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Baltimore, Octubre

(Actualidad)

Mel

Mi oficina era amplia, con un escritorio grande en madera oscura y cuadros clásicos que adornaban las paredes; en un rincón había un portarretrato con la foto de Caroline y en otra de las esquinas del escritorio otro con una fotografía mía y de Grace. 

Cogí el marco con la fotografía y me quedé mirándola meditando qué debía de hacer.

Me senté tras el escritorio pensando en que era una mierda.

Unas semanas encontrándome con Lily y se me freían los sesos de pensar solamente en ella. Quería a Grace, yo era ante todo un hombre de palabra, no un cabrón como mi padre. No me gustaba joder a nadie y el hecho de pensar cada vez más en otra mujer que no era mi novia me enfurecía más.

No podía concentrarme en el trabajo y decidí marcharme a casa, anulé un par de reuniones, me sentía enojado conmigo mismo por no poderme deshacer del recuerdo de mi ex novia. "Lily ¿Qué voy a hacer contigo?"

La casa estaba en silencio cuando entré, habíamos hecho algunas reformas el año anterior para crear un ambiente más cálido, la decoración tan recargada de mi ex madrastra no nos traía más que malos recuerdos. Caroline se había ocupado del espacio y lo había dejado impecable, además eso la había mantenido entretenida una buena temporada.

Atravesé indiferente el gran hall, caminé por el piso brillante de fina madera, impasible al olor de la cera que las limpiadoras utilizaban para cuidar los muebles; pasé de largo por las obras de arte, mis pasos hacían eco en el lustrado piso oscuro, y al entrar en la cocina fui derecho al refrigerador de donde saqué una botella de agua, la puse sobre la mesa, fue entonces cuando escuché venir los pasos de mi hermana.

—¿Ya estás aquí? Qué temprano has llegado hoy.

—Me apetecía estar tranquilo en casa.

Caroline me apretó el brazo y se sentó a mi lado.

—Creí que te quedarías a dormir con Grace.

Abrí la botella y ella se sentó frente a mí en la mesa.

—¿Hay algo que te preocupa?

Di un sorbo al agua valorando si decirle a Caroline que Liv había regresado.

—Liv Palmer está de regreso.

Caroline soltó una carcajada irónica.

—Supongo que es eso lo que te pasa, ya comprendo.

Recordé que a Caroline nunca le había caído bien Liv, nunca entendí por qué esa animadversión de mi hermana.

Caroline siempre había sido una chica muy guapa, y lo seguía siendo. Tenía el cabello mucho más corto que antes, a la mitad del hombro y una manera elegante de moverse, de vestirse; en el pasado había tomado mucho el sol, ahora apenas sí salía.

Sí, Caroline había cambiado pero no sabía hasta que punto se tomaría el regreso de Liv Palmer.

—¿Puedo?—preguntó ella bebiendo un sorbo de mi agua.

Mientras ella manipulaba algunos alimentos en la cocina nos mantuvimos en silencio. Era raro verla allí, siempre había sido Mimi la que se encargaba de las tareas culinarias cuando no teníamos cocinera.

—¿Dónde aprendiste a cocinar? —pregunté mientras tomaba otro sorbo de mi botella.

—Mimi me está enseñando, no me gusta mucho la comida congelada y ella cada vez está más vieja. No podemos pensar que va a estar cocinando para nosotros eternamente. Además he descubierto que cocinar me relaja.

Le regalé una sonrisa ladeada que ella asumió como un cumplido.

—Mel..., quería saber qué es lo que sientes por Lily Palmer. Es cierto que estás así por ella ¿verdad?

Cortaba las rebanadas de pan con destreza mientras me miraba con una interrogación angustiosa en su rostro.

—Entre ella y yo no hay nada, si es lo que te preocupa.

Y no era mentira. Aunque no dejaba de recordarla en situaciones en las que sí había mucho entre nosotros. Recordaba constantemente cuando saqueaba su boca, la manera salvaje en que ella me miraba cuando yo estaba dentro, la forma en que me tocaba quemando mi piel.

Algo debió de ver Caroline en mis ojos que con un suspiro se acercó hasta mí y me dijo:

—Tengo que decirte algo. No sé si vas a poder perdonarme.

Sin dejar de mirarla me acerqué y la volví a sentar en la mesa.

—El día en que papá..., bueno, el día en que yo...—la voz de Caroline se quebró —. Yo le dije a la policía que Becky y Lily le estaban extorsionando.

Nos quedamos en silencio, la miré a los ojos para darle el valor de que prosiguiera.

—Sé que dije que Lily era también responsable de chantajear a papá, pero..., no sé por qué lo dije. Solo..., escuché a Becky discutir con papá, creo que Liv no tuvo nada que ver. No sé por qué la acusé, estaba muy nerviosa. Papá estaba en el suelo desangrándose y las vi a las dos allí paradas. Sentí tal rabia que enloquecí.

La tomé de la mano y se la apreté con tranquilidad.

—Eso no importa ahora. La policía lo investigó y ya sacó sus propias conclusiones, nunca acusaron a Lily formalmente así que..., no debes de preocuparte por eso.

—Ya. Pero quería que tú lo supieras. Ella no tuvo que ver nada con la extorsión de Becky, al menos fue lo que yo vi. Fue una mera testigo como yo, en el sitio menos adecuado, en el momento más inoportuno.

Levanté la vista, me costó un rato respirar. No podía decir que me había asombrado. Liv me había perjurado mil veces lo que había sucedido, aunque yo lo que no podía perdonarle era su inmadurez, el no haberme contado nada del aborto de su prima, de las intenciones que ésta tenía con mi padre. Un nudo de angustia por recordar el pasado se entremezcló con el alivio al saber que ella era del todo inocente. En el fondo de mi corazón, muy en el fondo yo siempre lo había sabido.

Me alegraba que Caroline hubiera soltado las cadenas que la tenían atadas. El resentimiento era algo con lo que difícilmente se podía vivir, lo sabía por experiencia propia.

—Tal vez mi explicación llegue tarde, pero intuyo que es importante para ti.

"No sé, no sé si llega tarde, pero estoy hecho un lío".

Cerré los puños a los costados y me dije que no debía pensar más. Entrecerré los ojos, toda la confianza que tenía en mi relación por Grace había desaparecido. En su lugar un terrible dolor de vacío llenó mi corazón. Recordé al poco tiempo de morir mi padre como la añoraba; como por las noches años más tarde lloraba su recuerdo. Llegaba a mi apartamento y ahí lograba la tranquilidad de espíritu, aun así, Liv se hacía presente casi todas mis noches. Ella besándome, brindándome su cuerpo, su amor, todo. Era un maldito infierno añorarla como la añoraba.

Me la imaginaba en África, China y en todos esos países que soñaba algún día visitar como voluntaria; quería encontrarla al doblar la esquina, en algún centro comercial o colaborando en algún refugio de animales. Sabía que no podía seguir así, levantaba el teléfono para llamarla y lo colgaba enseguida. Llamaba a Justin que me mantenía entretenido, solo era cuestión de tiempo que conociera a otra persona y olvidara.

La dudas que como sombras habían planeado sobre mí se desvanecieron en ese momento. Tal vez ya era demasiado tarde pero no tendría ninguna oportunidad si no lo intentaba.


Tal como éramosWhere stories live. Discover now