(Capitulo 4)

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Tan pronto baje del auto y cerré la puerta, miré hacia el alrededor con un asombro casi disimulado.

El castillo, al igual que todo, es tan imponente como bellísimo.

Me doy la vuelta hacia atrás y observo con preocupación el final del camino, que termina en las dos grandes puertas que son cuidadosamente vigiladas por tres hombres, que por sus aspectos son seguramente lobunos.

—Sígueme —exclamo Dylan, mirándome de reojo—. Y no intentes nada tonto.

Lo miré de mala manera, y cuando comenzó a caminar lo seguí en silencio.

El hecho de que me lo advirtiera como si dudará de que fuese consciente del riesgo, me disgusto.

Una vez dentro de la mansión, me costó bastante no demostrar asombró por toda la arquitectura, y mucho más cuando levanté la mirada y me encontré con una pintura de colores cálidos, que tiene como decoración la parte del medio del techo, que logro por completo llevarse mi atención.

En ella hay tres reinos divididos en cada esquina, en donde humanos y lobunos están dispersos al rededor formando un círculo, y en medio de todo, se encuentra una mujer de cabello largo y castaño, junto a un Lobuno enorme de pelaje negro azabache.

—Es una pintura magnífica.

—Sí… —le di la razón en voz alta.

Al percatarme de ello, carraspeó incómoda.

—¿Conoces la historia?

Negué levemente.

—La mujer de allí se llama Nur, fue una princesa de Seyh en épocas Sehianas —me empezó a contar por más que fingí desinterés en el tema—. Y él, es Feyren, en el mismo tiempo fue príncipe de Becka.

Fruncí el ceño y él me sonrió levemente.

—Esa pintura es una farsa.

—¿Dices que dos personas de distintos Reinos, no pueden enamorarse?

Lo que quiero decir, es que ambos son de reinos enemigos y, aparte, de la realeza, además…

—Becka nunca tuvo un hijo real por la maldición —termino de decir por mí. Se cruzó de brazos y miró la pintura con fascinación—. Quizás tu reina y sus antepasados no pudieron concebir a un niño, pero antes de que todo ocurriera, de que los Dioses los maldijeran, si lo hubo, y ese fue Feyren, con él todo empezó y acabo.

No replique nada al respecto, no podía darme el gusto de hacerlo cuando no se nada de casi nada.

Desde que tengo uso de razón, mi padre siempre se ha esmerado por mantenerme segura, lejos de todos los problemas e historias que él consideraba innecesarias.

Hasta hace un par de meses lo seguía haciendo, cuando vivíamos con mis abuelos en Becka, Feli y Marcil, en una pequeña cabaña en medio del campo y bastante lejos de la ciudad.

Aunque no podía evitar del todo que me enterará de los rumores y de lo delicado y conflictivo que es preguntar, y debatir que tipo de pecado grave habrán cometido el Rey y reina antiguos, para que los Dioses castigarán hasta a sus descendientes.

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