedas estuvieran completamente hinchadas, después del accidente de coche de mis padres tenía una gran obsesión con las ruedas de los autos. Era poco hablador, el pobre estaba la mayoría del tiempo abducido por la abuela y por mí, según mi yaya, siempre había sido un hombre de pocas palabras.

—Os voy a echar muchísimo de menos.

Les sujeté a ambos en un enorme abrazo.

—No olvides llamarnos en cuanto llegues —me obligó prometer la abuela con cierto tono de suplica —. Nosotros también te vamos a echar de menos cariñín.

Y mientras caminaba en dirección a mi coche aparcado frente a la casa, mi abuela no dejó de decirme lo mucho que ya me echaría de menos y que esperaban impaciente mi regreso para acción de gracias.

Habían sido un par de semanas fáciles en las que la abuelita me habían mimado y en las que yo no le había hablado de Mel, no quería recordarlo y además ella se ponía enervada cada vez que lo mencionaba. Para ella Mel solo era la causa de mis mayores tristezas y sinsabores.

Enfrentándome a un tráfico infernal encendí el motor del auto y silencié mi móvil, puse la radio y, me metí en plena autopista deseando que Lori hubiera repuesto la nevera a tope. Después de comer cosas tan ricas en mi casa había añorado algunos de los platos fabulosos de mi mejor amiga. Pero mi gozo se esfumó en cuanto escuché un mensaje de voz, Lori se había cansado de llamarme por teléfono y me lo había enviado; lo escuché en la única parada que hice para reponer gasolina y estirar las piernas.

– "Lily cariño, solo llamaba para decirte que estaré fuera de casa durante un par de días, era hoy cuando venías ¿verdad?. Justin me ha invitado a pasar un fin de semana fabuloso en Rainers Florida, cortesía de sus padres. Te quiero".

Tal como éramosOnde histórias criam vida. Descubra agora