16.

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A pesar de que dije las cosas muy claramente, la mujer que tenía delante parecía un poco escéptica o quizá sorprendida de mi caracter. La última vez que estuve con ella quería irme incluso antes de ingresar al lugar, lloré intentando hablar de mi pasado y me fui irrespetuosamente jurando nunca volver, pero de nuevo estaba ahí luciendo aparentemente alegre, pero estaba realmente intranquilo.

— Entonces, de repente tuvo una especie de nirvana que le hizo despertar y darse cuenta que debía seguir tratando de mejorar su salud mental, ¿es eso lo que trata de decirme? —preguntó después de un rato.

La miré con una mueca de confusión.

— ¿Por qué lo hace sonar como si estuviera loco? —reproché casi haciendo un puchero— Yo sólo... Bueno, lo soltaré directamente. —suspiré— La verdad es que hace unos días, el hombre que se ha robado mi corazón completamente me pidió que fuera su novio... —ella asintió lentamente como si tratara de comprender qué tenía que ver una cosa con la otra— Y bueno... Yo realmente quiero algo serio con él, pero resulta que él tiene su propia mini bestia, y aunque él sabe mi problema... —jugué con mis manos teniendo la mirada baja— No quiero que se sienta mal porque su bicho y yo no nos llevemos bien. —la miré deseando que pudiera darme una solución mágica— Es por eso que quiero saber cómo puedo tolerarlo. Es todo.

Ella asintió en señal de que me había escuchado y prosiguió a responderme.

— Es bueno que haya encontrado una motivación para seguir adelante, pero creo que lo primero que debemos arreglar es cambiar esa categorización que tiene al momento de hablar acerca de un niño. —explicó tranquilamente— En la sesión pasada le hablé acerca de que debe identificar qué es aquello que le molesta, y el motivo de que cambie la forma de llamar a los niños, sólo deja claro que evade a lo que le teme.

Bufé un poco agobiado.

— No me gusta esto. —respondí sinceramente.

Ella sonrió.

— Salir de la zona de comfort es parte del proceso de cambio, porque si sigue haciendo siempre lo mismo, nunca notará una diferencia. —alzó las cejas como invitándome a admitir que tenía la razón, sin embargo me crucé de brazos y miré a otro lado como la persona orgullosa que era— Vamos señor Chae, no es tan difícil. Repita después de mí... —hizo una pausa— “Niños”.

Moví los labios levemente, sin embargo aquella palabra tan sencilla se atoraba en mi garganta como una brasa ardiente.

— Ni... —hice una larga pausa y solté un suspiro— ¿Qué tal “bichito”? —solté una risita— o quizá “bestiecita”, ese suena genial.

— Señor Chae, sólo inténtelo. —pidió un poco anonadada por mi comportamiento— Es una palabra más de las miles que hay en el idioma.

Hice una mueca de disgusto y bajé la mirada.

— Simplemente no puedo. Deme tiempo... —pedí suspirando— Realmente no puedo.

Me sentí agobiado de repente al pensar en que a pesar de que estaba buscando la ayuda voluntariamente esta vez, seguía sin rendir los frutos que esperaba.

La mujer me sonrió.

— No tiene por qué sentirse culpable de no poder hacerlo, hoy ya dio un gran paso viniendo aquí voluntariamente, deseando poder empezar una relación sana con su pareja y con su hijo. —explicó dándome ánimos— Todo lo que le resta es seguir con esa motivación y dar un paso a la vez, entonces un día mirará hacia atrás y se dará cuenta que ha dado tantos pasos que incluso ya está a kilómetros de su problema. Usted es fuerte y valiente. Podrá hacerlo, su padre y yo confiamos en que si puede. —una leve sonrisa se pintó en mi rostro al escuchar esa ultima parte.

Me acomodé en el asiento y me quedé pensativo por  un rato.

— Me da miedo lo tranquilizantes que son sus palabras. —susurré con sinceridad.

Ella dejó de ordenar los papeles en los que había estado escribiendo mientras yo hablaba mis tonterías y me miró con un gesto de confusión.

— ¿Le molesta que lo haga? —cuestionó.

Negué con la cabeza agachada y la mirada puesta en la alfombra de la habitación.

— No, no es eso. Es sólo que... —de repente se formó un nudo en mi garganta— Durante toda mi vida aprendí a consolarme solo, asi que es un poco extraño que lo haga. —ella intentó decir algo más, pero tal como le había prometido a mi padre, en cuanto sintiera que no quería estar más en ese lugar iba a irme, entonces lo hice— Gracias por escucharme, yo... No quiero estar más en esta sala, lo siento.

Me paré del lugar donde había estado apenas por poco más de media hora y caminé rápidamente hacia la salida.

— Lo hizo genial hoy, señor Chae. —comentó la dulce mujer, haciéndome sentir más extraño.

Aparte de mi padre y Hoseok, nadie me elogiaba de esa manera. Fue tan cálido que de cierta forma me quemó un poco.

Al salir de aquel lugar decidí pararme firme y salir con la frente en alto. Esta vez mi papá no estaba conmigo, asi que no podía darme el lujo de llorar, ser vulnerable y débil frente a los demás. Entonces hice lo de siempre, aguantarme.

Por inercia comencé a buscar el coche en el estacionamiento y no fue hasta ese momento que recordé que Wonho me había llamado esa mañana para preguntarme si podía alquilarle el auto, ya que tenía que hacer algunas cosas y su camioneta, que no era tan nueva, decidió no encender justo ese día.

Yo acepté sin problemas, aunque en el fondo sabía que sólo lo hacía como una excusa barata para poder ver lo sexy que seguramente se miraría al conducir un auto de lujo, y comportarme como la damisela en apuros que necesita de su hombre para hacer ciertas tareas, por lo que sin avergonzarme de mis motivos, saqué el celular de mi bolsillo y contento como un ave en el cielo, lo llamé para que fuera a recogerme, con la excusa de que olvidé llevar mi cartera, y por ende no tenía efectivo para pedir un taxi. Lo cual era una rotunda mentira, ya que en primer lugar podría haber llamado a mi padre que me prestara uno de sus autos, o mínimamente pedir un Uber.

Caminé un par de metros hacia una heladería cercana para evitar que él supiera en el lugar exacto en el que había estado la última hora, y no me contuve de comprar un Banana Split con helado de pistacho para mí y otro para Hoseok, alegre de saber que en pocos minutos vería a mi novio llegar a mí, cumpliendo la imagen mental que tenía en la cabeza.

Tomé asiento y comencé a comer un poco del helado que debido a la cálida temperatura ya estaba empezando a derretirse, y tarareé una pegadiza canción que sonaba de fondo, cuando de repente escuché el familiar sonido del motor de mi auto.

Arreglé mi postura y me arreglé el cabello usando el celular como espejo, para finalmente y con la velocidad de un rayo, cambiar mi expresión de emoción a una serena. Fingí estar mirando a la nada con un deje de aburrimiento, cuando por fin mi imagen soñada se hizo realidad ante mis ojos.

El hombre que me volvía loco abrió la puerta del auto después de estacionarse y bajó de él luciendo una camisa blanca de botones, con las mangas recogidas hasta los codos y los dos botones de arriba sin cerrar. A juego un pantalón de mezclilla casual y un par de tenis blancos tan pulcros que parecía brillar. Perdí la cuenta de cuanto me duró el orgasmo visual que tuve al verlo caminar hacia mí con la luz del sol haciendo parecer que su sonrisa resplandecía.

Me quedé petrificado en mi sitio.

¿Cómo es que ese hombre tan guapo era mío?

¿Cómo es que ese hombre tan guapo era mío?

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Karma Se Escribe Con Mayúscula Donde viven las historias. Descúbrelo ahora