01.

911 181 69
                                    

La primera cita con él fue todo un ajetreo. Después de aquella descarada actuación de mi parte, que por cierto fue muy certera, llegué a mi casa con una sonrisa estúpida que no podía borrar.

Ya no era ningun adolescente y sinceramente había olvidado incluso como coquetear, pero con él todo se sentía tan nuevo y tan lindo que lo único que me hacía falta para ser una colegiala enamoradiza era el uniforme. Literalmente.

Di muchas vueltas en la habitación preguntándome cuál sería la hora correcta para llamarlo. Hasta que después de casi haber hecho un agujero en el piso por tantas vueltas, me decidí y lo hice.

Mientras el celular timbraba me mataban las ansias, pero cuando fue contestado me dejó sorprendido. Y no, no por su masculina voz hablándome a través del auricular, sino porque una chica contestó el teléfono.

— ¿Hola? —preguntó en tono desinteresado mientras yo sentía que me desinflaba como un globo.

Afortunadamente no me dejaba quebrantar tan fácilmente y después de mirar toda mi dignidad esparcida por el suelo, decidí decir algo.

— Hola, estaba tratando de comunicarme con Hoseok... ¿Puedes ponerme en contacto con él? —pregunté sintiéndome estúpido mientras en mi mente me repetía una y otra vez algo como: “por favor dime que no eres su novia y aunque lo seas no me importas, pero hazme el favor de no serlo...” ¿Qué? Estaba siendo sincero. Lo quería a él no a ella y bueno, ¿acaso no tenía derecho a comer un pecado piadoso?

Me quedé en silencio esperando que dijera cualquier cosa, aunque sea lo mínimo o algo contundente, pero necesitaba que hablara.

— Te equivocaste de número. —respondió cortante antes de culminar la llamada.

Me sentí estafado.

¿Acaso el tipo creía que podía hacerme algo así solo por estar bien rico? Aunque bueno, con esas nalgotas le perdonaba hasta la vida... ¡Pero no era el punto! Me enojé muchísimo.

Tomé la cajetilla de cigarros donde estaba su supuesto número escrito para desecharla, pero para mi fortuna me di cuenta que solo se trataba de mi propia idiotez, porque al comparar los números, no coincidían. Y pasé del enojo a sentirme un imbécil.

A esas alturas ni siquiera sabía si debía llamar o no, pero estaba tan decidido a todo que lo hice, a pesar de arriesgarme a que todo saliera muy mal. Pero de nuevo cuando la llamada fue contestada, me sorprendí. Escuché un ruido extraño del otro lado y finalmente su voz, su linda y masculina voz que puso a mis hormonas a saltar, como si dentro de mi ser hubiera un evento de gimnasia.

— ¿Hola? —preguntó casi con curiosidad, como si me estuviera esperando.

Se me derretía el pecho de pensar en que así era.

— Ho-hola... —tartamudeé para finalmente carraspear mi garganta— soy Chae Hyungwon, el chico que fue a la tienda por los cigarros gratis...

Bueno, esa presentación fue muy estúpida pero ya lo había hecho. No podía revertir nada con él, pero afortunadamente se lo tomó a bien y soltó una risita suave.

— Pensé que ibas a pagarme... —bromeó arrancandome una risita. Aunque no quería reírme, quería gritar como loco y saltar en mi cama por los nervios que me provocó.

Y si, soy un adulto muy cerca de los 30 pero ¿y qué? Ya dije que con él me sentía como colegiala enamoradiza.

— Claro, lo prometí... ¿Te parece hoy? —pregunté sin más preámbulos— es decir, en un par de horas podríamos encontrarnos y salir a beber algo si te parece.

Karma Se Escribe Con Mayúscula Donde viven las historias. Descúbrelo ahora