Dibujos y nostalgia

217 34 16
                                    

Con el trabajo constante que supone cuidar de Rosie, uno esperaría que Sherlock estuviese siempre ocupado. Sin embargo, sí hay momentos en los que llega a aburrirse, en especial cuando la niña duerme o la llevan de paseo. Aunque esto último ya es menos frecuente, Rosie lo adora, le gusta estar con él, hacerlo parte de sus actividades irrelevantes favoritas.

Como ir al zoológico, por ejemplo. Sherlock aún maldice el momento en que Martha Hudson le contó a Rosie sobre la existencia de tal lugar. Ahora la niña exige que él -y sólo él- la lleve, de otro modo, se enfada.

Y, oh, es imposible lidiar con una Rosie llorando y gritando "¡no! ¡Con Sherlock!" a todo pulmón...

Aunque, dicho sea de paso, Rosie aún no es capaz de pronunciar "Sherlock" con claridad, dice "Cheloc" o "Shwerlo" cuando realmente se esfuerza. El detective intentó toda una tarde mejorar su pronunciación y fue en vano. Incluso le llamó a sus padres -medidas desesperadas- para preguntar cómo lograron que él y sus hermanos hablaran de forma decente.

Todo a su tiempo, querido —Dijo su madre, riendo. Nada útil.

Nada útil tampoco en el manual de entrenamiento canino que compró. Por supuesto, los perros no hablan, así que no había ningún capítulo que consultar para el problema de su ahijada.

Si alguien le hubiera dicho que visitaría hasta tres veces el mismo hábitat de jirafas solo para complacer a una cría que ni siquiera puede decir bien su nombre, se habría reído por horas.

En fin... Es lo que hay.

Tras echar un vistazo al reloj, Sherlock deja de lado evidencias de un caso y se dirige a la habitación que antes era de John y ahora pertenece a su ahijada.

—Rosie, es hora de despertar —Musita, inclinándose sobre la cuna y masajeando con suavidad el vientre de la pequeña para sacarla del sueño. Ella arruga las cejas, luego bosteza y, al final, abre los ojos, todavía ceñuda—. Sin berrinches, señorita Watson, son casi las once.

El libro sugiere hacer un horario para el cachorro y apegarse a ello, pero Sherlock ni siquiera tiene una rutina propia, menos ha podido hacer una para la pequeña Watson. Es un pendiente en su interminable lista de cosas por hacer.

La carga en sus brazos y ella apoya la cabeza en su hombro, despejándose poco a poco. Sherlock acaricia su cabecita, sonriendo al ver su cabello apuntando en todas las direcciones posibles, debe cepillarlo. Antes lo hacía sólo cuando tenía pensado salir con ella, pero después resultaba más difícil desenredar los nudos y la niña no es muy cooperativa tampoco.

Parece que este es el momento favorito del día de Rosie, cuando la sientan delante de un espejo y puede jugar con cintas mientras cepillan su cabellera rubia, Greg sugirió cortarla para no tener tanto problema al arreglarla, pero Sherlock se rehusó. Le gusta el cabello de Rosie, prefiere buscar tutoriales de peinados en YouTube. Cuando crezca, Rosie podrá decidir por su cuenta cómo lo prefiere.

Ahora lo tiene un poco más abajo de los hombros y Sherlock se pregunta cuánto más crecerá.

— ¿Qué te parece? —Le pregunta Sherlock, tras recoger su cabello en dos colitas rubias a cada para que entienda a qué se refiere. Rosie niega enérgicamente con la cabeza, riendo. Entonces, le deja una sola colita en la coronilla, como una fuente—. ¿Y qué tal así?

Rosamund arruga la nariz, asiente y después niega otra vez.

—No estás segura, ¿eh? ¿Qué te gustará ser hoy?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 29, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Her┊ᴶᵒʰᶰˡᵒᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora