Lo cual no le vi ni un poco de sentido.

—Jueves.

Negó.

—Es sábado.

Largue una carcajada.

—Sí, claro.

Pero ninguno parecía con ánimos de bromear. Mi sonrisa se esfumó al instante, y fue Lhaia quien decidió tirar la bomba.

—Te atacó un Desterrado en el bosque, perdiste mucha sangre y tu cuerpo necesito dos días para recuperarse.

Recibir esa información tan de golpe me confundió muchísimo, pero también se sintió como recibir un baldazo de agua fría.

Me quedé en silencio analizando lo que creí que solo fue una pesadilla.

Esos ojos negros, el dolor que experimente cuando me mordió, la muerte… ¿Cómo es posible seguir con vida?

—¿Qué? Es mejor ser directa —escuché que le dijo Lhaia a mi padre.

—Pero tampoco en exceso —le contesto él con disgusto.

Y mientras los dos se pusieron a discutir sobre quién tiene la razón, se me vino a la mente el último recuerdo que conservo, que quizás sea la razón del porqué sigo con vida.

—Ellos fueron quienes me salvaron, ¿No? —los interrumpí.

Y aunque sabía la respuesta, quería que me lo confirmarán.

—Sí —me respondió mi padre—. Y te trajeron hasta aquí por el aroma del buzo.

Ah.

El pánico me invadió casi por completo de solo pensar que ya saben de nosotros, contuve la respiración por un momento y luego exhale pesadamente como si todos mis problemas se fueran así.

Por otra parte no me sorprendió saber que conocieran a Lhaia, después de todo es la encargada de dirigir y entrenar a las guardianas, mujeres de increíble fuerza y habilidad que se ocupan de la seguridad en Sety, pero sobre todo en las zonas fronterizas, o por lo menos eso es lo que me contó mi padre.

Con las piernas flojas me levanté de la cama despacio, y en silencio di un par de vueltas por la habitación, sintiendo en todo momento sus miradas.

—¿Jane? —la voz preocupada de mi padre y su mano sobre mi hombro me alejo de mis pensamientos—. ¿Te sientes mal?

Negué.

—Estoy bien, solo… No entiendo como es posible seguir con vida —intente explicarle mi gran duda, aunque deba alegrarme más por el hecho de seguir respirando—. Si me hubieras visto, lo que sentí, tanto dolor y después nada… yo de verdad pensé que…

—Pero eso no ocurrió —me interrumpió de repente y me abrazó con fuerza—. Gracias a los Dioses, no ocurrió.

Por segunda vez no me espere verlo tan frágil, como si fuera una copa de cristal a punto de caerse del borde de un precipicio.

Después de hacerles un par de preguntas más, que no respondieron porque les ordenaron guardar silencio, nos fuimos a desayunar en silencio.

Eso me sirvió para descansar un poco el desastre de cuestionamientos y de falta de información que tengo, al menos por el momento.

Pero presiento como un gusto amargo y seco, de que la gran tormenta aún no ha llegado a nuestra puerta.

Según Lhaia, nos explicó que converso con el Alfa de Sety y que este le dio permiso de hacerse cargo de nosotros, pero eso sería hasta que yo despertara. Cosa que ya hice y se informó.

Destinos. © Where stories live. Discover now