Una vez que estuve a centímetros de la puerta, la abrí con todas mis fuerzas. Encendí la luz, notando que no había nadie, suspiré de alivio y miré mis ojeras inmensas en el reflejo del espejo. Apoyé mis manos en el lavamanos, intentando recordar la última vez que había dormido pacíficamente.

Entonces, la puerta se estrelló cerrada con un estruendo, dejando a la vista a Crow. Comiendo una manzana. Intentando esconder su sonrisa.

-Debería hacer esto más seguido, tu cara... –comenzó a decir, para luego interrumpirse a sí mismo con una carcajada. Apreté mis dientes hasta que dolieran y sacudí la cabeza.

-Eres un imbécil –mascullé, intentando hacer que mi corazón se ralentizara. Le dio un mordisco a su manzana roja y de un salto se sentó al lado del lavamanos.

-Gracias por el complemento. Bueno, como ya sabes, estoy aquí para ofrecerte algo –dijo lentamente. –Te ayudaré a librarte de las sombras –dijo sonriendo de oreja a oreja. Me quedé unos segundos re calculando, hasta que alcé una ceja.

-¿Y eso cómo se hace? ¡Ni siquiera sé qué son! Además, prefiero pasar más tiempo con las sombras y con mis amigas las bolsas debajo de mis ojos, que contigo –dije encogiéndome de hombros. Aunque obviamente prefería pasar más tiempo con cualquier cosa antes de que las sombras sigan detrás de mí. Crow se bajó de un salto del lavamanos y revoleó la manzana hacia el inodoro.

-¡LO VAS A TAPAR, IDIOTA! –le grité indignada.

-Las sombras dejarán de molestarte si estoy presente –dijo seriamente.

-¿Y tú qué eres, una especie de Dios? –pregunté entrecerrando los ojos.

-No intentes sacarme información de lo que soy, lo único que te diré es que con solo mi presencia podrás dormir y vivir como una adolescente normal –dijo encogiéndose de hombros.

-Repito, prefiero quedarme con las sombras –dije testarudamente. Crow, cansado de mi testarudez, apretó la mandíbula y se acercó amenazadoramente a mí, mientras él se acercaba, yo retrocedía, hasta que quedé entre él y la pared, y no había más lugar para retroceder. Su mano fue a parar al lado de mi cabeza, y sus ojos a los míos.

-Te lo diré solo una vez. Me importa una mierda que las sombras te acechen. No gastaría ni un segundo de mi tiempo en tu bienestar. Ni uno. Pero tengo que hacerlo. Tengo que ayudarte con las sombras, hasta que piensen que nunca dejaré de aparecer cuando estés en peligro, y así te dejarán de acechar. Si eso no sucede, hay un plan B, que también se puede usar si no te aguanto más, obviamente, tarde o temprano, aunque no debamos, utilizaremos el plan B, porque, claro, debes realmente menospreciar mi presencia si prefieres a las sombras, y bueno, prefiero estar trabajando y disfrutando mi vida, antes de quedar estancado con una malcriada como tú, así que... eso es todo. Haré todo lo no humanamente posible para hacer que las sombras te dejen en paz, y en una semana, o menos, ya podré recurrir al plan B y no tendrás que volver a verme la cara, o yo vértela a ti. Es simple. Por cierto, te "hechizaría", pero es una de las cosas que tengo prohibidas –dijo en voz baja. –¿Estás dentro, o no? –preguntó alzando las cejas.

Tragué saliva ruidosamente, haciendo que su mirada se desplazara por mi cuello y luego por todo mi cuerpo, como si me estuviera acariciando. Sus ojos me miraban intensamente, pero su cara no tenía ninguna expresión. Sus ojos negros cayeron en mi boca, y luego de unos segundos en mis ojos de nuevo.

-¿Tengo otra opción? –pregunté encontrando mi voz un poco ronca. Él sonrió de lado sin ningún atisbo de que fuera una sonrisa de felicidad, y sacudió la cabeza hacia los lados.

-No realmente. –dijo cortante. –Te estaré esperando en la cama –dijo ahora divertido. Su mano que estaba en la pared se fue deslizando lentamente hacia abajo, hasta que la guardó en su bolsillo. Sin dejar de mirarme a los ojos, fue retrocediendo hasta salir del baño y cerrar la puerta.

Princesa de las TinieblasDove le storie prendono vita. Scoprilo ora