Adrien la escuchaba atento sin pronunciar palabra alguna, podía pensar de todo pero jamás paso por su mente el coincidir con otra persona en su misma situación. Cierto era que él no tenía la exclusiva de una madre sobre protectora interesada en emparejarlo a cualquier mínima oportunidad con una chica, pero extrañamente le causaba gracia conocer a alguien con su mismo pequeño problema.

- Sé que quiere lo mejor para mí pero créame es agotador estar siempre buscando excusas para escapar de sus "no citas" concertadas con los hijos de sus amigas. - Adrien soltó una risilla al ver cómo Marinette enfatizaba con los dedos el no citas y como hablaba más suelta como si de un monólogo ensayado se tratara - Siempre busca cualquier ocasión para presentarme a un chico "adecuado" para mí, - Adrien volvía a reír al ver el mismo ademán de enfatización en sus pequeñas manos - ¡como hoy!, ¡¿puede creer que me invito a comer a casa solo para presentarme al hijo de una amiga?!. - Efusiva al contar la estratagema de su madre, respiraba levemente agitada.

Unos segundos de silencio en los que Marinette recuperaba lo pausado de su respiración, mientras que Adrien mantenía la mirada sobre ella pensativo.

- ¿Y me imagino que es ahí donde entro yo?. - Preguntó con retórica.

- Yo...yo...bu...bueno, no...no pretendo incomodarlo, como usted... - Afligida no sabía ahora cómo pedirle que formara parte de su mentira.

- No se preocupe, - La tranquilizó al verla jugar nerviosa con sus dedos - iré con usted, además me apetece probar ese quiché. - Sonrió amable al ver cómo la cara de su conductor se iluminaba con una bonita sonrisa.

- ¡Gracias señor Agreste!, no sabe el favor que me está haciendo.

- Créame que lo sé señorita Dupain, ayer usted me libró de una incómoda tarde. Así que lo correcto es que le devuelva el favor de igual manera en vista de la curiosa casualidad de nuestras situaciones.

Sin más preámbulo Marinette puso en marcha el coche mientras Adrien tecleaba un mensaje en su teléfono.

El vehículo se detuvo un poco antes de la panadería de los padres de Marinette, inquieta se giró hacia su cliente.

- Hemos llegado señor Agreste. - Indicó nerviosa.

- Muy bien, vamos allá entonces. - No muy convencido de lo que iba hacer se frotó nervioso las manos sobre el pantalón. Si su pequeña representación había convencido a su madre, dándole a él unos meses de tranquila paz cabría añadir, ¿qué podría salir mal ahora?.

- Señorita Dupain, ¿dónde debemos decir que nos conocimos?, - Atinó a preguntar ante la falta de consonancia entre ambos la vez anterior.

- Yo no he tenido la oportunidad de viajar, así que lo lógico es decir que nos conocimos aquí, en Paris.

Con solo una sutil sonrisa de aceptación Adrien bajo del coche, seguido por Marinette.

- ¿Pasa algo señorita Dupain? - Preguntó intrigado al ver cómo lo miraba con fija atención.

- Es...es que esta usted muy elegante. - Con un ligero rubor en sus mejillas lo señalaba con ambas manos.

- Gracias. - Respondió extrañado ante el comentario.

- No...no, yo quería decir que se ve muy formal...y...bueno es una sencilla comida con mis padres y no quisiera que hubiera más preguntas incomodas de las que seguramente habrá. - Miró apenada a su cliente.

- ¿Preguntas incómodas? - Repitió dubitativo las amedrentadoras palabras.

- No, no...no es para que se preocupe, - Apuró a decir ante la expresión entre estupor y miedo de Adrien - es solo para no darles a simple vista otro tema a indagar. - Concluyó con una mínima sonrisa inquieta.

Una Linda Tarde Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz