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¿Saben que es el amor verdadero? Créanme que no es algo sencillo. Es dolor. Es amargo. Es inexplicable. Y sobre todo incorrespondido.
Tan, tan doloroso que es el amor. Tan bello a la vez. Tan feo también.
No se consigue fácilmente. No lo compras. No te lo obsequian. No te lo obtienes a la vuelta de la esquina.
Pero si se puede vender en botellas de perfume. Claro, solo si es amor verdadero. El más deseado y codiciado del mundo. Afecta a todos. Jóvenes, niños, ancianos, adultos, incluso a nuestras mascotas.
¿Saben en qué se parecen los espejos con nuestros ojos? En que ambos reflejan y reflexionan. Si estamos enamorados, las demás personas pueden verlo en nuestras pupilas. Mientras que en los espejos podemos vernos a nosotros mismos y observar que realmente estamos podridos. Por dentro y por fuera.
Corrijanme si estoy en equivocación. Y felicitenme si acerté.
Woojinobserva a su novio cocinar un delicioso desayuno para ambos. Y se delitaba al ver la espalda desnuda de Christopher. Tan pálida y tan trasparente, rodeada de rasguños y una que otra marca de sus labios.
Amaba marcar el cuerpo de Bang, chupar, morder, lamer, estrujar, rasguñar, succionar. Eran lo mismo; pero a la vez tan distintos.
Su instinto se volvía loco al sentir su aroma. Esa exquisita fragancia que Cris poseía. Lo cual significa que lo había descubierto observándolo y ahora se encontraba depositando suaves besos en su cuello.
Mierda...
Pensó Kim al notar como la voz de su mente le ordenaba, saciar su hambre. Llenar su sistema de la fragancia de Cris y conservar todo para el mismo.
Eso era Christopher Bang. Y por ello lo amaba cada día más.
Lastimosamente una mañana el cuerpo de su novio fue ayado sin vida. O más bien lo que quedaba de el.
Mientras tanto Woojin estaba feliz de la vida con sus nuevas fragancias. Tenía la de Sara, Lee know, Rosette, Jazmín, Aurora, Eliza y ahora la de Chris Bang.
Cada botella conservaba una gran historia, la cuál Woojin se había encargado de encerrar en un lujoso frasco y conservar su esencia para toda la aternidad.
Aún recordaba la historia de Jazmín una joven que conocío en la Universidad. Y valla que era hermosa, con una sonrisa despampanante y unos ojos color miel que radiaban pureza e inocencia. La cuál quedó encerrada en una bolsa de plástico junto con los gusanos y hongos que se encargaron de pudrir el cuerpo de la joven Jazmín.
Woojin lograba ver más allá de esas falzas sonrisas. Podía ver sus emociones y sus temores. Y su alma estaba tan rota y triste que lo cubría con bellas risas. Así fue como cautivó su aroma el cual nombró: falzette.
A todos los engaño con el mismo cuento.
— Jazmin tengo una nueva locion de rosas, que sirve de maravilla. ¿Te parece si nos reunimos está tarde de spa para probarla?
La muchacha del otro lado de la línea sonrió y aceptó enseguida el ofrecimiento. Sería una bella tarde en donde su alma descansaría.
Pasaba la navaja de un lado a otro. Curveando las caderas de la chica y respetando sus curvas. Con un trapo húmedo humecto la piel ya muerta y derramó en ella la crema de rosas, en pocas cantidades para no perder el aroma original de Jazmín.
Después de tener su piel, la sumergió en una tina esperando así a qué está dejara libre todo su aroma.
Luego de un largo proceso, virtio el líquido dentro de un elegante frasco y ato a esta un lindo listón rosado en forma de moño. En donde subrayó la frase:
El alma de los seres es su perfume.
Y la de Cris fue la mejor. Esa le regaló amor verdadero, sueños y esperanzas. Ambiciones y desilusiónes.
En ese frasco, en donde descansaba la fragancia de Bang, escribió lo siguiente:
El amor verdadero duele. Y ni siquiera existe. No se compra y no se vende. No se obtiene fácilmente. Pero tú mi querido amado me regalaste algo más que eso. Me diste tus sueños más profundos y tus deseos más sucios. Algo tan magnífico que merece ser compartido con todos. Así como tú escencia llegara a otros. Mi amor te llegará a dónde sea que estés.
—kim Woojin.
así siguió su viaje compartiendo sus aromas ajenos y viviendo contento con sus más grandes amores, quienes permanecían encerrados en sus preciados frascos.
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