Perdida

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Devastada, rota, herida, sola. Así se sentía Nina después de lo ocurrido. ¿Qué pasó? La historia era demasiado dolorosa como para que ella fuera capaz de pensarla siquiera, pero las imágenes de cómo debía haber sucedido volvían una y otra vez a su mente. El auto avanzaba por las calles y ella seguía con la cabeza pegada a la ventanilla. No había pronunciado palabra alguna desde el hospital. No había llorado. No parecía haber entendido aun lo que ocurría a su alrededor. Solo miraba las luces, los autos y las personas que dejaban atrás. El tiempo que pasaba y todas las cosas que se sucedían una tras otra sin detenerse jamás.

Esa noche regresó a su casa con su tía. En ese momento la casa parecía demasiado grande, a pesar de contar únicamente con dos cuartos, un living, una cocina y un baño. Puede que fuera por el silencio que dominaba cada rincón. No se preguntó qué hacían ahí, por qué la habían llevado. Entró y se sentó en el living, como si esperara que su madre no tardara tanto tiempo más en seguirla. Sintia dejó caer las llaves en la mesa y recorrió todo con la mirada. Pasó al baño para lavarse la cara y, al salir, encontró a la chica en la misma posición. Hacía casi tres años que no pisaba esa casa, que no veía a su hermana y mucho menos a su sobrina. Se sentía completamente fuera de lugar, pero Nina no parecía notarlo. Se sentó junto a ella, pero se encontró sin saber cómo afrontar la situación.

-Tía, ¿a dónde vamos a ir ahora?-preguntó sin mirarla.

-Nina...-suspiró y puso su mano sobre las de la chica. Nina la miró un instante y frunció el ceño.

-Hay algo que no estás diciéndome, ¿no es así?

Claro que lo había. Nina sabía que ella y su madre habían peleado. Había sido algo grande, algo enorme, porque sino no se explicaba. Siempre habían sido las tres. Desde el primer recuerdo que tenían, habían sido las tres, pero una mañana se despertó y Sintia no estaba. Su madre la había acompañado al colegio sin mencionar siquiera la ausencia. Cuando volvió por la tarde, ambas mujeres discutían. Nina se había sentado en la escalera del edificio, en silencio. Sabía que la pelea era sobre ella, pero no sabía por qué. Esa tarde su tía se había llevado absolutamente todas sus cosas del departamento y nunca había vuelto a verla, hasta esa tarde.

-Mañana... ¿Cómo pudo hacer esto?-se llevó las manos al rostro. Las palabras no le salían.- Sabes que te amo, ¿verdad?- Nina se limitó a asentir y la mujer volvió a tomarle ambas manos. - Hay cosas que tenés saber, Ni.

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Narra Nina

Mi tía no era una persona delicada cuando se trataba de dar malas noticias y lo arrojó todo como una bomba. ¿A qué me refiero? Cuando mi gato desapareció no me dijo que iba a volver, no intentó que todo fuera más suave. Me dijo que lo más probable era que no volviera a verlo porque, o estaba muerto, o estaba tan lejos que tendría que buscar otro hogar, que a fin de cuentas era lo mismo en lo que a mí respectaba. Y así sin más me había llevado a comprar otro. Dijo que seguramente pasaría lo mismo que con el anterior, pero que al menos podría disfrutarlo momentáneamente. Nunca volví a tener un gato después de eso. Jamás. Pero esa noche no era un gato, era yo la que cambiaba para siempre. Primero me explicó que mi madre no me lo había dicho porque yo era todo lo que le quedaba y sabía que si abría la boca me perdería para siempre. Lo último que quería pensar en ese momento era en que mi madre había decidido mentirme para que permaneciera a su lado. No quería pensar qué hubiera pasado por mi cabeza ni si realmente me habría enojado. Y no quería saberlo porque ya no importaba, porque ella se había ido y jamás sabría cómo me sentiría yo. Tampoco yo lo sabría, porque el rejunte de sucesos hacía que mi mente fuera una nebulosa de pensamientos y sentimientos que no terminaban de caer del todo. Era como un sueño, uno de esos en los que sos tan consciente de que es un sueño que querés despertarte, pero no podés y te quedás ahí, sintiendo y no sintiendo, intentando entender todo lo que pasa a tu alrededor.

Hermana de Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora