Le causó risa al recordar que el día en que se casó con JiMin, el chico llegó en un caballo blanco que después lo tiró al suelo.

Tampoco podría olvidar que la hija de Namjoon le arrojó a JungKook pastel en la cara y el revuelto que se formó después cuando Jeon empezó a lanzar pastel por todas partes.

Nunca olvidaría las risas de la gente ni sus rostros alegres.

Al entrar a la bodega se dirigió al laboratorio y ahí vió todas sus cosas llenas de polvo, hacía mucho tiempo que no entraba a ese lugar.

Se sentó en el banquillo y quedó inmerso en sus pensamientos, imaginando como había sido el último día de aquella pareja.

»JungKook volvía luego de una larga jornada de trabajo en una empresa tranquila y hasta cierto punto no tan exigente. Dejó su saco en el perchero y caminó hacia la cocina encontrándose a JiMin frente a la estufa cocinando.

—Huele bien.— habló aflojando su corbata.

Ojalá que te guste amor.

JungKook sonrió y caminó hacia la habitación para poder cambiarse la ropa y al destapar sus brazos, vió nuevamente las venas marcadas.

A sus 75 años, la fuerza se le había ido casi por completo, pero su felicidad era pura, pues la persona que más había amado en la vida seguía de pie frente a él.

JungKook salió de la habitación y se acercó a besar los labios de JiMin suavemente para luego sentarse a cenar.

¿Sabes lo mucho que te amo?

—Lo sé cariño.

JiMin sujetó su mano y sonrió.

La pareja cenó tranquilamente mientras hablaban de las cosas increíbles que habían vivido y los lugares que habían visitado durante todos esos años.

—Descansa mi amor.— murmuró JungKook besando la frente de JiMin una vez que ambos estuvieron acostados sobre su cama. 

—Descansa Kookie. JiMin abrazó la cintura de su esposo y escuchó los latidos de su corazón. Una melodía que sin duda adoraba.

—Recuerda siempre lo mucho que te amo JiMinnie, fuiste mi más grande tesoro.

—Nunca podría olvidarlo, yo también te amo demasiado y en verdad agradezco compartir contigo mi vida, estar contigo...

—Hasta la eternidad mi amor.

—Hasta la eternidad«

Más lágrimas escaparon de los ojos de Hoseok, pues después de aquella noche, ninguno de los dos despertó.

No sabía cómo era posible, pero se habían ido juntos en paz y tranquilamente. Con una sonrisa plasmada en sus labios, sintiendo sus corazones latir hasta el último suspiro.

Al anochecer, Hoseok se metió en las cobijas de su cama y miró al techo.

Todos sus amigos habían partido, al igual que su amado SeokJin un año atrás.

—Ya es hora de verlos muchachos.— susurró y después sonrió cerrando sus ojos.

Se sentía listo, no se arrepentía de su vida y le hacía sentirse bien el haber ayudado a sus amigos a vivir por más tiempo, el haberse enamorado de SeokJin y el haber estado en donde estuvo, porque de no ser así, jamás habría conocido a esas personas tan increíbles.

Cerró los ojos y al llegar la mañana, Hoseok aún mantenía su sonrisa en los labios, pero su corazón había dejado de latir horas atrás.

Había muerto el último hombre de aquel grupo de personas que nunca se abandonaron aún cuando algunos eran simples desconocidos, que se protegieron entre si y jamás se dejaron solos.

Ese grupo de personas que se enamoraron y que a pesar de que los demás los miraban como unos monstruos... Ellos demostraron que los monstruos también podían tener una familia y amar. 



















Hola Chimis, pues ya hemos llegado al último capítulo de esta historia. De verdad espero que les haya gustado esta versión del kookmin. Gracias por su apoyo y por haberse quedado hasta el final

 Gracias por su apoyo y por haberse quedado hasta el final

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Muchas gracias por todo esto en verdad. Espero que nos encontremos en otro fic algún otro día.

Les mando mucho amorcito y el experimento JK3 les da un adiós.

—ℓιѕα

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