21 Sonrisa cómplice

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Por mucho que me doliese admitirlo, Hudson era todo un caballero

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Por mucho que me doliese admitirlo, Hudson era todo un caballero. En cuanto le conté lo que ocurría no dudó en aparecer allí para ayudarme, como ya lo había hecho antes. Verle aparecer entre la niebla, con la noche de fondo y en contra de la luz que desprendían los faros del coche; fue como ver llegar un ángel.

--Qué frío.-- murmuró abriendo la puerta del coche.--¿Por qué no has puesto la calefacción?

Miré su sonrisa cómplice, lo que él estaba haciendo no tenía precio

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Miré su sonrisa cómplice, lo que él estaba haciendo no tenía precio. Sabía que estaba pasando por un mal momento, y aunque estuviera enfadado por lo que creía que había entre London y yo; ahí estaba, dejando el asunto a un lado para hacerme sentir mejor.

--No quería que se terminase la batería.-- aún no daba crédito.

--Venga, es hora de ir a casa.-- tendió su mano hacia mí para ayudarme a salir y entré por la puerta de la derecha.-- ¿Has llamado a tu padre? Debe estar preocupado.

Fruncí el ceño extrañada por la falta de costumbre a tanto apoyo, tal y como demuestra mi crush en Ares, mi tipo de chico son los imbéciles desconsiderados.
Eché un vistazo al teléfono, que lleva en modo silencio desde el mismísimo día en que lo compré. Mi padre había llamado un par de veces, eso indicaba que estaba preocupado pero ni siquiera un 3/10 en la escala de padre sobreprotector.
Le envié un mensaje: "Papá, tu hija me ha dejado tirada con el coche en el campo de fútbol. Sabía que tú estabas ocupado, no te preocupes, Hudson me lleva a casa." Y lo acompañé de un selfie en el coche.

--Probablemente esto no te pasaría si os entrenase alguien normal.-- murmuré incapaz de mirarle a los ojos. Sabía que estaba echando a perder mi reputación cómo entrenadora de hielo.

--Sin ofender a tu padre, todos creemos que eres la mejor entrenadora que podríamos tener.-- estábamos a unos cinco minutos de llegar a mi casa.

--A mí también me gustas.-- fue como si algún cable dentro de mi cabeza se hubiese desconectado por accidente.-- Quiero decir... todo el equipo.-- no sé si eso lo arregló un poco o solo sirvió para extender la mancha. Lo que sí sé es que hizo que Hudson sonriera, y eso me dió la confianza suficiente para apoyar la mano sobre su muslo.

--Nora, ¿te has dado cuenta de que solo acudes a mí cuando estás mal?-- quité la mano como acto reflejo.-- No sé si te das cuenta de que me haces daño, quiero que antes de hacer nada pienses si de verdad quieres hacerlo, porque no puedo estar frenándote todo el tiempo.

-- No sé si te das cuenta de que me haces daño, quiero que antes de hacer nada pienses si de verdad quieres hacerlo, porque no puedo estar frenándote todo el tiempo

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The coach's playsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora