Corrí de nuevo hasta mi habitación comencé a empacar, Saaid no estaba, aunque era mejor así, no soportaría despedirme de él. Eché un último vistazo a la habitación verificando que no se me olvidará nada, tome mis dos maletas y salí de ahí.

En todo el trayecto no me había encontrado con ninguno de los chicos, era sospechoso, siempre estaban jugando en los pasillos y haciendo ruido por todo el edificio, pero hoy se encontraba todo muy calmado.

Ya en el taxi mande un mensaje de texto a mi madre, ella no estaba al tanto de que me iría al otro lado de Vancouver a un internado de señoritas. Y aproveche para hablar con mis antiguos amigos: James, Thomas y Zack. Admito que desde que entré al Internado Jamón no he hablado mucho con ellos y quizá estén muy enojados conmigo, pero los conozco desde que tengo memoria.

Dudaba en llamarles o enviarles un mensaje de texto.

Ya había llegado a la central de autobuses, pagué al señor taxista que, amablemente, me ayudó a bajar mis maletas de la parte trasera. Me detuve antes de entrar al lugar para poder buscar mi pasaje, el cual, encontré hasta el fondo del bolso de mano; volví a tomar mis maletas y entré mientras leía la información del boleto previamente impreso.

Mire hacia los lados intentando encontrar el andén correcto, pero no encontraba ningún lugar donde dijera el número de autobús que partiría. No me quedo otra opción más que preguntarle a un guardia, el cual amablemente me señaló la dirección correcta, le agradecí y fui en busca del autobús 138.

No parecía haber muchas personas, mientras hacía fila para poder subir veía la pantalla de mi teléfono indecisa por llamarle a Zack. Necesitaba hablar con él, porque a pesar de todo, seguía siendo mi mejor amigo, mi confidente.

—¡FICHER!– escuche que gritaron a lo lejos mi apellido, gire a la derecha y no venia nadie, gire a la izquierda y venia hacia mi una bola de hombres hormonales con intenciones de derribarme.

Espere el golpe por unos cuantos segundos pero nunca llegó, al contrario, sentí muchos pares de brazos a mi alrededor en un tosco abrazo. Abrí los ojos y vi a los muchachos abrazándose de una forma desesperada.

—¡¿Por qué eres así Savh?!– sollozaba Jake en mi hombro.– ¿Planeabas irte sin despedirte de nosotros?

—No soy fanática de las despedidas, mi queridísimo Jake.– acaricie su cabello cual cachorro, lentamente se fueron separando de mi. Todos tenían lágrimas en los ojos, sus rostros estaban llenos de aflicción; no querían que me fuera.

—No te vayas, podemos arreglar todo este asunto juntos.– Kendall tomaba mi mano creyendo que con eso me detendría de tomar el autobús.

—No es que quiera irme, eso solo que debo hacerlo.– quise zafar mi mano de su agarre lo más discreto posible pero nomas no podía.– les recuerdo que ese es un internado exclusivo para chicos, yo entre porque mi madre era un antiguo ligue del director Wood. Además de que mi hermano insistió en que viniera con él, de no haberlo hecho probablemente me habría quedado en casa.

Ya casi debía de abordar el autobús, en realidad ya solo faltaba yo, me alejé un poco de los chicos y mire a cada uno: Charlie, Julián, Kendall, Alexander, Dylan, Dixon, Jake, Evan y Saaid.

Mi hermanito y yo nos quedamos viendo durante unos segundos, era la primera vez que estaríamos separados, siempr echemos ido a la misma escuela, supongo que a raíz de eso nos hemos vuelto un tanto dependientes uno del otro, así que creo que este es un buen cambio que estoy dispuesta a realizar.

Le sonreí con nostalgia y lo abracé con fuerza, le dije que lo extrañaría muchísimo y que me mantuviera al tanto de las cosas en el internado. No iba a llorar, al menos no frente a los chicos. Me separé de Saaid y viéndolos una última vez me despedí con la mano y antes de poner un pie dentro del bus los miré y les dije:

—Quiten esa cara de perros mojados, esto no es una despedida, nos volveremos a ver.– sonreí los despedí por última vez y subí al autobús. Mire por la ventana como caminaban hacia la salida abrazándose unos a otros. Se habían vuelto unos verdaderos amigos a pesar del corto tiempo que hemos estado juntos.

Unos minutos más y estaría en camino hacia mi nuevo hogar. Saque mi teléfono y conecte los auriculares para que fuera más ameno el trayecto; todos los que debíamos ir en el bus ya estábamos dentro y el chófer terminaba de limpiar los espejos laterales, era la hora de partir.

Mientras buscaba una buena playlist en Spotify escuchaba como encendían el motor, pero un sonido extraño llego hasta mis oídos. Tuve que quitarme los auriculares pensando que había escuchado mal. Espere unos cuantos segundos a la expectativa de escuchar otra vez.

¡Savannah!- logre escuchar a lo lejos.

Mire hacia los lados pero los demás pasajeros estaban callados, mire por mi ventana y al fondo logre ver una silueta que corría hacia el bus pero no lograba identificar quien era. Hasta que se acercó más y volvió a gritar mi nombre:

—¡Savannah espera!– Fox Wood corria lo más rápido que podía para llegar hasta mi.

Pero no podía detenerme, el autobús ya estaba partiendo hacia sus destinos, me levanté en mi asiento y abrí la ventana, a pesar de que fue muy grosero conmigo anoche no puedo evitar que mi corazón quiera salirse de mi pecho cada vez que lo veo o que lo escucho.

—No te vayas.– había llegado hasta mi ventana, el autobús no iba rápido por lo que le era fácil mantenerle el ritmo.– por favor quédate.

—No puedo quedarme, y lo sabes muy bien.– si quería hacerlo, quería bajarme en ese mismo instante pero, ya había tomado una decisión.

Cada vez iba acelerando más, por lo que Fox tuvo que comenzar a correr para mantenerse a mi altura.

—No espera.– prácticamente estaba corriendo enseguida de mi.– aún tenemos muchas cosas que hablar.

—Ya no hay tiempo, tengo que irme.– quise sonar enojada pero me era imposible, no entiendo por qué no puedo estar tanto tiempo enojada con él.– adiós, Fox Wood.

—¡Espera! Tengo algo muy importante que decirte.

Estaba a punto de cerrar la ventana, me era muy doloroso estar en esta situación. Pero lo que me dijo hizo que se detuviera el tiempo.

—Yo...¡TE QUIERO!

El dijo que me quiere...

Él...Me...Quiere...

El autobús estaba yendo más rápido, ya le costaba mantener el paso y lo estábamos dejando atrás. Y yo, no podía salir de la sorpresa. Lo había dicho. Me quiere.

Corría con todas sus fuerzas, estaba a punto de perderlo de vista.

—¡Yo también te quiero!– me atreví a gritar, expresando por fin lo que realmente sentía.

Toda la presión que había estado guardando en mi pecho desde hace ya tiempo se vio liberada con esas cuatro palabras. Había estado muy confundida por no saber lo que sentia por él, pero con esa iniciativa de su parte pude por fin aclarar mi mente y mi corazón.

Pero era muy tarde, él dejó de correr y el autobús siguió su camino.

Internado Jamón |S.I #1| COMPLETA Where stories live. Discover now