Capítulo 3: Estrellas hiperactivas

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En cuanto vio que ya podía alcanzar su dueño sin obstáculos invisibles de por medio, Xing se lanzó hacia él, alzándose sobre dos patitas regordetas para lamerle la mejilla. El mal humor de Jiang Cheng se esfumó durante segundos, su temperamento tan voluble y explosivo como hacía siglos que no era. Seguramente su hermana, muy sabia ella, se lo achacaría a cierto enamoramiento por cierto mortal, pero su hermana no estaba allí para destaparle los sentimientos. Estaba de vacaciones en el trópico con su marido vampiro y su hijo inmortal eternamente adolescente, y allí se podrían quedar por lo menos otra década. Lo que tenía en frente era a su pequeña y querida Xing, que parecía haberle echado de menos porque no dejaba de lamerle la cara con insistencia. Riendo, el vampiro la cogió en brazos y le rascó el cuello por debajo de la mandíbula, justo donde sabía que le gustaba. Tenía una sonrisa enorme en la cara, tan amplia que Wei Ying por un momento olvidó su fobia a los perros y simplemente se quedó anonadado pensando que algún alienígena —porque si los vampiros y los magos existen, los aliens también, se hizo un ferviente creyente de eso durante los noventa— había abducido a su hermano adoptivo.

-¿Qué pasa, Xing? ¿Qué pasa? ¿Quieres jugar? Claro que sí, claro que quieres, cariño.

Encantador. Una pena que solo fuese así con los perros y no con el resto del mundo.

-Pues claro que quiere jugar. Has dejado a ese monstruito solo toda la noche.

-Por algo te llamé, joder. -Espetó mientras seguía mimando a su perro. La cachorrita estaba encantada entre los brazos de Jiang Cheng, ladrando de vez en cuando-. Y fue para que me hicieses el favor de cuidarla una puñetera noche. No es tantísimo trabajo. Pero no, tenías que encerrarla en un círculo mágico... ¡¿y qué cojones estás haciendo ahora?!

Móvil en mano, Wei Ying llevaba un rato sacándole fotos a su hermano pequeño, capturado los escasos momentos en los que le sonreía a Xing.

-Recopilando material con el que chantajearte.

-¡Serás...!

-Me cubro las espaldas. Además, a alguien se lo podré vender.

-Ya. Claro, sigue soñando.

-Bueno, con alguien has pasado la noche.

El mago contempló a su hermano con una ceja alzada, inquisitivo. Luego Xing volvió a ladrar, y como consecuencia él volvió a encogerse sobre sí mismo por el miedo. Jiang Cheng suspiró, hastiado y todavía con ganas de tumbarse sobre el asfalto a la espera de que un camión lo arrollase. Por desgracia, no podía hacerlo, y tampoco serviría para demasiado. Sobreviviría, desventajas de ser inmortal y parcialmente invulnerable. Con el perro en brazos fue hasta la minúscula habitación —la que supuestamente había hecho que le anunciasen la vivienda como "coqueto piso con dos habitaciones, ideal para estudiantes"— donde tenía puestos el comedero y el bebedero de su mascota y dejó a la pequeña Xing desayunando, más contenta que unas castañuelas. Después debería sacarla a pasear, pero primero le esperaba una charla con su hermano. Y prometía ser de todo menos agradable para sus secretillos.

-¿Café?

La pregunta de Wei Ying sonó nada más dejar entornada la puerta del cuarto de Xing. El brujo se había ido a preparar algo de beber tras la barra de mármol americana que separaba (o intentaba separar) la cocina del salón. Eso auguraba que, cómo no, pretendía quedarse un rato largo.

-Ya he tomado.

-¿Sangre?

-Eso debo decir que me vendría bien.

-Marchando un vaso. -Eficaz a la par que desastroso, su hermano asaltó su frigorífico. Las neveras de los vampiros son, la verdad, la puerta a otro mundo. Nunca sabes lo que te vas a encontrar, tienen más peligro que una nevera universitaria-. ¿Por qué tienes espárragos al lado de las bolsas de sangre?

Hollow [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora