Lo primero que sucedió fue que me desperté abruptamente en mi habitación, con la frente sudada y los latidos acelerados.
Tarde un momento en reaccionar, y asimilar de que al parecer no se trató más que de una horrible pesadilla, de esas que parecen reales.
Miro la hora en el reloj de pared. 7:50 am.
Bostezó, y me levanto de la cama teniendo extrañamente muchísimas energías.
Voy al baño y me observó en el espejo, puntualmente el cuello que no tiene rastros de ninguna marca, eso me dio cierto alivió, porque reconfirma que solo fue una pesadilla producto del cansancio del viajé.
Aunque recordar como aquél Desterrado se alimentó de mi, y el dolor que me produjo, hace que desee olvidarlo todo.
Así que me di un baño largo para quitarme los nervios, y al terminar me vestí con ropa abrigada, porque por más que estemos en primavera, el clima de aquí es muy inestable y hoy está bastante fresco, casi como lo es el otoño después de una lluvia.
Una vez que terminó, decido ir a prepararme algo para desayunar ya que mi estómago ruge de hambre, pero me detengo cuando la puerta se habré de golpe, dejando ver a un Sebastián lleno de preocupación, con el cabello despeinado y los ojos rojos de haber llorado.
Me miró desde su lugar como si no pudiera creer que estuviera de pie frente a él, en un momento me hizo acordar a la misma espresion que puso el castaño de mí sueño, por lo que me desconcerte, y mucho más cuando corrió hasta mí y me abrazó.
—Por los Dioses, pensé que te perdería —exclamó, con la voz quebrada.
No supe que decir o como reaccionar. No entiendo nada.
—¿Sebastián? —Al levantar la vista, me encontré con Lhaia parada en el marco de la puerta, vistiendo su traje de un azul oscuro que la hace ver tan imponente como la Diosa de la guerra Henna—. Ella... Despertó —Su expresión es la misma que la de mi padre.
En cuanto él me liberó, ella se acercó y me abrazó con muchísima más fuerza, demasiada diría.
—No... puedo... respirar, Lhaia —dije en cuanto pude volver hablar.
Aflojó su agarre y me dió un poco de espacio.
—Lo siento. A veces se me olvida que eres… bueno, no importa —se disculpó.
Es que... ¿No quiso decir humana?
Entonces recordé que mi abuelo me contó hace mucho que en Seyh, el terminó humano significa débilidad.
Así que con un pequeño esfuerzo traté de no darle importancia a eso ahora.
—¿Qué es lo que quieres decir exactamente con que desperté? ¿Y por qué se comportan así? —los ataque con preguntás.
Ambos se miraron.
—Debería irme —le sugirió la guardiana.
Él negó.
—Esto nos concierne a los dos.
Ella pareció dudar, pero al final se quedó.
Ahora fijaron su atención en mí.
—Princesa, lo mejor es que te sientes —me aconsejó mi padre, señalando la cama.
Y aunque eso me hizo poner más inquieta, me acerque a la cama y me senté.
—¿Qué día piensas que es hoy? —empezó por preguntar, mientras se sienta a mi lado.
Lo cual no le vi ni un poco de sentido.

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Destinos. ©
FantasyMí vida fue tranquila hasta que un día eso cambio, yo cambié, y lo conocí a él. Sus preciosos ojos claros son la cura, y yo quien los necesita para apagar este descontrolado tormento. Todos los derechos reservados. #Esta historia es completamente Mí...