Los genios no copian, roban

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No tengo ni idea de cómo puedo explicaros qué vais a encontrar a continuación. Lo cierto es que esto debería incluirlo en El arte de contar historias pero ni siquiera sé cómo voy a organizarlo, así que hasta que no encuentre la manera de hacerlo se queda aquí por tiempo indefinido.

Vamos a dejarlo en que el otro día (de cuando escribí esto) entré en clase de guion y oh sorpresa, el profesor nuevo decía cosas interesantes y útiles que podemos usar en nuestro día a día sobre todo para evitar el bloqueo. Es más, él lo describió como técnicas para ser un guionista "conciso", que es lo que debemos hacer porque es improbable que nos podamos exceder de 110 páginas cuando pensamos en una película.

Ya sabéis que esto de contar historias es universal, que se pueden coger cosas de un lado y de otro para probar y experimentar. Referencias, consejos... Nos detuvimos en la primera escena del guion de La isla mínima. Es una película española de Alberto Rodríguez Librero, escrita por él y Rafael Cobos (mismo tipo que escribió El hombre de las mil caras).

Es gracioso, porque La isla mínima no me gusta nada. El guion en sí no me gusta. Sin embargo, la forma de escribir ese guion es impecable y aquí dejo una miguita que podéis recoger al pensar en que por un lado está el qué escribir y por otro el cómo escribirlo. En cualquier caso, recurriré a los ejemplos de La isla mínima a partir de ahora, porque me han parecido más que acertados.

Todo nace de una premisa que para mí se va a convertir en un axioma de vida (si no lo es ya): no hay que tener miedo a ser tajante.

En guion está prohibido ser literario. En un libro esto admite réplica pero ahora de lo que se trata es coger ideas de guion cinematográfico y usarlas a nuestro favor a la hora de escribir en otros formatos como puede ser un libro de ficción en prosa.

Con eso de ser tajantes quiere decir que no hay que ser austeros, sino eficientes, concisos, claros, aburrir lo mínimo posible, porque esa es la mejor forma para escribir algo. Lo que yo llamo el Nirvana escritoril y si incluimos recursos estéticos que sean con una razón incluso si esa razón no es razón. Ahora, desarrollemos esta movida que a primera vista parece tan simple.

Tenemos dos situaciones y quedaos con este ejemplo, que también lo rescataremos más adelante (si es que no se me olvida o se me acaba la inspiración y luego me da pereza):

"Lucía alcanza el bolso del suelo sin levantarse de la silla. Rebusca con parsimonia. Palpa el pintalabios, la cartera y las llaves. Después de unos segundos interminables, consigue agarrar una cajetilla de tabaco que sujeta con firmeza, como si fuera lo más importante de su vida.

Sin cerrar la cremallera, saca un cigarrillo y deja el resto sobre la mesa mientras con la otra mano trata de prender el mechero. Le cuesta, porque hay un poco de aire que además, le revuelve el pelo hacia la cara. Tras unos segundos de lucha por proteger la llama, logra dar la primera calada. Cierra los ojos y se estremece con un suspiro. El filtro se ha quedado con una leve marca roja".

"Lucía fuma".

Quiero hacer una advertencia aquí. Yo no considero que la primera opción sea narrativa púrpura. Y tampoco, de serlo, tendría que suponer algo malo. Sin embargo, eso no es lo que nos importa ahora. Lo que nos importa ahora es que en ambos casos se está diciendo lo mismo de principio a fin.

Seguro que algún edgy diría sin pensar que la segunda opción es pobre, de persona que no tiene vocabulario, que le falta descripción pero ¿el artificio por el artificio? Los guionistas no pueden ni de broma escribir algo como lo primero. Principalmente porque desperdician espacio que es oro y en segundo, porque todo eso que especifica lo sabe hacer la actriz solita y es una falta de respeto hacia ella el decirle cómo narices tiene que fumar a menos que sea híper significativo para la historia y se conforme un simbolismo sobre su ritual a la hora de fumar. Que en ese caso se especificaría en acotaciones y con decirlo una vez ya les queda claro. Los actores saben leer y además, la última palabra la tienen los directores.

Sigo sin saber a qué huelen las nubesWhere stories live. Discover now