Capítulo IV: El tiempo es efímero a tu lado

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El repiqueteo de mi celular me trajo de vuelta al presente. Giré sobre mi propio eje y lo saqué del bolsillo de mi cazadora negra tirada de forma descuidada en la cómoda de la habitación donde me encontraba con Macarena, a la espera de Leonardo Padrón.

Una mueca de fastidio se pintó en mi boca al leer el nombre que brilló en la pantalla principal. Salí, sin reparar en mi compañera de habitación, y deslicé el dedo con paciencia, ubicándolo en mi oreja sin la más mínima intención de conversar.

—Hola, mi reina, ya me desocupé por hoy. ¿Nos vemos en tu casa al rato? —es lo primero que pronunció Gonzalo desde la otra línea.

Cerré los ojos por un corto y desesperante segundo, pues sabía que, en cuando escuchase la respuesta que tenía para darle, volveríamos al mismo discurso de las últimas semanas.

—Mi amor... es que aún no termina la reunión con Maca y Padrón. —No mentí, pero el impulso de querer colgar la llamada volvió a abordarme de repente—. Estamos revisando varios aspectos de la novela y también nos está dando indicaciones de lo que se viene con Juliana y Valentina.

—Ya. ¿Y cuánto crees que tardes? —Cuestionó, con voz pesada, pero tranquila.

—No lo sé, Gonzi, pero ¿por qué mejor no nos vemos mañana con toda seguridad?

Tardó en responder, y él sabía que aquello me impacientaba. Finalmente, luego de varios segundos, volví a escucharle.

—Bárbara, apenas son las 3pm, yo no tengo problema en verte en la noche, no entiendo. ¿por qué siento como si me estuvieses descartando? —la agresividad viva en su tono se hizo presente poco a poco.

Contuve el bufido de exasperación que amenazó con abandonarme y, en lugar de eso, rodé los ojos, a pesar de ser consciente de que él no podía verme en ese momento.

—No, no, no amor. ¿Cómo crees? Es sólo que ahorita que terminemos aquí quedé con Maca de ir a ensayar la escena que grabaremos mañana.

Su respiración se escuchaba cada vez más alterada y sabía, entonces, que estaba a punto de estallar y vociferar idioteces. Yo me mantuve serena, sin embargo.

—¿Qué tanto ensayan? ¿Crees que se van a ganar un Oscar con esto? Si es caso hasta mandarán a sacar del aire esa historia, ya sabes perfecto cómo reacciona la gente con ese tipo de parejas.

Un silencio incómodo se apoderó del instante, no lograba luchar en contra del dolor que me causaba, me dolía que Gonzalo dijera esas cosas de forma reiterada, pero no quería que estuviésemos mal. Entonces preferí silenciar mi malestar y me reincorporé a la conversación...

—Sí, mi amor, tienes razón, pero ya sabes cómo es Macarena. Está bastante emocionada por esto. —Respondí con calma, pero el filo tenso y apagado en mi tono no se borró.

—Pero ella no te manda ¿o sí? o ¿es que disfrutas más estando con ella que conmigo? —sentenció, como solía hacer cada vez que llegábamos a este tema.

Relamí mis labios y tallé mi frente varias veces con frustración.

—¿Cómo se te ocurre? No, para nada...

Gonzalo siempre llegaba a este punto, como si Macarena fuese el centro de mi vida. Por eso siempre tengo que asegurarle lo mismo e incluso me lleva a decir palabras que no siento y no están para nada cercanas a mis sentimientos. Tal como hice a continuación:

—Incluso a veces me da pereza andar con Maca a cada rato, pero soy una mujer profesional y necesito tener la seguridad de que esto saldrá bien. Apóyame, es lo único que te pido. Ahora debo colgar, ¡te amo, guapo!

It was real: A love storyWhere stories live. Discover now