Capítulo XII: La fiesta de Guillermo Carvajal

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Mi pequeña disertación se detuvo, tocaron a la puerta y era Barbie, empezó a bromear con la playera que Juliana le regala a Valentina y ella decide estrenarla en la fiesta de su hermano Guillermo.

—Órale, ¿te imaginas si yo diseñara de esa forma? Ya te hubiese invitado a un viaje por todo el mundo, por ejemplo, a Dubai. —Cuando dijo eso, sonó confiada y relajada.

Algo en mi estómago quemó.

—¿De qué estás hablando, loca? —hice mi mejor cara de desconcierto y diversión para apaciguar los nervios—. ¿Por qué a Dubai?

—No sé, de repente quieras visitar a tus suegros —se echó a reír de una forma muy jovial y montadora.

Me desinflé al instante.

—No te pases, Bárbara López. Pero ¿sabes? —Sonrió juguetona y pronunció un entretenido "a ver" para que completara lo que iba a decir a continuación. Eso hice—. No estás tan lejos de la realidad, según lo que tenemos planeado en estas fiestas de año nuevo iremos a Dubai.

Por supuesto me refería a Ghassan y a mí, no tenía necesidad de mencionarlo, era consciente de que ella lo sabía.

Su bonito rostro se frunció en una mueca extraña, al tiempo que clavó la vista tras de mí, en el espejo del tocador. De pronto pareció recordar que tuvo que haber dicho algo al respecto, así que terminó hablando.

—¿Es neta? Qué increíble, seguro será una experiencia sin igual.

Su tono de voz cambió, no fue displicente, pero percibí algo en su entonación que no demostró gusto. Claro, tal vez sólo estaba desvariando, inventándome situaciones que en realidad no estaban sucediendo.

Le repliqué:

—Sí, seguramente lo será. Ghassan es todo un caballero...

Antes de terminar la frase, Gonzalo se asomaba con galantería y su voz me interrumpió.

—¿Hablan de caballeros, bellas damas? —se puso los lentes de sol. Sí, en el camerino. Ese era el simpático Gonzi—. Supongo entonces que hablan de mí.

Bárbara, como si estuviera automatizada, le sonrió.

—Pues claro que sí, mi amor, qué elegante te ves. ¿Hace cuánto llegaste? —preguntó mirándolo y arreglándole el cuello de la camisa.

—Hace un ratico, pero ya saben que no soy una mujer, yo me cambio rápido.

Bárbara soltó una carcajada. Yo me quedé en silencio.

—¿No eres una mujer? Eso lo sabemos, pero no necesitas serlo para ser vanidoso, señor Carvajalito —contestó su novia, y yo, para no quedar desfasada de la situación, aprobé con mi cabeza y agregué entre risitas:

—Estoy de acuerdo con Barbie.

Nos echamos a reír y salimos para empezar la extenuante jornada que nos esperaba. La primera escena era nuestra, era sólo de Bar y mía. Nunca olvidaré aquel momento, porque ciertamente ha sido de los pocos donde mis gestos de amor y admiración hacia la belleza de Bárbara López no debían ser ocultados, era fácil dejarme llevar en aquel instante por todo lo que ella generaba en mí sin tener el temor a ser juzgada o atrapada con toda la ilusión y las emociones que me habitaban.

La secuencia empieza cuando Bárbara se baja del auto con esa actitud muy de Juliana Valdés, sonriente y dichosa por compartir una circunstancia tan emotiva con su amiga Valentina, ella me pregunta de forma natural: ¿qué pasó?  Y yo, con cara de estúpida —la que siempre tengo al verla, pero me veo obligada a disimular—, le respondo: "no, te ves muy guapa, estás muy guapa, Juls".  Vaya, qué novedad expresarle a Bárbara López lo hermosa que es, muy difícilmente la vida te pone en frente de semejante mujer con una sonrisa tan atractiva, una nariz perfecta, esos ojos expresivos que me roban toda la energía, su cabello castaño tan libre y vivo, y esa diminuta partitura que tiene en su mentón, creo que desde siempre ha sido mi debilidad.

It was real: A love storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora