Ciudad diecisiete

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El mundo de Gordon se había transformado en una oscuridad plena. De vez en cuando unas fugaces lineas blancas aparecían a su alrededor. Ese vacío contrastaba mucho con el esplendoroso traje que llevaba Gordon. Era naranja brillante, con luces, una linterna, metal pintado de negro y lustroso. Tenía una tecnología de punta aquella armadura. Sin embargo, el aspecto glorificado de Gordon no correspondía a como se sentía. Lamentaba todo lo sucedido. Había matado a todo ser vivo que lo atacara tras el accidente ¿Todo era su culpa, no? Gordon afirmaba que sí. Abandonó a su familia. Ruby, Barney, Lauren... A todos traicionó y se odiaba por eso. Tenía que dejar de pensar en lo ocurrido, pero simplemente no podía. La guerrilla entre los científicos, xenianos y militares lo dejó marcado. No sabía de donde había sacado valor para asesinar a sangre fría ¿Qué pensarían sus seres queridos? Ya con un nudo en la garganta rompió a llorar. No soportaba más la culpa. Despues de intentar secarse las lágrimas, intentó recordar el pasado que precedía a la desgracia. Se pudo tranquilizar al menos recordando cosas sin sentido; cuando su padre y él crearon un cañón de bolas de tenis a base de butano, cuando debía ir por las llaves del doctor Kleiner por la ventilación, las noches trasnochadas viendo películas y haciendo la tesis, y cuando no, a su querida Aliza.

Su corazón se sentía más tranquilo y el ya común lloriqueó cesó ante tales recuerdos. Pronto bostezó y se quedó profundamente dormido pero no soñó nada. Aunque extrañaba su rutina, pues le gustaba saber que tenía algo que hacer al despertar, no tenía qué realizar como entretención. Mas, dibagar por su mente y aborrecerse era lo unico que podía hacer mientras esperaba.

 Mas, dibagar por su mente y aborrecerse era lo unico que podía hacer mientras esperaba

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Despertó repentinamente a la inminente llegada de el hombre trajeado. Debía admitirlo, su aparición le daba cierta satisfacción, puesto que entendió que iba a vivir otra vez. Esperaba que todo eso fuera un sueño en vano, ¡No más soldados, no más alienígenas, no más Xen! Tras el monólogo que dio a Gordon, apareció repentinamente en un tren en malas condiciones, con dos personas que vestían igual, e inmediatamente se le vino a la cabeza una distopía clásica, gran hermano y la falta de privacidad. Sintió inquietud automáticamente.

<<No, es imposible, quizás pasó el accidente pero...>>

Miró hacia las ventanas. A través de más marcas de balas y rayones, se notaba una arquitectura que le recordaba más a Europa. Claramente no estaba en, si quiera, América. Volvió a darse cuenta de que no era responsable de sus acciones una vez más. Su frustración era tal, que tenía ganas de llorar. Ni con quererlo podría hacerlo.

-No te vi subir -Le comentó un ciudadano que iba en frente de la puerta.

Gordon respiró hondo. Iba a cambiar eso definitivamente, sea lo que sea. Su mente era rápida, y pensó definitivamente en usar sus habilidades peculiares contra aquel que haya sometido de tal manera a la humanidad. No era posible que la ONU dejara esto pasar. Pero, ¿Aún existía aquello?

-No importa cuantas veces me trasladen. Nunca consigo adaptarme -Gordon no comprendió esa frase que dijo el hombre sentado. Pero eso debía ser que Rusia y sus estados aledaños eran muy grandes.

La historia del científico | Half Life |Onde histórias criam vida. Descubra agora