Capítulo 4

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Me tapé con las sábanas y suspiré de felicidad al sentir la comodidad de mi cama. Todo habría sido perfecto... si no fuera por los ronquidos que emitía Taissa. Conté hasta diez. No, no podía dormir de esa manera. Encendí la luz de mi velador, me levanté, y me dirigí hacia ella. Estaba en un colchón en el piso, sin almohada, buen punto. Su cabello castaño claro estaba hecho un nido de pájaros, y su pequeña figura estaba toda desparramada en la cama. Agarré la almohada que estaba tirada al lado de ella y la acomodé debajo de su cabeza, haciendo que se acomodara y cerrara la boca de una puta vez en todo el día.

Satisfecha me dirigí a mi cama y me acosté. Y ahí realmente comenzó todo.

Esa noche tendría que haber llegado muerta del boliche, me tendría que haber dormido en el segundo que apoyaba la cabeza hasta en un cartón, porque TENDRÍA que estar borracha todavía, inconsciente, feliz... pero no estaba sucediendo nada de esas.

Y estaba bastante consciente del por qué.

Ju y Ginger se habían ido a dormir a la habitación de Ju, mientras que Tai había venido conmigo, como siempre hacíamos... entonces, Taissa se tiró en la cama y se durmió en dos segundos, mientras que yo, luego de chocarme hasta con un mueble imaginario, llegué a la cama y me acosté. Pero no me dormí. Cuando apagué la luz y me acosté, comencé a sentir un estremecimiento en mi espalda. Tuve que encender el velador y entonces me quedé mirando un punto fijo en la pared mientras por el rabillo del ojo podía ver algo oscuro en movimiento, acercándose, otro estremecimiento que hizo parar a cada insignificante pelito de mi puto cuerpo, y por último, un sonido extraño y molesto.

Entonces, dirigí mi mirada hacia allí, pero las sombras ya no estaban. Suspiré y me escondí debajo de las sábanas. Ya no me sentía más ebria, el miedo estaba patente en mí. No era una situación extrema, seguramente era algo psicológico, porque siempre que aparecían de esa manera, me pasaba lo mismo. Cerré los ojos con todas mis fuerzas y enterré mi cara en la almohada. El calor me estaba sofocando, así que saqué una pierna por debajo de la sábana.

Mierda, eso de sacar una pierna de la sábana no era lo mío, siempre me daba más terror sacar una pierna de mi gran escudo, la sábana.

Volví a meter la pierna y entones comencé a dar vueltas, sin poder dormirme, sintiendo eso en el estómago, aquella sensación de incomodidad, que era creada porque sentía la mirada de alguien sobre mí.

Como siempre, mi masoquista cabeza comenzó a pensar cosas terribles, hipótesis de lo que podría estar sucediendo, mientras que yo, estaba luchando contra mi cabeza y contra esos horribles pensamientos.

Entonces, empecé a escuchar un ruido constante y extraño.

Tic.

Tic.

Pum.

Tic.

Tic.

Pum. Tic. Tic. Pum. Tic. Tic. Pum

El sonido ahora estaba acelerando. Dirigí mi mirada a la puerta de mi baño, estaba casi segura que salía de allí. El sonido era como una cuchara siendo golpeada contra diferentes cosas, aunque el lado razonable de mi cerebro, pensó que seguramente era el viento, o que el inodoro había quedado perdiendo y algo se había averiado.

Seguramente era algo de esas estupideces.

Al notar que la melodía se iba haciendo más y más rápida, decidí ir a ver qué mierda estaba sucediendo en el maldito baño. Me paré decididamente y fui directo hacia allí. Claramente me tropecé con Taissa en el camino, y eso arruinó un poco mi momento de la mujer maravilla, pero nada más se interpuso en mi camino al baño.

Princesa de las TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora