Relato 5: Carta de una víctima de asesinato

6 2 0
                                    

Atención: este relato contiene violencia y palabras malsonantes (+18)

Está narrada en 1ª persona del singular (yo)

Inspirada en la novela "The Lovely Bones" (o también conocida Desde mi cielo) de la autora Alice Sebold.

¡Feliz lectura!

Estimados lectores y estimadas lectoras:

Sé que ninguno me conocéis, pero me dirijo a vosotros y vosotras como la víctima de mi historia trágica. Os voy a relatar mi asesinato, pero ante todo, me voy a presentar para que me conozcáis un poco mejor.

Me llamó Erika Sánchez García, nací en el Hospital de La Paz de Madrid, el 12 de enero de 1996 y, por lo tanto, tenía 20 años recién cumplidos cuando me asesinaron. Mi madre se llama Rosa, quien trabaja de enfermera en el Hospital de La Paz y mi padre se llama John y es policía. Tengo dos hermanos gemelos mayores: uno se llama Sergio y mi otro hermano se llama Fernando. Ambos tienen 34 años y, además, los dos se han independizado, han estudiado juntos la Licenciatura de Derecho y trabajan en un bufete de abogados muy importante en el centro de Madrid. Vivía con mis padres en una casa residencial de la calle Castelo nº12, que estaba muy cerca del Parque del Retiro de Madrid. Mido 1,65 cm de estatura, tenía el cabello pelirrojo, ojos azules claros y la tez más blanca, como la leche. Era alegre, extrovertida y servicial con mi familia y mis compañeros y compañeras. Había empezado mi segundo curso del Grado de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid en septiembre pasado. Era una alumna ejemplar; aunque, algunas veces, era muy charlatana en clase. Fui muy aficionada a jugar a juegos con la Smartphone y a escuchar música pop. Estaba muy enamorada de un compañero de clase, Isaac Marcos Olmo, aunque él no se fijaba mucho en mí, la verdad. Él es un chico muy encantador, pero tímido totalmente. Mi gran sueño en la vida era la de ser la mejor psicóloga infantil, pero el caprichoso y cruel destino tenía otros planes para mí: me crucé con mi asesino aquel hermoso y frío atardecer del 13 de enero de 2016. ¡Sí, pensáis bien, fue el día después de mi cumpleaños!

Esa tarde, estaba estudiando con mis tres intimas amigas (Ana, Aurora y Anabel) en la biblioteca de la Facultad de Psicología del campus universitario complutense. Finalmente, todas nos despedimos a la salida de la universidad y cada una nos dirigimos a nuestras respectivas casas. Cuando salíamos de la universidad, era sobre las 18 de la tarde en el que hacía mucho frío, pero también se mostraba un sol radiante. A mitad de mi camino a casa, me encontré con calles vacías y no había nadie en donde me encontraba en ese mismo momento. Era un descampado y solo había una furgoneta negra por detrás de mí, pero no hice caso a esa llamada de atención, porque estaba, tan enfrascada, jugando al juego Pokémon Go en mi Smartphone que no vi que me estaban siguiendo. Fui una insensata y una imprudente. ¡Lo sé!, pero no sabéis cuánto me arrepiento por eso. Si yo pudiera viajar en el tiempo sería cambiar ese momento de mi vida, pero no puede ser... así no se hacen las cosas.

De pronto, alguien me agarró por detrás, me tapó la nariz con un pañuelo y olí el producto químico que estaba impregnado en la tela. Sé que se trataba del cloroformo, porque me acordé de todas esas películas policíacas que veía en el canal Energy por las tardes y todos los fines de semana. En ese instante, me resiste, luche con todas mis fuerzas, pero el cloroformo fue más rápido que yo. El producto químico entró en mi sistema nervioso paralizando mis terminaciones nerviosas hasta que no sentí nada, solo oscuridad. Había perdido el conocimiento. No sé cuántas horas estaba dormida hasta que me desperté y miré a mi alrededor. Me di cuenta que no tenía puesto mi abrigo, mis vaqueros y mi jersey. Esas prendas habían desaparecido y no sabía dónde estaban, solo tenía la blusa puesta y una manta por encima tapándome. También me di cuenta que estaba en una habitación pequeña y entraba poca luz desde un candil. Creo que me encontraba en un sótano de una casa. Afuera era de noche y con la luna llena, como telón de fondo. Miré a mi reloj de la marca "casio" y encendí la luz para saber qué hora era. Eran la 23 horas de la noche.

— Por fin estás despierta, pretty (guapa)...—yo respingue con la voz que había hablado. Era la voz de un hombre y vi, en ese instante, a la figura alta, masculina y oscura en el umbral de la puerta.

La figura masculina poseía una complexión fuerte y atlética, pero no sabía si era joven o de una edad más adulta, porque no veía las facciones de mi agresor por estar oscuro y, además, tenía la cara tapada por un pasamontaña. La voz no era muy familiar para mí, no lo conocía, pero identifique que no era español por su forma de hablarme, era una mezcla de spanglish. —¿Quién es usted y por qué me ha traí...do aquí, a este lugar?—le pregunté decidida, pero por dentro estaba muy asustada. Él no me contestó, sino que avanzó hacia mí. —No se acerque... —Estaba tan asustada y, a la vez, temblaba de puro miedo y de angustia. De pronto, se abalanzó sobre mí, como un lobo a su presa.— ¡NO!   — le grité, pero él seguía encima de mí.

—I'm sorry, pero nadie no puede escucharte, estamos solos, tú y yo, my Darling... —me susurró sensualmente en mi oído izquierdo y olí el olor a tabaco y alcohol que desprendía de su boca y ropas, mientras que él me destrozaba todos los botones de mi camisa que llevaba puesta, me besó por todas partes de mi plano medial de mi cuerpo: abdomen, pechos, clavícula, hombro, cuello, boca... Yo forcejee con él, pero era muy fuerte que yo, hasta que una subida de adrenalina me subió al cerebro, porque quería vivir. A continuación, le di una fuerte patada en su miembro viril cuando estaba despistado quitándose los vaqueros y él dio un gemido de dolor.  

»—Maldita zorra, pero no te vas a escapar de mí y te arrepentirás de esto...—me gritó, pero no me entretuve a escucharlo, porque, en ese instante, me levanté de la cama tan deprisa como pude y me dirigí corriendo hacia la puerta de la habitación. Casi llegue a la puerta, pero mi asesino, recuperado del golpe que yo le ocasione, me alcanzó, me agarró del brazo izquierdo, me dio la vuelta violentamente y, finalmente, me asesto con un navaja en pleno pecho. Abrí los ojos cuando sentí el objeto penetrante atravesarme la piel de mi pecho.

—¿Por qué? —le pregunté, entrecortadamente, y me costaba respirar.

—Porque desde que te vi la primera vez, eres mi obsesión desde hace varias semanas y si no eres mía no serás de nadie. Tampoco no me lo has puesto nada fácil, my Darling...—me dijo y abrí los ojos de sorpresa, cuando entendí quien era mi acosador anónimo que me estaba acosando desde hace tres semanas. ¿Cómo no me di cuenta antes?, me preguntaba, mientras miraba hacia abajo y vi mi pecho ensangrentado con la navaja aún clavada en mi pecho, como un estandarte macabro que se reía de mí.

La vida me abandonaba poco a poco y por mi mente apareció miles de imágenes ante mis ojos de esos momentos felices con mis seres queridos y amigos en esos 20 años que he estado con ellos, hasta que todo esas reminiscencias desaparecieron poco a poco. Finalmente, no sentí nada más, porque mi corazón dejo de latir.

Eso es todo lo que recuerdo de mi asesinato, hasta que me desperté aquí en este mundo frío, oscuro y lleno de desesperanza en donde todas las almas condenadas vagan sin descanso, hasta que le llegue su bendita rendición, si le llega, claro... Ahora soy una de ellas, un alma sentenciada por culpa de un desalmado, pero mi único deseo en este momento, es que algún día mi asesino pague por lo que me ha hecho y que sea castigado con todo el peso de la ley para así acabar el dolor de todos y poder descansar, tanto para mis seres queridos como para mí misma.

Muchas gracias, mis queridos lectores y lectoras, por escucharme de mi pequeño relato en mis últimas horas de vida.

Un cordial saludo,

La victima

¿FIN?

Nota de autora: Otra historia que todavía está en proceso de su continuación o no.


Relatos cortosWhere stories live. Discover now