Gleestory 11: Wings

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Aquellas palabras se me quedaron grabadas para toda la vida. Gracias a ella sigo en pie.

Correr, lo que se dice correr, todos corremos. Todos huimos de algo, corremos hacia alguien o algo. Da igual si eres el niño más lento en clase de gimnasia o el hombre más rápido del mundo, no importa, hay ciertas cosas que nos podrás alcanzar. Al fin y al cabo hay cosas que logran alcanzarte...

Y a mi madre la alcanzaron demasiado pronto.

***

Era un día soleado así que decidir salir a correr. Cuando volví a casa ayudé a mi madre a poner la mesa. Estábamos comiendo tranquilamente cuando ella se comenzó a poner pálida y a toser. No era capaz de respirar. Rápidamente salí de casa y corrí hasta la casa del vecino. Se lo expliqué apresuradamente y llamó a una ambulancia. No me separé de mi madre hasta que en el hospital tuve que quedar en la sala de espera. Contacté con mi padre y le expliqué lo ocurrido. Él estaba en la ciudad que vivíamos antes, tuvo que ir a arreglar unos papeles. Me dijo que llegaría lo antes posible.

Pasaron las horas y yo solo podía mirar el reloj y rezar para que todo estuviera bien. Pero había algo dentro de mí que sabía que no lo estaba. Cuando salió el doctor, mi padre ya había llegado y comenzó a hablar con él. Cuando terminó, me dijo que ya me lo contaría al llegar a casa, que no me preocupara.

Sabía que estaba mintiendo.

Porque a la noche descubrí que la razón por la que volvimos al pueblo natal de mi madre, Noia, era porque ella tenía cáncer.

***

Con lágrimas a punto de salir sigo corriendo. Me duelen las piernas, aunque nada es comparable con el dolor que siento en el corazón al recordar esto.

No me fijo por donde voy y acabo en el suelo. Me levanto inmediatamente y sigo con la carrera. Si antes me dolían las piernas, ahora parecía que se me iban cayendo a trozos. Pero no me importaba, terminaría esta carrera fuese como fuese.

A mi lado, pasa una participante que lleva un colgante con una estrella. Oh, estrellas... siempre me había gustado ir al jardín a verlas, hasta que un día comencé a odiarlas...

***

Contemplaba las estrellas en el jardín. Las lágrimas corrían por mis mejillas. Esto no estaba pasando, no podía ser real. Sentí una mano posándose sobre mi hombro. Giré la cabeza y suspiré.

-Bruno...

-Déjame -respondí.

-Por favor cariño...

-¿Desde cuando lo sabes?

Mi madre se sentó a mi lado.

-Desde hace seis meses.

Me levanté enfadado.

Vi cómo los ojos de mi madre se aguaban. Hice lo único que podía hacer en ese momento.

Correr.

No me importaba la hora que fuera, sentía mi corazón roto en millones de partes, como si nada tuviera sentido en este preciso momento.

Porque no lo tenía.

Corrí hasta que mis piernas no pudieron más. No sabía que hora era ni donde estaba. Solo veía un campo rodeado por árboles. Me senté en el medio de la hierba. No sabía que hacer. Mi cabeza estaba hecha un lío. Mi corazón destrozado. Vi como poco a poco el sol aparecía, como el tiempo pasaba... y yo seguía igual.

Pero tenía que volver a casa.

Cuando llegué, mi madre tenía los ojos rojos e hinchados, sabía como se sentía, ya que yo también estaba así. Me abrazó y comenzó a llorar, dejé que lo hiciera porque la parte que venía ahora iba a ser dura. Muy dura. Después de unos minutos ella se tranquilizó y me miró, sabía lo que iba pasar. Se sentó en la cocina conmigo y se limpió las lágrimas. Yo fui el primero en hablar:

El Proyecto Glee 2 [Concurso]Where stories live. Discover now